Carmen Domínguez Martín

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Carmen Domínguez

“Pasábamos todo el día en el kiosco pero me gustaba y estaba muy contenta”

Pese a que tiene 83 años, Carmen Domínguez tiene una envidiable memoria, vitalidad, energía y buen humor. Así la hemos conocido en el kiosco de ‘Los Jardines’ durante más de seis décadas y siempre junto a su marido, Paco. Hace años que se jubiló pero sigue siendo muy querida en Dos Hermanas y sus paisanos se lo demuestran.

Carmen, toda su vida en el kiosco…
Bueno, yo he trabajado también en los almacenes, junto a mi madre, cogiendo las aceitunas que se caían al suelo. Después con 7 años me fui a ‘servir’, a la calle Real y haciendo ‘mandaos’ conocí a mi marido. Con 9 años ya trabajaba con él vendiendo leche; después, mi suegra puso un ‘tablerito’ para chucherías y estábamos en la puerta de la Iglesia, mi cuñada y yo. Ese fue el principio del kiosco.

Y de estar las dos, el negocio creció hasta el punto que está toda la familia en él.
Mis suegros venían de Utrera; vendían mostachones en la plaza, después tuvieron vacas y vendían leche,… El kiosco nos lo dejaron a mi marido y a mí. Después del ‘tablerito’ vino un ‘carrito’ y luego un puesto, no como el de ahora. Y siempre en la puerta de la Iglesia.

Tener un kiosco, ¿ha sido sacrificado?
Nosotros echábamos muchas horas. Se cerraba a las 2 o las 3 de la mañana y a las 5.30 o las 6 se abría porque teníamos que vender los periódicos. Trabajábamos mi marido y yo y mis cuatro hijos. Hacíamos turnos y bueno, pasábamos allí todo el día pero la verdad que a mí me gustaba. Y si había fiesta había que trabajar más pero me daba igual, yo estaba siempre contenta.

‘Carmelita’, que es como cariñosamente la llaman recuerda muchas anécdotas del kiosco.
Había una época en que poníamos una mesa con hielo y altramuces y yo pregonaba, como se le dice aquí a los altramuces… (risas) y diciendo que estaban fresquitos… Vendía “catufas” (chufas), castañas, frutos secos,… Tuvimos también un puesto de helados, en frente, donde está el monumento del Rey. Y cosas no tan buenas, una vez, se me cayó una palmera encima del kiosco y me sacaron por el mostrador. Y lo peor es que estaba embarazada de mi hijo, el más chico. Pero bueno, se quedó en un susto.

¿Está usted orgullosa de haber dejado ese legado?
Hombre, muy orgullosa. Hemos vivido del kiosco y siguen viviendo mis dos hijos (los otros dos q.e.p.d.) y mis nietos. No se puede pedir más.

La simpatía de Carmen es desbordante y su habilidad, más que loable. No sabe ni leer ni escribir pero ha llevado las cuentas perfectamente sin fallar. “¡Hasta los de los bancos me decían que no me engañaba nadie!”, afirma. Aparte, estar en ese lugar céntrico – aunque también tuvo una juguetería en ‘La Cañá’- y por donde pasaba tanta gente daba lugar a saber mucho… Sin embargo, la prudencia siempre fue su máxima y la clave de su éxito…

Una sevillana de Los del Río

Carmen, que viene de la familia de ‘Los pelao’, por su padre, y ‘Los Trompeta’, por su madre, nos cuenta que se siente muy querida por todo el pueblo; y de hecho, pasea y muchos la paran, y la saludan, se preocupan por ella… “Los del Río me quieren mucho y yo a ellos y fíjate nos dedicaron hasta unas sevillanas:‘Jardines con naranjos tiene mi plaza/ con una fuentecilla con mucha gracia/. ¡Ay qué salero tiene el puesto de Paco, ay qué salero! donde van los chiquillos a por caramelos”. Pero, sin lugar a dudas, los que más la quieren son sus hijos, nueras, nietos y bisnietos.