En la calle abría sus puertas la bella casa del carpintero José Salguero Martín
Continuando con una pequeña biografía de mi abuelo Antonio Alonso Madueño, seguiré diciendo que en la II República perteneció al derechista partido Acción Popular del que fue vocal en la junta local, como ha documentado el abogado Manuel Ángel Jurado. Acción Popular, fue un partido conservador y monárquico, fundado por el abogado Ángel Herrera Oria (1886-1968), luego sacerdote, obispo de Málaga y cardenal de la Santa Iglesia. El mismo fundó con el jesuita padre Ángel Ayala Alarco (1867-1960) de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas. Acción Popular fue el núcleo principal de la Confederación Española de Derechas Autónomas (C.E.D.A.) del político y catedrático de Derecho José María Gil-Robles y Quiñones de León (1898-1980). La C.E.D.A llegó al poder en el, llamado por las Izquierdas, Bienio Negro (noviembre de 1933-febrero de 1936) y también acaso con más propiedad bienio conservador y contrarreformista. Mi abuelo fue concejal en el mandato como alcalde de don José María Gómez Claro (7-VIII-1934 a 21-II-1936) del Partido Radical del presidente del Consejo de Ministros Alejandro Lerroux García (1864-1949). Después, y en esto hay una enorme duda en la familia y él nunca habló del tema, parece ser que perteneció a Falange Española siendo el que guiaba a José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia –José Antonio para la historia menor y mayor de España- por las calles de nuestra villa cuando venía a ella.
Tuvo también un destacado papel en 1936, siendo capataz del cortijo de Cuarto, salvando la ermita de Nuestra Señora de Valme de las turbas revolucionarias y escondiendo en el mismo cortijo por un lado a obreros izquierdistas de la Salud para protegerlos de los sublevados y. por otro, al marqués de Monteflorido, administrador del mismo Cuarto, al que metió en un pajar para guardarlo de las Izquierdas. Así que de republicano nada. Era monárquico alfonsino a machamartillo y hombre de Derechas aunque muy respetado por la Izquierda, a la que él también respetaba, siendo muy amigo del último alcalde republicano de la villa el socialista don Manuel Rubio Doval (21- II- 1936 a 21-VII-1936), Manolo ‘Pichón’, que gobernó hasta el Levantamiento militar y murió alevosamente asesinado en la represión franquista. Eso sí, mi abuelo fue concejal durante la II República y puede que falangista al igual que mi tío José Pérez Iborra, y eso sí que está documentado pues conservamos su carnet, era carlista -concretamente parece ser que llegó al cargo de Secretario de los Requetés carlistas- lo que no quiere decir que mi tío, también acendrado monárquico, no coqueteará como coqueteó con la rama de nuestro rey Felipe VI, la rama alfonsina de los Borbones, a la que profesó siempre lealtad mi abuelo y ha seguido siempre leal nuestra casa. Y, hecha esta aclaración, creo que necesaria por las dudas que ha suscitado entre el vulgo de nuestros lectores –tanto de Jesús Barbero Rodríguez como míos-, diré por último que mi abuelo fue pelantrín y tratante de ganado, aparte de capataz de Cuarto y guarda de El Coperuelo. Así pues, seguiré con la calle Alcoba, de la que mi abuelo fue destacado vecino, como bien dice mi compañero en estas lides.
En la calle Alcoba -e iré un poco a vuelapluma desgranando mis recuerdos y los de mi gente- vivieron o viven a lo largo del XX y XXI muchos personajes destacados. No diré quién era obrero –según una terminología propiamente marxista- o no. Averigüe Vargas y quien quiera saber que vaya a Salamanca. Vivía, por ejemplo, el veterinario don Francisco Miranda Pasán y su esposa doña Carmen Corral. Pertenecía don Francisco a una familia de servidores del Palacio Real de Madrid y era –con don Marcelo Lillo Hernández que vivía en los Jardines de la Pimienta y fue yerno del mítico médico don Manuel Calvo Leal- uno de los veterinarios típicos de mi niñez nazarena. Su esposa fue la impulsora de que vinieran a la villa las Religiosas de Nuestra Señora de la Compasión, las Compasionistas, congregación moderna y avanzada donde las hubiera que tanto ha contribuido a la enseñanza en la villa, hoy ciudad. Igualmente, puedo hablar del abogado nazareno Isidoro Junguito Moreno, de destacada familia de la burguesía nazarena, casado con la almonteña Ana Carrión Espinosa, hija de don Heliodoro Carrión Mondaca, el gran alcalde almonteño del Franquismo, y de Amparo Espinosa Salazar, perteneciente, y con mucho, a una de las familias más ricas y encopetadas de Almonte y su vecino Condado – Almonte como Aljaraque, Huelva y San Juan del Puerto era una de las cuatro villas que no formaban parte propiamente del Condado de Niebla, perteneciente a la casa ducal de Medinasidonia-.
Procedían los Espinosa de las localidades pacenses de Bienvenida y Usagre. A su vez, vive en la calle Diego Luis Justiniano Arquellada, hermano mayor que fue de Valme –y ya se sabe lo que supone eso en Dos Hermanas- perteneciente por su padre nada más y nada menos que a la patricia familia genovesa de los Giustiniano, que pasaron a Sevilla y muy tardíamente a Dos Hermanas, y por la madre a la muy hidalga familia nazarena de los Arquellada, que fueron escribanos del cabildo de la villa como es sabido y se opusieron al poder de los Pedrosas, marqueses de la Dos Hermanas. Diego Luis Justiniano está casado con Carmen Reina, de familia netamente nazarena, hija del famoso maestro de obras ‘Gili’, del que ya se ha hablado en mis artículos y cuyas casas se conservan todavía embelleciendo la ciudad.
De la misma forma, tenían casa en la calle, dando ambas en su fachada a la calle Lope de Vega, el comerciante de Arcos de la Frontera Federico Torralba García, que poseía también gran tienda en la calle Real Utrera, y el panadero ‘Pilongo’, que regentaba una de las más famosas panaderías de la Dos Hermanas del siglo XX, que luego pasó a una conocida familia alcalareña, los Gómez. De la misma manera, vivía en la calle el carnicero de Luis Pedrera Santamaría, uno de los mayores contribuyentes de la población, casado con la prima hermana de mi abuela Ana Rubio Muñoz, hermana del mítico Antonio ‘Macandro’. Igualmente vivían -y vive su sobrina María Elena- las gentes del tonelero Enrique Varela Porrero, casado con Carmela Prior, cuya gran casa daba a Alcoba y San Alberto, las conocidas gentes de ‘Loreto’, que tenían un afamado taller de tonelería.
Otro vecino es mi tío Antonio Alonso Muñoz, pescadero de la plaza de Abastos, mítico, entre otros, hermano mayor del Rocío, casado con mi tía Carmen Cardona Mejías, de la nobilísima estirpe de los Cardona, una de las más importantes de la Corona de Aragón que dio a Sevilla su arzobispo don Jaime de Palafox y Cardona (1684-1701), familia que, mira por donde, vino a parar a nuestro pueblo. Por su madre mi tía pertenece a la familia de los Mejías, de apodo ‘Puyas’. En la calle, además, se abren las dos casas de la hermandad del Rocío, corporación que con el Gran Poder -que pasa por la vía en la madrugada del Viernes Santo-, da una importante seña de identidad a la calle. Una de dos casas, la vieja, se compró siendo hermano mayor mi tío Antonio –en cuyo mandato se ejecutó también la actual carreta- y la segunda, la nueva, gracias al impulso de mi tía Pepita Alonso Muñoz, modista y gran camarera del simpecado nazareno de la misma cofradía rociera durante dieciocho años.
También convendría hablar de mi tía Ana María, mi tía madrina, maestra especializada en Jardín de Infancia, perteneciente al Instituto Secular Alianza en Jesús por María –fundado por el sacerdote guipuzcoano Antonio Amundarain Garmendia (1885-1954)- y secretaria y presidenta local de la Unión Nacional Eucarística Reparadora, antiguas Marías de los Sagrarios Calvarios, fundadas por el gran arcipreste de Huelva y obispo de Málaga y Palencia el sevillano San Manuel González García (1877-1940), llamado el ‘Obispo del sagrario abandonado’ o el ‘Apóstol de los sagrarios abandonados’. Mi tía además perteneció a varias hermandades como el Rocío y Santa Ana. Mis dos tías residieron casi siempre, menos el período que vivieron en Cuarto o en la venta de su bisabuela Ana Madueño Caro, la ‘Pelá’, viuda de mi bisabuelo Juan Miguel Alonso Penálver, en la casa familiar de la calle.
Pero puedo citar muchos más vecinos como Francisco Barbero Rodríguez -primo hermano de los Rodríguez Martín, los ‘Chapales’- que fue exornista de la carreta de Nuestra Señora de Valme o el gran letrista Federico Alonso Pernía, que todavía vive en la calle. Entre los artistas también recuerdo al famoso Gran Simón, que vivía en la calle con su esposa, y que fue transformista en los tiempos en que aquello era todavía raro.
Otros vecinos fueron, por ejemplo, Milagros Rodríguez de Dios de la gente de los ‘Caques’, sobrina de un capataz de la Dehesa de Doña María, y su esposo. También vivía la palaciega Anita Parrales, madre de los hermanos Alonso Parrales y mujer de un hermano del Rocío Rafael Alonso Carbajo o Josefa de Dios de Cos, la del ‘Caque’, nieta de Dolores Jiménez López, Dolores la ‘Cocorera’, familias ambas –‘Cocoreras’ y ‘Caques’- muy vinculadas con nosotros, los Caro –apellido matriz de los ‘Pelaos’- a la fundación de la hermandad del Rocío, cuyo camino hacían con la hermandad de Triana –madrina que es de la de Dos Hermanas- como nosotros lo hacíamos con la hermandad de Coria del Río, por lo que mi tío Manuel Castro Caro decía siempre -tirando para nuestra gente, su historia y nuestros orígenes- que la madrina debería haber sido Coria.
Igualmente, en la calle vivía el carpintero José Salguero Martín, cuya carpintería abría sus puertas a la calle Rosario, casado con Ana Caro Madueño, prima hermana dos veces de mi bisabuela Ana Madueño Caro, conocida la primera por la ‘Primita’. Este matrimonio, muy devoto –visitaba por ejemplo los viernes al Cautivo de San Ildefonso de Sevilla- tenía una bellísima casa llena de obras de arte, que yo tuve ocasión de admirar mientras existió. Las hijas eran Jesús, María y Valme, la última de las cuales también vivió en la calle. Su hijo, el también carpintero José Salguero Caro, casó con María Tamayo Durán, de la gente de los ‘Alcucillas’, criada en la casa de la Cruz de Alcucillas- al parecer una de las del antiguo Víacrucis que recorría el pueblo hasta las Cruces del Calvario- que corresponde a donde hoy se abre el Bar El Niño. Este último matrimonio tenía un hijo –José, a su vez carpintero como su padre y abuelo- y dos hijas, María Dolores y Ana María.
Otras vecinas eran las ‘Jamelas’ o Gemelas Dolores y Elena –ambas solteras-, María del Carmen Montañés –mujer que me llamaba mucho la atención en mi niñez por su porte- Anita García de la gente de los ‘Realistas’ –que todavía vive en la calle-, las hermanas Gómez –que confeccionan los faroles de la carreta de Nuestra Señora de Valme-, con su madre y su hermano Joaquín el pintor, Mateo –recientemente fallecido- y su esposa Concha -ambos naturales de Pruna-, Antoñita Rivero Monterior -hermana del médico y alcalde de Dos Hermanas que consiguió para la villa el título de ciudad, don Manuel Rivero Monterior que ocupó la alcaldía entre 22 de noviembre de1973 a 31 de julio de 1975- y su esposo, etc.
Y se me queda corto el espacio. Termino, pues, por hoy este pequeño artículo que veo que tendré que continuar en una tercera entrega donde seguiré hablando muy a vuelapluma de los vecinos de mis tiempos de la vieja calle Alcoba.