Chápales cumple 100 años: “Lo peor del siglo fue ver gente fusilada por la calle”

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Manuel Rodríguez Martín «Chápales»
Manolito Chápales, hace unos días en la calle Antonia Díaz, donde tuvo una de sus tiendas.

Manuel Rodríguez se siente orgulloso de Dos Hermanas, “donde me conocen hasta los gatos”. Entre sus planes no está el de morirse

El próximo 3 de octubre cumplirá un siglo. Pero a Manuel Rodríguez Martín le gusta que le digan “Manolito”. Lo de “Chápales” es un apodo que ya traía el padre y cuyo origen nunca se ha resuelto. Llevó a la tintorería su traje “Príncipe de Gales”, pero no ha estado a tiempo y me recibe, sonriente y guasón como siempre, con un elegante traje marrón, bastón y sombrero.

¡Nos vas a enterrar a todos! ¿Cuántos años quieres vivir?

Lo que Dios quiera viviré. Todos los días voy al Sagrario. El Cristo Abandonado se queda mirándome y le digo: ¡No me mires así, que no vengo a pedirte nada… sino a darte las gracias! Soy un privilegiado.

¿Cómo estás de achaques?

De joven tuve una lesión en el pecho, y no fui a la mili por estar convaleciente. Y con 18 años me pegué un tiro fortuito en la mano, cuando bromeaba con una pistola que estaba cargada sin yo saberlo. Ahora, aparte del infarto que me dio, estoy perfecto. Todos los días salgo a pasear o me pongo a caminar por el pasillo de mi piso. Cada vez que llego al final pongo un garbanzo en un plato, y no paro hasta que hay 50. Y todas las noches me dan masajes en los pies. La vida es como una carretera: hay que ir con precaución, sin cometer excesos.

Dime tu mejor virtud y tu mayor defecto.

Soy un poco cascarrabias. Y la virtud, la sinceridad. El mismo Ruiz Mateos, cuando hice negocios con él, me dijo que nunca le había hablado nadie tan claro.  Mi padre me aconsejó que fuera una persona honesta y seria, y eso hice. He dormido muy tranquilo siempre. El mejor legado que puedo dejar es que nadie podrá decirles a mis hijos que su padre le ha engañado.

Si cierras los ojos y recuerdas tu infancia, ¿qué ves?

Las escuelas del Ave María. Dos Hermanas nunca pagará lo que esa escuela hizo por los nazarenos. Las empresas esperaban a los niños que salíamos de allí, porque estábamos preparados. Además, nos enseñaron a ser patriotas. Todos los días arriábamos la bandera. Tampoco olvidaré una guantá que me dio un día Doña Leopolda. ¡Todavía me está doliendo..! 

Cuéntame cual es el mejor y el peor recuerdo de tu juventud. 

Lo peor fue ver a la gente fusilada en la calle, en 1936. Por mi puerta pasaban los camiones llenos de cadáveres. Venían de matarlos en Barranco. Fui el segundo en entrar en la iglesia en llamas, después de Laurentino Renes. Recuerdo que vi al Gran Poder con el agujero de un disparo en la túnica. Mi padre era contratista de obras,y ayudó a reconstruir el altar mayor.

Y el mejor recuerdo es mi infancia en sí. Tenía seis hermanas pendientes de mí, y eso me perjudicó porque era un niño mimado. De pequeño fui a la tumba de un hermano que no conocí, y vi que se llamaba Manuel como yo. Entonces me enteré de que me pusieron el nombre de mi hermano muerto.

Manuel Rodríguez Martín «Chápales»
Manolito Chápales, en 1940, con 19 años.

Fuiste funcionario 40 años, entre 1936 y 1976. ¡Toda una vida en el Ayuntamiento! 

He conocido a 11 alcaldes. Entré de meritorio y salí de jefe de Administración de Renta y Exacciones. Yo era el encargado de la recaudación de impuestos del cementerio, el matadero y el mercado. Siempre fui muy exigente. Cuando me veían venir, decían: “Vámonos, que ahí viene el Chápales”. Nunca me aproveché de mi cargo ni pasó por mis manos un solo céntimo. 

¿Cómo fue de dura la posguerra en el Ayuntamiento?

He tenido que convivir con gente que ha apretado el gatillo. Yo me rebelaba ante los abusos. Un día vi a un municipal dándole una paliza a uno porque estaba en la cola del azúcar y se había ido a orinar. Lo denuncié.

Has sido una persona muy emprendedora, con buen olfato para el negocio, ¿no?

Sí, monté una academia de taquigrafía y mecanografía, fui director del Banco de Sevilla y corresponsal del Banco de Andalucía, y en 1950 abrí la primera tienda de electrodomésticos en la calle Real. Entraba con el coche pitando los domingos y molestaba a la gente que daba su paseo, así que me trasladé a El Arenal. En Antonia Díaz abrí “Créditos Romanos” (que significa Rodriguez Hermanos). Traje a Dos Hermanas las primeras compras a plazos y las primeras lavadoras, planchas, radios, coches de bebés… Tenía la exclusiva de la Casa Philips e Hispano Olivetti entre otras, y también fui el primero en vender aquí las Vespas.

¿Cómo ves la política de hoy? 

Estoy decepcionado, he dejado de votar. Mira a Rodrigo Rato y a Mario Conde, en la cárcel. Yo fui franquista, pero Franco debió irse antes, duró demasiado. Adolfo Suárez disolvió la Falange. Ese señor debería tener un monumento en cada pueblo. 

¿Eres monárquico?

Ni monárquico ni antimonárquico. He sido muy admirador de la reina Sofía, pero como sea verdad que usaba tarjetas black se va a derrumbar mi concepto de ella. 

Las mil anécdotas que me cuenta Chápales no caben en esta página. Antes de despedirnos me habla con pasión de su esposa, Carmen Ruiz García, recientemente fallecida.  ¡Feliz cumpleaños, Manolito!

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