En esta vía se han guardado mucho las tradiciones de la vieja Dos Hermanas
Acabamos hoy estos breves apuntes sobre la castiza calle Alcoba hablando de otros vecinos que en ella se asentaron. Vivió, por ejemplo, en ella la ecijana Elisa Ostos, tía del torero Jaime Ostos, perteneciente a una encopetada familia de Écija que junto con otras como los González de Aguilar, los Fernández de Bobadilla, los Martín, los Osuna, los Tamarit-Martel, los Fernández de Córdoba y otras formaban –y forman- la alta sociedad ecijana.
También vivía el corredor de aceitunas Andrés Trujillo, natural de El Saucejo, y su esposa la nazarena Josefa Rubio Caro, con sus hijos Andrés, Mari –que fue camarera de la Virgen de Valme- y Ana, la que siempre conocimos como ‘La Chica’, directora que ha sido del instituto Cantely. Mari estaba casada y vivió con él en la calle con Ignacio Plaza Sánchez que trabajaba como lo había hecho toda su familia –los conocidos por los mayores como los ‘Grazalema’- en Ybarra. El matrimonio tuvo cinco hijos: María José, Ignacio, Víctor, Carlos y Jesús. También fue vecina de la calle Concha la de las Perras. En su casa luego vivió Dolores Ramos, ‘La Nena’, madre del conocido cofrade Pepe Ortega Ramos, con su hija Lourdes. Enfrente vivía el oficial del juzgado José Navarro Muñoz –fiscal de Vera-Cruz- y su esposa Isabel Porrero Mateo con sus hijos José Manuel, Antonio, Loli, Juan Carlos y María Isabel. Al lado, junto a la casa de mis abuelos, de estos vivía Salvador Gago, que trabajaba en ‘Los Amarillos’, y su esposa María Polo Castillo con sus hijos Salvador, Pepi y Manoli.
En el otro lado de la casa de mis abuelos vivió Cipriana y su hermana Adela, naturales de Villafranca de los Barros, con el hijo de la primera hijo Gabriel Otero y su mujer Antonia de Dios Jurado y su hijo Gabriel, que fue el primer amigo que recuerda el autor de estas líneas. Luego, habitó en esta casa una familia de Ronda, los Roldán Martagón, con sus numerosos hijos.
También vive en la calle Alcoba María Pepa Núñez, viuda del alguacil Francisco Alcocer. Otro vecino es el zapatero Navarrete, al que hemos dedicado un artículo en estas páginas. A su vez vivió Dolores Domínguez, ‘La Menúa’ y su hijos Fernando, Juan, Dolores y Antonia, Esta última también vivió en la calle con sus dos esposos, un De Dios, de la gente de los ‘Caques’ y un Serrano, natural de Utrera. Era Antonia, por cierto, una mujer enormemente inteligente y, en mi casa, donde dos de las mujeres habían estudiado, se decía que si Antonia hubiera accedido en sus tiempos a los estudios hubiera llegado a catedrática, lo que podemos asegurar dada su sabiduría innata que llamaba mucho la atención. Sus hijos fueron: Curro, graduado social que murió prematuramente, Juan, Fernanda, Rocío, Valme y Mari, que han formado una extensa familia.
De la misma manera, vivían en la calle Alcoba la gente del capataz de la carretera Antonio Sánchez Castillo, natural de Rute, y su esposa Joaquina Montes Muriel, natural de Lucena. Tuvieron numerosos hijos y todavía vive en la calle su nieta Carmelita Rodríguez Sánchez casada con Fernando Monge. Igualmente habitaba en la calle el matrimonio formado por Joaquín Carballido Muñoz y Patrocinio Jurado Pérez, de la gente de ‘Mairena’, y su hija Dolores, casada con Sebastián Redondo Sánchez, natural de Rute y que había venido con la gente del capataz de la carretera. La hija de estos últimos, Carmelita, casada con Eduardo Moreno Pérez –hermano del hermano mayor de Valme en la coronación, el tan conocido Manolo Moreno- vivió a su vez en la calle con su marido y su hijo David. Otra Carballido Jurado, María, casada con un Lozano también habitaba en la calle. Conocimos ya muy mayor a Patrocinio Jurado que llegó a conocer nietos y biznietos, en un tiempo en lo que esto último no era muy común. También vivía otro empleado de autobuses Germán Rafo y su esposa Dori, natural de Ronda, con sus hijos Narciso, Blas y Mari Paz. A su lado vivía Mariquita la Monterita, famosa sastra que cosía ropa de campo por lo cual era muy solicitada. Vivía con ellos su sobrino Pepe, que siempre trabajó en Los Amarillos, y su esposa Concha, con sus hijos Enrique, que es médico, e Ignacio. A su vez, vivía otra sobrina llamada también Mariquita que era costurera y que hablaba, por cierto, con delectación de la boda de mis abuelos en la cual llevó mi abuelo traje de treinta pesetas. Igualmente, habitaba la calle la gente de Carbonell, con Remedios, viuda de Tristán, con sus cuatro hijos; Juanito, casado con Consuelo que no tenía descendencia; Remedios, casada con Ruperto Sánchez y padre de Manolo, Pepe y Remedios; Pepe casado con Ana y padre de varios hijos y Antonio, casado con Dolores Carballido Macías y madre de Rafael, Antonio y Remedios. Igualmente, conocimos en la calle a la ‘Chica la Pilonga’, divertida vecina a la que recordamos mucho, a Anita ‘La Choleja’, a Francisca que todavía vive, a Joaquín Fernández Mejías y a su esposa Joaquina, a Alonso Carballido Cotán, casado con una ‘Garbanza’, que es un conocido cofrade y que vivía donde hoy se asienta la casa nueva del Rocío, a María la del Azúcar, casada con Valdivia, destacado socialista, a la familia de don Manuel Benítez Rufo, alcalde comunista que fue de esta ciudad y que venía del pueblo pacense de Monterrubio de la Serena, donde había acontecido de todo por tocarle en primera línea de batalla durante nuestra cruenta Guerra Civil, a Conchita la de Donato, a Isabel Márquez Hidalgo, su madre y su esposo e hijos, etc. etc.
Y ya hablando de vecinos más modernos podemos citar a Inmaculada Torres Sánchez, a Emilio Mendo Justiniano –otra vez el noble apellido Giustiniano o Giustiniani en nuestra calle- que viven con sus respectivas familias o a César López García de la Vega, hijo de Juan José López Gómez, famoso médico de la ciudad de la gente de los ‘Chamorros’, y de su segunda esposa Rosario García de la Vega Salguero.
En fin, somos conscientes de que nos han quedado muchas familias en el tintero pero tenemos que acabar esta semana. Nos queda el consuelo de que de otros vecinos se ha hablado en el artículo que hace mucho tiempo dedicamos a esta singular y antigua vía, donde vive o ha vivido una población muy mezclada y de muy diversos oficios pero que tiene, como seña de identidad, guardar las tradiciones nazarenas, de las que muchos de sus vecinos han sido grandes abanderados.