1993
El utillero durante décadas del club tuvo que abandonar la práctica del fútbol en 1965 por una lesión
Ni se llama Alfonso ni es calvo. Su nombre es Idelfonso Hinojo Cabezuelo, aunque varias generaciones de nazarenos le conocen por Alfonso ‘Pocopelo’. El domingo recibió, de la familia del deporte de esta ciudad, un merecido homenaje por sus años de dedicación al Dos Hermanas Fútbol Club y, antes de la fundación de este, al Atlético Dos Hermanas.
Unos 40 jugadores (repartidos en dos equipos) participaron en el partido en el Estadio de Los Montecillos. Haciendo un pasillo, esperaron en el césped hasta que un emocionado Alfonso, el entrañable utillero que tantas veces estuvo a su servicio, saliera del vestuario y se llevara el primer aplauso de la mañana. El concejal de Deportes y ex presidente del Dos Hermanas, Francisco Morales Zurita, le hizo entrega de una placa, y Carlos Rubio “Macandro”, antiguo mandatario del club, de un trofeo. También se aprovechó para homenajear a otras viejas glorias del fútbol nazareno como Joselillo de Diego, Nemesio o Cuni, entre otros.
Alfonso, que estuvo en todo momento acompañado por su esposa, Paquita Cebador, y su hijo, está a punto de cumplir 60 años. Nacido en 1933, jugó en el mítico Atlético Dos Hermanas de los años 60 hasta que, en 1965, una grave lesión de rodilla le obligó a abandonar los terrenos de juego. Fue una decisión traumática pero irreversible. Sin embargo, su amor por el fútbol le animó a seguir vinculado a él, y pasó a convertirse en un utillero todoterreno e imprescincible primero para el Atlético Dos Hermanas y más tarde para el Dos Hermanas F.C, club al que vio nacer en 1971. Sus tareas han ido desde el lavado de las equipaciones a la reparación de botas, mantenimiento de vestuarios, pintado de las líneas del campo… e incluso ejerció de masajista, delegado de equipo y asesor de los futbolistas en su vida personal.
Nada de lo que hizo sería hoy recordado si su trabajo no hubiera estado impregnado siempre de grandes dosis de pasión, entrega, humildad y humanidad, virtudes impagables que todos le agradecieron ayer en este emotivo acto.