Conmemoración de los veinticinco años de nuestro periódico El Nazareno

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El Nazareno

En nuestro periódico El Nazareno hemos dejado parte de nuestra vida e ilusiones un florido grupo de profesionales

Por un lado es fácil, por el otro difícil, hablar de lo que significa para mí escribir sobre ‘El Nazareno’. Han sido veinticinco años, con algunas interrupciones, al pie del cañón escribiendo en este periódico en, por y para Dos Hermanas, uno de los mayores amores de mi vida. Para nadie es un secreto que, aunque he escrito de innumerables pueblos –me cuesta mucho confeccionar la lista aunque calculo que rondan los cincuenta-, Dos Hermanas es mi gran amor y mi gran pasión por la que estaría dispuesto a dar la vida y que, aunque he vivido en otros pueblos, ninguno mejor para residir que en el mío y eso que he disfrutado de lo lindo en todos ellos y he tenido la suerte de habitar en localidades tan interesantes como El Rocío, Plasencia, El Puerto de Santa María, Villamartín, Almonte –por brevísimo tiempo- Huelva, El Ejido, Campillos, Casariche, Archidona y Albox –también por brevísimo tiempo- siempre he echado de menos a mi queridísima ciudad, mi pueblo del alma. Y en mi pueblo del alma, para mí ocupa un lugar fundamental este forjador de la conciencia local que es ‘El Nazareno’. Para mí, ha sido el foro donde he podido volcar el gran cariño que siento por mi patria chica, y eso que paso fuera de ella mucho tiempo de la semana volcado como estoy en múltiples viajes largos o cortos. Pero mi parroquia de Santa María Magdalena es mi parroquia, mi hermandad de Vera-Cruz es mi hermandad, mi hermandad del Rocío es mi hermandad del Rocío, mi Virgen de Valme es mi Virgen de Valme, mi Santa Ana es mi Santa Ana, mi San Sebastián es mi San Sebastián, mi Virgen de los Dolores es mi Virgen de los Dolores, mi Colegio de la Compasión es mi Colegio de la Compasión, los comunistas, los socialistas y los populares de mi pueblo son los comunistas, los socialistas y los populares de mi pueblo, los grandes deportistas de mi pueblo son los grandes deportistas de mi pueblo, los almacenes de aceitunas de mi pueblo son los almacenes de aceitunas de mi pueblo, mis amigos los Plaza ‘Los Grazalemas’ son mis amigos los Plazas los ‘Grazalemas’, mis amigos los Jiménez Lara de Posadas son mis amigos los Jiménez Lara de Posadas, mis amigos los Gómez ‘Los Chamorros’ son mis amigos los Gómez ‘Los Chamorros’, mis amigos los Mauris son mis amigos los Mauris, mis amigos los Jurados ‘Los Rubiocheles’ son mis amigos los Jurados ‘Los Rubiocheles’, mis primos hermanos los Calderón y los Alonso, los Caro- los ‘Pelaítos’, los Menas y los ‘Coronas’- los Sutil Rubio, –los Macandros- los Sánchez Madueño–la gente del Plantinar-, los Blanco –los Blanquitos- y tantos primos segundos, terceros, cuartos y quintos –no me importa que cuartos y quintos sean parentesco limpio ya que dice el viejo decir “primos terceros parentesco entero, cuartos y quintos parentesco limpio”- son mis primos en todas sus categorías, los juegos de mi pueblo son los juegos de mi pueblo, los motes de mi pueblo son los motes de mi pueblo, etc. En fin, lo que quiero decir es que de todo de Política, de Deportes, de Música, por supuesto de Religiosidad, de Literatura, de Genealogía, de las relaciones con otros pueblos, de apodos, de las familias de la ciudad, del Comercio, de infinidad de temas he escrito en las páginas de este periódico, siempre con la benevolencia y el apoyo de José Luis Olivares Arenas, nuestro director.

He intentado, pues, volcar mi amor por mi queridísimo pueblo y he podido comprobar que no he estado sólo. Mis compañeros del periódico como el gerente y socio fundador Paco Delgado Rodríguez, Agustín Varela, Paco Povea, Alberto García Reyes, Laura Rocha, Valme Caballero, David Hidalgo, Darío Aranyo, Juan Manuel Rodríguez Jurado, Antonio Lozano, etc. han mostrado a su vez su amor por el pueblo con su trabajo constante, más o menos callado. Algunos han llegado al empíreo en el mundo del periodismo, de lo cual yo, que no soy periodista, me alegro y mucho. Es el caso de Alberto García Reyes, director adjunto del ABC y destacado pregonero.

Quiero hacer una especial mención a Valme Caballero, que tiene la sanísima costumbre de sugerirme temas, lo cual le viene estupendamente a una persona harto despistada como soy yo. Es una dura pensión escribir un artículo semanal de cinco o seis páginas. Yo reconozco, a pesar de todo, que lo escribo con mucho gusto porque lo hago, como he dicho en, por y para mi pueblo. Las atinadísimas sugerencias de Valme me vienen como anillo al dedo.

También reconozco que hago perder la paciencia a Laura Rocha, la eficaz y entregada redactora jefe entregando, como entrego la mayoría de las veces los artículos en el último momento, lo que tiene su explicación pues, como soy tan agonía, escribo para muchas más revistas o presento comunicaciones y ponencias a diversos congresos, lo que me obliga a escribir prácticamente a diario.

Mas he hablado de mis experiencias en ‘El Nazareno’ pero cabe preguntarse qué significa nuestro periódico en esta gran ciudad, grande en todos los conceptos –singularmente en el religioso, y no me duelen prendas decirlo porque lo creo así en base a mi experiencia con otras poblaciones, en el cultural, el educativo y el deportivo, por no decir otros muchos-. Nuestro periódico es el más leído en la ciudad. Su formato enormemente atrayente, la manera de presentar las noticias, el rigor con que se escribe, todo hace que sea el preferido del público. Yo, por ejemplo, me enorgullezco mucho de pertenecer a la plantilla de ‘El Nazareno’ y me alegro de que mi página y la de mi compañero de toda la vida David Hidalgo Paniagua sean tan leídas. Tenemos oficios distintos: yo soy historiador, él es periodista, pero ambos compartimos nuestra afición a historiar Dos Hermanas y plasmamos este anhelo en ‘El Nazareno’. Lo malo y lo bueno, según donde se mire es que yo también quiero escribir de Puerto de Béjar, de Osuna, de Estepa, de Espera, de Alcalá de Guadaira, de Almonte, de Écija y de tantísimos pueblos sobre cuya historia he trabajado. De algunos de ellos he escrito en ‘El Nazareno’ porque sus hijos han venido a habitar entre nosotros. Y este es un rasgo muy importante de nuestro periódico que a veces se olvida. Se trata de la apertura, sobre todo en mi página, a otras localidades relacionadas con nuestra amada Dos Hermanas. Nuestra ciudad es hoy, gracias a Dios y a Santa María Su Madre de Valme, una ciudad cosmopolita. Yo me enorgullezco hoy en día de tener alumnos de tantos países y religiones distintas. Y este periódico siempre ha fomentado este carácter de Dos Hermanas. En esta tarea, que yo me he propuesto de estudiar la Dos Hermanas de los negros, los musulmanes, los sudamericanos, de los protestantes, de los mormones, siempre he contado con la ayuda de nuestro director, de José Luis Olivares Arenas. Eso dice mucho de él porque nos muestra que ve y vislumbra una Dos Hermanas abierta a los tiempos. La vieja aldea de los nazarenos, después lugar, después floreciente villa dieciochesca –sin ser una agrovilla grande como Carmona, Écija, Marchena u Osuna por poner cuatro ejemplos- propiedad de sus marqués, la gran ciudad industrial del siglo XX, se ha convertido hoy en los albores del XXI en lo que es, nadie lo dude, una gran ciudad cosmopolita, repito, agrícola –todavía posee un feraz campo-, industrial y de servicios.

Desde este periódico, se lucha por la integración de todos los nazarenos ya desde su misma fundación hace ya los relativamente lejanos veinticinco años. Es parte de la filosofía que anima a nuestra redacción, la creencia de que Dos Hermanas es una ciudad de todos: de las viejas familias de las que yo soy un pobre representante por pertenecer mi madre a una de ellas –como es sabido la de mi padre es forastera-, de las muchísimas familias que a lo largo del s. XX vinieron buscando el pan y la sal a la Dos Hermanas de la fábrica de yute y de los almacenes de aceituna y, por fin, de las muchas familias de la capital que se han establecido en busca de viviendas asequibles en nuestra ciudad o a la ola de nativos de infinidad de países que se han establecido en nuestra tierra. Creo que la Virgen de Valme tiene el manto muy grande y es capaz de albergar a todos.

Y con estas palabras acabo. Para mí, ‘El Nazareno’, mi periódico, el periódico más leído de mi pueblo es un medio de comunicación –como lo fue por ejemplo Radio Estrella- que ha contribuido, contribuye y presumiblemente contribuirá a crear una conciencia de ciudad en nuestra cosmopolita, abigarrada, señorial en muchos aspectos, moderna, universitaria, piadosa y muchos timbres de gloria más Dos Hermanas. Yo, modestamente, siempre he deseado la unidad de los nazarenos juntos todos por el bien del pueblo. Ello ha sido sin duda mi mayor anhelo. En esta lucha, repito, siempre he contado con el apoyo de mis compañeros, muy en particular de mi director. Vaya para él y para toda la redacción mi más sincero agradecimiento.