Alberto González ha sido médico de cabecera en el Centro de Salud Doña Mercedes

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Alberto González

Este nazareno de nacimiento ha permanecido en el centro sanitario más de 20 años

Alberto González Jiménez nació en Dos Hermanas el 10 de marzo de 1954 en casa de sus abuelos maternos (Virtudes y Joaquín ‘Acelga’), en la barriada de Las Ganchozas.

Es hijo de Francisco y de Virtudes. Tiene dos hermanas, la mayor Lola y la más pequeña Virtudes. Se crió en la huerta de sus abuelos paternos, Francisco y Dolores, en el barrio de la Pólvora conocida como ‘Huerta Alberto’.

Estudió «párvulos» en el colegio público del barrio La Pólvora, después fue al colegio de Doña Lola y a los 9 años empezó en el colegio San Hermenegildo donde finalizó cuarto de Bachiller e hizo la reválida. Al no haber instituto en Dos Hermanas cursó 5º de bachiller en el colegio San Alberto Magno, en Sevilla. Sexto y COU sí los pudo hacer en el Instituto de Valme.

Alberto González tiene dos hijos de su primera esposa Mª Ángeles Durán Romero: Alberto, que es farmacéutico en San Fernando (Cádiz), y Mª Jesús, que es profesora de Educación Especial en Sevilla. Y dos nietos: Adrián de cuatro años y Enzo de año y medio

Vive en Dos Hermanas con su actual esposa Mª Salud Pelayo Bando y su hijo Alejandro Ortega.

¿Cuándo y por qué decide estudiar Medicina?

Desde pequeño siempre había querido ser médico, aunque no tenía ningún antecedente en la familia, pero si tenía claro que quería ayudar a los demás, así que cuando llegué a COU no tuve ninguna duda.

En 1972 comencé la carrera de Medicina en el Hospital Universitario Macarena de Sevilla, finalizando los seis cursos en 1978. Posteriormente inicié, en 1979, la especialidad de Medicina Interna en la Cátedra del Profesor Romero Velasco, terminando en 1982.

Entre 1992 y 1995 hice la especialidad de Medicina de Familia en Cádiz-Jerez.

He trabajado en Huelva, Badajoz y Cádiz hasta junio de 1998, año en el que llegué al centro de salud Doña Mercedes, donde he permanecido hasta mi jubilación en marzo de 2019.

Durante 21 años he sido tutor de formación de Médicos Residentes de Medicina de Familia (MIR). Algunas de mis alumnas están trabajando en Dos Hermanas y son magníficas Doctoras como Blanca Luque, Mª José Pavón y Marisa Porcel.

También durante más de 20 años he sido miembro de la sociedad científica SEMERGEN, colaborando dentro del grupo de respiratorio con conferencias y publicaciones en revistas científicas. Habiendo recibido de dicha sociedad la insignia de plata al jubilarme por mi colaboración.

Después de tantos años, ¿qué relación le ha unido a sus pacientes?

Es muy importante crear un clima de confianza en la consulta para que exista una buena relación médico paciente basada en el respeto mutuo y en la confianza.

Durante todos estos años de profesión he intentado siempre escuchar y atender de manera cercana a mis pacientes, empleando un lenguaje sencillo y cotidiano en la práctica clínica. Con muchos de ellos se ha establecido, no solo una relación Médico-Paciente, sino de amistad. He procurado empatizar tanto con el paciente como con sus familiares a lo largo de estos años.

Lo bueno que tiene la medicina de familia, a mi entender, es que conoces a los abuelos, hijos y nietos y, si hay un buen clima, ayuda mucho tanto al paciente como al médico. Si la relación médico paciente es buena, llega un momento en que el paciente quiere ver a «su médico» y contarle a él, el problema que tenga y no a otro que no conoce».

En toda esta etapa, ¿nos puede contar alguna anécdota?

Mi trayectoria me ha originado multitud de anécdotas, como una señora que el primer día al entrar en la consulta, lo primero que me dice es: «¿Usted es acelga, verdad?».

O la anécdota que a mí me encanta porque va unida al espíritu de lo que es ser médico de familia. Atendí el control de embarazo de una señora recién llegado al Centro de Salud en 1998 y poco antes de jubilarme atendí el control de embarazo de su hija, lo cual da idea de lo que es el médico de familia.

¿La población de Dos Hermanas es sana?

En mi experiencia la salud de los nazarenos no difiere de las otras localidades donde he trabajado. No he notado diferencia en cuanto a la incidencia de enfermedades cardiovasculares o diabetes, sin embargo, sí creo que me he encontrado una mayor incidencia en enfermedades relacionadas con la salud mental, como ansiedad, insomnio, depresión…

¿Qué consejos le daría a los nazarenos para mantener la salud?

Siempre he recomendado hacer ejercicios, adaptados según la edad, y hacer una dieta sana y equilibrada, eso es lo fundamental.

Se ha jubilado recientemente, ¿echa de menos el día a día en el centro de salud?

Sin duda, después de estar 41 años dedicado a esta vocación, al dejarla de un día para otro se hecha mucho de menos, sobre todo, la relación humana tanto con los pacientes como con los compañeros. Quiero hacer mención a los magníficos compañeros que he tenido a lo largo de estos años y en especial a la enfermera con la que he trabajado muchos años, Mercedes Escobar.

Por eso es fundamental cuando llega la jubilación tener otras actividades alternativas, sobre todo saber disfrutar de poder gestionarse el tiempo libre y cambiar a otro tipo de obligaciones.

¿A qué dedica ahora su tiempo libre?

Desde que me jubilé me dedico a mi pequeño huerto, que es una de mis aficiones, junto con viajar, cocinar, caminar por las mañanas temprano, estar con mis amigos, con mi familia y, por supuesto, mi Betis. También me da mucha alegría y es muy gratificante el poder ver y saludar por las calles de nuestro pueblo a mis antiguos pacientes.

¿Cuál es su vinculación con el pueblo?

De nuestro pueblo me gusta la Romería de Valme, Semana Santa y la Feria, participando de forma activa en todas ellas. Una actividad que me gusta mucho es pasear por las mañanas por el centro.

Alberto González finaliza su entrevista destacando que: «Los 21 años trabajados en mi pueblo han sido muy gratificantes tanto a nivel profesional como a nivel personal y ha sido de las mejores cosas que me han pasado en mi vida».