Antonio José Martín investiga como paliar el calentamiento global

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Antonio José Martín

“Nuestro proyecto consiste en copiar y mejorar lo que la naturaleza lleva haciendo años”

Antonio José Martín Fernández, nazareno de nacimiento, trabaja en el Instituto Politécnico Federal de Suiza, ETH Zürich, una de las mejores universidades del mundo. Investiga cómo transformar el dióxido de carbono en otros compuestos usando energía solar.

Estudió en el colegio San Hermenegildo para posteriormente realizar Ingeniería Industrial y doctorarse en Química. Está casado, con Sara, también nazarena, y tiene tres hijas: Sofía, Irene y Hebe. Entre sus aficiones figuran la psicología analítica de Jung, el cultivo de bonsáis y el deporte: rema en kayak, practica atletismo descalzo y esquí de fondo sobre ruedas. Este año espera correr la maratón de Berlín disfrazado de Panoramix junto a sus hermanos. Su meta: “volver a casa todos los días hecho polvo pero con una sonrisa en la cara por haberlo dado todo”.

¿Cuándo comienza su afán investigador?

La curiosidad es innata. O se tiene o no se tiene. Añoro ese juego tan locamente insensato llamado Quimicefa. Traía todo lo necesario para hacer experimentos y estaba recomendado para niños…por aquel entonces. Por ejemplo, en una ocasión produje gas cloro, es mortal, está calificado como arma química, o ácido tan concentrado que disolvía monedas rápidamente, por no hablar de los experimentos con mercurio puro, muy tóxico. Tendría yo 12 o 13 años. Quería ver hasta dónde se podía llegar con aquél juego…era un descerebrado. Pero lo haría otra vez.

¿En qué momento le proponen el trabajo en Zürich?

Vivíamos en Madrid y todo se coordinó. Nuestro día a día era pura ansiedad. Mi mujer, arquitecta, estaba a disgusto en su trabajo. Teníamos todo cogido por los pelos: si una niña se ponía mala, yo me quedaba con ella en casa y luego, cuando mi mujer regresaba del trabajo, yo me iba al mío y volvía a la una o dos de la mañana. Además, el dinero dejó de financiar la investigación en España y vi que era el momento de salir. Mi mujer y yo siempre hemos sabido que el hogar está donde esté el otro, así que solicité puestos vacantes a varios sitios y tuve la suerte de poder elegir entre Suiza y Alemania. Nos vinimos a Suiza porque la educación y la seguridad son, sencillamente, insuperables. Los niños caminan solos al colegio a partir de los seis años, aunque mi mujer, el primer día, ¡las siguió escondiéndose tras las esquinas!

Previamente, ¿había trabajado en otras investigaciones?

Sí, conseguir el doctorado significa llevar adelante, con la supervisión de algún experto, una investigación desde el principio hasta el final. Hasta llegar a Suiza investigué anteriormente en desarrollar motores que funcionan con hidrógeno, de modo que lo que sale por el tubo de escape es solo agua pura. Se llaman pilas de combustible y empieza a haber algún modelo de coche a la venta. Serán probablemente la mejor alternativa a los coches eléctricos en un futuro cercano, porque se recargan en uno o dos minutos y tienen una autonomía parecida a los de gasolina o diésel.

¿En qué consiste el proyecto en el que trabaja actualmente?

Tomamos dióxido de carbono y usamos energía solar para transformarlo en otros compuestos. Con ellos se pueden hacer plásticos, combustibles, alcoholes, etc. Esto es importante porque el dióxido de carbono es el principal culpable del Calentamiento Global y ya se ha calculado que no basta con dejar de emitir dióxido de carbono a la atmósfera, tenemos que desarrollar tecnologías que lo retiren del aire y lo transformen en productos útiles. Esta idea es, en realidad, bastante antigua: es lo que hacen las plantas durante la fotosíntesis, pero solo aprovechan un 1% de la luz solar. Plantar árboles siempre ayudará, pero la magnitud del problema es tal, que ahora tenemos que desarrollar aparatos llamados hojas artificiales que deben ser mucho más rápidas que las hojas naturales. Resumiendo, nuestro proyecto consiste en copiar y mejorar lo que la naturaleza lleva haciendo millones de años. Nosotros, de momento, llevamos dos…

¿En qué momento se encuentra la investigación?

En 2017 un grupo de 13 instituciones y empresas europeas presentamos un proyecto a la Comisión Europea con el compromiso de demostrar con un prototipo que fabricar hojas artificiales con buen rendimiento es posible. Tenemos que presentarlo antes del 31 de diciembre de 2020. Ahora estamos empezando a unir todas las contribuciones de todos los equipos involucrados, que no es fácil, y comenzando a fabricar una primera versión primitiva del aparato. Nuestro objetivo es que sea 10 veces más eficiente que las hojas naturales, pero veremos hasta dónde podemos llegar.

¿Cuál es su objetivo o meta en su profesión?

Volver a casa todos los días hecho polvo pero con la sonrisa en la cara por haberlo dado todo, como cuando venía de los Frailes sudoroso después de intentar entender las clases y correr dos horas detrás de una pelota.

¿Le gustaría regresar a España a realizar el mismo trabajo que está desarrollando en el extranjero?

Sí. Yo veo que mi educación ha sido mayoritariamente pública y justo cuando estaba en posición de empezar a contribuir con mi mejor trabajo, el Gobierno suizo me contrató y para él trabajo ahora. Desde ese punto de vista, España hizo el esfuerzo y Suiza está aprovechándolo. Todos los científicos deben salir fuera y recibir el aire fresco de un ambiente internacional y cambiante, pero al menos yo, siento el compromiso de intentar devolver lo que se me facilitó de algún modo. El futuro dirá.

¿Cómo animaría a los jóvenes nazarenos para que se formen y persigan sus sueños?

Mi opinión es que, en general, no persigan sueños que no tuvieran desde niños. Los antiguos griegos ya decían que con frecuencia lamentaremos que nuestros deseos se nos concedan. Yo he tenido que admitirme a mí mismo que no soy tan listo como para saber lo que me conviene en la vida, y es que tener un sueño es creer que uno sabe lo que le conviene. Yo animaría a formarse todo lo posible, porque te concede más y más libertad para elegir tu camino y estar siempre atento y alerta para captar las oportunidades que nos pasan rozando. Me parece a mí que nuestra intuición está mejor preparada que nosotros para ver el camino.