Crónica de Cuaresma y Semana Santa en Dos Hermanas (III)

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Llego hoy al Lunes Santo y a la procesión de Presentación al Pueblo. Salió y alteró su itinerario por miedo a las lluvias. Aun así hizo prácticamente su estación de penitencia y entró a horas muy tardías. El paso de misterio marchaba tan elegante como siempre a los sones de la consagrada Banda de la Hermandad. El Cristo vestía la inapropiada túnica blanca que le puso Herodes a Jesús considerándolo un loco y que sólo debe usarse en este último misterio. Por tanto, se trata de un error escriturístico. De otro lado, el paso se adornaba con clavel sangre de toro. La Señora de Amor y Sacrificio caminaba perfectamente ataviada con encajes y adornado su paso con sencillos claveles y gladiolos rosas, saliéndose de la tónica habitual de llevar las flores más sofisticadas de Dos Hermanas. Yo la vi bajar el puente y recogerse, y la cofradía desfilaba en loor de multitud acompañada por numerosísimos nazarenos. Fue una entrada emocionante por la pericia de los costaleros y de las bandas. Además, la hermandad este año volvía a salir y a entrar en su Capilla propia, lo cual veo acertado por ceñirse más a los cánones.

El Martes Santo era el día de la procesión de Pasión, nuestra popular cofradía de Las Portadas. Ese día había llovido abundantemente en las horas meridianas de la jornada, lo cual desaconsejaba la salida. Aun así, afrontaron el riesgo con cierta dosis de irresponsabilidad. En Sevilla ocurrió exactamente lo mismo con arriesgadas hermandades como el Cerro, los Javieres, San Esteban o San Benito –a la que le cayó la intemerata- e incluso a las que pudieron cumplir su estación como la Candelaria y la Bofetá. Aunque, por supuesto, no me alegre lo sucedido, considero que deberían haber usado la prudencia de otros años.

El Señor iba magnífico –tal y como debe ir siempre- con corona de espinas y potencias, y adornado su paso con clavel sangre de toro mientras la inefable Madre del Amparo adornaba su palio en tonos rosas, luciendo  un original rostrillo de encajes y un corazón alado de metal sobredorado, obra de Joyería Mije. Fue una lástima que no pudiesen realizar su procesión, pero las inclemencias así lo dispusieron y son incuestionables.

Amaneció, en cambio, un bello Miércoles Santo en que procesionó la cofradía de la Oración en el Huerto. La vi en las últimas etapas de su recorrido y en su concurridísima recogida. Para mi gusto es la entrada más popular de toda la Semana Santa nazarena y, por supuesto, una de las que atraen más público. El Cristo vestía su habitual túnica bordada y el paso se adornaba con una amalgama de flores de colores de exquisito gusto. La Virgen vestía un recogido tocado de encaje muy bien colocado y bastante acertado con respecto a la advocación de la imagen. Tan apropiada vestimenta otorgó a la dolorosa un añejo sabor muy propio de la Dos Hermanas que se nos fue.

La popularísima cofradía hizo, pues, una encomiable estación de penitencia, no alterada por las inclemencias meteorológicas.

El Jueves Santo fue día de misas in coena Domini y de Monumentos. En las primeras de la parroquia de Sta. María Magdalena y Ntra. Sra. del Amparo y San Fernando, los sacerdotes don Manuel Sánchez de Heredia y don Manuel Chaparro rescataron la ceremonia del lavatorio de los pies. Pero, en general, todas fueron muy solemnes y concurridas.

Por la tarde desfilaría la cofradía de la Cena que este año cambió la distribución del misterio, ubicando a Judas en la parte trasera de las andas señalado por San Bartolomé. El paso de misterio se adornaba con claveles y rosas rojas. En cuanto a la Virgen estrenaba saya bordada en oro de aplicación y se ornaba con un tocado de encaje de anchas cocas. La procesión realizó una bella salida y ha sido fama entre el pueblo que contemplaron  su recorrido muchos nazarenos. Espero que otro año pueda ver cumplido el itinerario la imagen de Jesús Humillado, que no sale desde hace varios años debido a la falta de los hombres de abajo.

Esa noche salió nuestra cofradía decana iluminada por la luna de Parasceve. Este año detecté un bonito detalle en la procesión como es el hecho de que los fieles que contemplaban el cortejo besasen las reliquias del Lignum Crucis y de San Sebastián, mientras unos lacayos vestidos de librea roja las limpiaban con sumo mimo.

El paso de Cristo se adornaba con iris morados, pues ya sabemos la falta del tradicional lirio. Echo mucho de menos el sudario del Señor que, en contra de la opinión de sus restauradores, creo que debe de colocársele al menos en el recorrido procesional.

La Virgen lucía un hermoso tocado cruzado, además de una saya burdeos bordada en aplicación, aunque es de notar que tiene tres bordadas en oro: Una negra, seguramente de comienzos del siglo XX; una blanca que es la que suele procesionar habitualmente, y otra de sencillísimo bordado de flores donada por Pepita Ocaña Rivas, mujer del que fuese alcalde de esta ciudad, don Manuel Rivero Monterior.

La procesión se veía impresionante en todo su recorrido, llenando con su seriedad y su majestuosidad la calle Real Utrera que une el centro con el viejo arrabal de San Sebastián, antiguos ruedos de la villa.

En la Madrugada salió una de las grandes devociones de la ciudad, Jesús del Gran Poder. Caminaba precioso con su túnica morada bordada que le daba un aire decimonónico a tan venerada efigie. El paso, a falta de los respiraderos, es fastuosísimo y de lo más llamativo que se ha hecho en Dos Hermanas en los últimos años. Se adornaba con clavel rojo. La Virgen, con un bello tocado, llevaba una de sus varias sayas bordadas , y el San Juan vestía bonita túnica y mantolín.

Este año pasó la cofradía ante la Capilla de Santa Ana, aprovechando el ensanche que se ha hecho –lamentablemente a mi parecer-  en la calle Real Utrera. Si bonita es la salida a las 3 de la madrugada, más bonita es la entrada en la fría mañana nazarena del día de la Pasión del Señor.

El Viernes Santo fue día de Oficios de la Pasión del Señor en las diversas iglesias de la ciudad, los cuales fueron como siempre, muy devotos y concurridos. Antes, el pueblo había adorado al Santísimo en el Monumento que contó con turnos de vela en templos como la parroquia de Sta. María Magdalena,  la del Ave María y San Luis y el Oratorio de la Obra de la Iglesia.

Esa misma tarde y sin que el tiempo se lo impidiese salió la popularísima cofradía de la Amargura. La Virgen caminaba bellísima con su tocado de raso y el Cristo –de inspiración castellana- iba tan impresionante como siempre. También se encontraba en el rico paso una imagen de Santa Ángela de la Cruz, titular de la confraternidad. Yo la vi en su presentación en San Sebastián y en las calles San Sebastián y Cristo de la Vera-Cruz hasta que llegó al barrio de la Jarana donde le cantó una impresionante saeta Mario Radio. Impresionantes también, como siempre, las Virtudes Teologales: Fe, Esperanza y Caridad y la Santa Mujer Verónica y muy bellas las mujeres de mantilla, detalle no típico de Sevilla excepto en alguna hermandad de barrio pero propio de esta singular cofradía nazarena por lo cual debe mantenerlo. La hermandad iba en loor de multitud, sobre  todo en sus barrios. Hay que destacar que el cortejo llevaba preste: el párroco del Divino Salvador don Francisco de Asís Bustamante Sáinz.  Era un detalle no sólo de piedad sino de buen gusto. En fin, a la procesión para mi gusto no le faltaba un detalle y dice mucho de esta popular y, antes que no hoy, humilde cofradía.

Y así, dejo por hoy esta crónica que abarca desde el Lunes al fin del Viernes Santo, dejando para el próximo día la crónica de las procesión de nuestra cofradía más oficial: el Santo Entierro, tan distinta y tan igual y representativa como la anterior.

En el próximo artículo hablaré también de otros detalles de nuestra Semana Santa como el acompañamiento del venerable clero, vestidores, músicos y costaleros aparte, por supuesto, del pregón de Semana Santa, que pronuncio Gregorio Sillero, que, últimamente siempre dejó para el final.