Antonio Rangel: el pintor jubilado que ahora dibuja sonrisas

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Antonio Rangel
Antonio saluda al Príncipe Felipe en su visita a Dos Hermanas el 19 de abril de 2002.

2011

Con su brocha encaló barriadas enteras de Dos Hermanas. Ahora, a los 80 años, se dedica a ayudar a los demás

Puede que Antonio Rangel pase desapercibido por las calles de Dos Hermanas. Su aspecto (gafas oscuras, cabello cano) no le distingue de otros señores de su edad. Sin embargo, podría llevar la capa de héroe, porque lo es, aun sin saberlo. Va por la vida de sencillo. Su mirada es sana e inocente como la de aquel niño que nació en Los Molares en 1931. Ahora tiene 80 y, como cualquier jubilado, podría dedicarse a descansar. Tantos años de brocha y andamios merecerían un sofá de por vida. Pero él se echa a la calle cada día y solo se va a la cama si ha provocado una sonrisa, si ha llevado consuelo al que sufre. Es el presidente de la Junta Local de la Asociación Española contra el Cáncer.

Pintor de brocha gorda

Llegó a Dos Hermanas pequeñito y de carambola, como tantos. A su padre, guardia civil, le dieron destino en el cuartel de El Palmarillo. Fue aprendiz en la barbería de Joselito; también picó piedra, hizo carbón, fue portero del Sevilla y del Dos Hermanas y trabajó en Lissén, donde conoció a Modesta Vaquero, una pizpireta escogedora con la que acabó casándose ante la Virgen de Valme, un 12 de octubre de 1951. Pero donde Antonio encontró su profesión definitiva fue en la pintura. En Dos Hermanas corrían tiempos de construcción. Pintó los pisos de barriadas nuevas como las “Casas Baratas”, San Pablo, La Victoria y dos veces la Plaza de Abastos. De lo que más orgulloso se siente es de haber encalado la fachada y la torre de Santa María Magdalena. “Con el dinero que gané compré los muebles de mi casa”, nos cuenta. Fue su primera vivienda: de aquiler en “Patio Banderas”, un patio de vecinos de La Jarana. Después, en 1962, estrenaría con su mujer y sus dos hijos (José Manuel y Dolores) una de las “casas baratas” que él mismo pintó en la calle Águilas.

Antonio Rangel
Con su mono pintando una fachada en calle Romera. Delante de él, su compañero Antonio ‘El Gorrión’.

Tras 18 años en Marbella (allí creó -para pintar Puerto Banús- su propia empresa de pintura, en la que tenía contratados a 75 trabajadores), regresaron a Dos Hermanas en 1980. Realmente nunca se fueron. La nostalgia los traía aquí cada dos por tres. Eran tan frecuentes esos viajes en su Seíta por la carretera de Ronda, que hasta se sabían el número de curvas: 562. En una de ellas les dio el alto un día la Guardia Civil, que andaba loca buscando a un fugado de la cárcel llamado ‘El Lute’.

Antonio siguió pintando, pero sentía que podía hacer cosas por los demás. Un día, en 1987, ayudando a un niño del barrio a construir un pandero, se le ocurrió, junto a su hijo, organizar un encuentro vecinal para evocar juegos antiguos como la comba, la lima o el pique. Uno llevó una tortilla; otro, los refrescos; otro puso un toldo, y así surgió la primera velaíta de las Casas Baratas y, más tarde, la Asociación de Vecinos “Valeme Señora”, de la que Antonio es presidente desde hace más de 20 años.

Por si no fuera suficiente ese “charco”, Antonio se metió en otro en 1996. La hospitalización de su hija por una operación le obligó a pasar muchos días en el Hospital de Valme. Allí vivió de cerca las vicisitudes de los enfermos de cáncer y sus familiares, y constató que no había asesoramiento ni ayuda para ellos. Surgieron así los primeros voluntarios y se creó la Junta Local de la Asociación Española contra el Cáncer, que primero presidió Antonio Burgos y después él. No hay día en que Antonio no cruce Dos Hermanas de un lado a otro, haciendo rifas, convocando charlas, colaborando con Cruz Roja y la Hermandad del Cautivo (la suya) para recabar ropas y alimentos. Entre otros logros, en estos años han dado lecciones a mujeres operadas de laringe para que puedan volver a hablar y han habilitado una residencia para familiares de enfermos mientras estén hospitalizados. Antonio es así: todo para los demás. Gracias, Antonio…eres un ejemplo.

En las inundaciones de Ecija, cogió un camión y se fue a repartir mantas

Antonio RangelSer solidario es una condición humana de la que Antonio anda muy sobrado. Hace unos meses, en las navidades de 2010, los informativos de televisión mostraban el sufrimiento de 3.000 vecinos de Écija, que se quedaron sin casa por el desbordamiento del Río Genil. A Antonio sólo se le ocurrió una cosa:  pedir prestado un camión, recorrer Dos Hermanas pidiendo mantas, muebles y alimentos y, junto a su hijo y un amigo, plantarse en Écija el día de Nochebuena para repartirlos a quienes no tenían nada con que celebrarla. Gestos honrosos como ese lo dicen todo sobre él. En la foto, le vemos con el primer grupo de voluntarias de la Junta Local de la Asociación Española contra el Cáncer (1994) con sede en calle Virgen del Pilar, en barriada del Rocío.