No era mi intención empezar hoy la crónica cuaresmal pero ante la inusual o acaso usual acumulación de acontecimientos la comenzaré aunque prometo en próximos números hablar de agrupaciones, grupos de fieles o incluso de hermandades o del Apostolado de la Oración sobre el que se ha creado inopinadamente una cierta confusión. Iré pues intentando ser lo más conciso posible y no fustigando demasiado a las pobres cofradías que, ciertamente, no lo merecen en demasía.
Y voy a recordar someramente aunque luego se me haga caso o no que las imágenes de Cristo deben llevar sus potencias, signo de la unión hipostática entre las Tres Sagradas Personas, y los colores que fijaron los tratadistas, los evangélicos del rojo para el momento del Ecce-Homo y el blanco para el momento del Silencio ante Herodes y el morado o el burdeos para los demás. Yo hago bien, muy bien, en advertirlo, cada hermandad o cada prioste y vestidor haga lo que bien le parezca.
Por otra parte, y lo pongo en segundo lugar para que no se me olvide, advierto un malestar, creciente por cierto, entre la gente del costal, entre la importantísima gente de abajo, por los conflictos entre costaleros de la ciudad o de la capital del reino, de Sevilla, o por los comentarios de determinadas personas hacia nuestras cofradías. Harían bien todos en intentar guardar la paz pues es importantísimo, palabra que hoy uso y requeteuso, su trabajo para nuestras queridas hermandades. No debo ni debemos los nazarenos, parte implicada fundamentalmente, consentir conflictos muy lejos de la mansedumbre del Cordero Inmaculado que se sube en nuestros pasos o de la que es Reina de la Mariana Ciudad de Sevilla y también de la nuestra. En manos de todos está y no sólo de los importantísimos costaleros. Pero creo que cumplo conmigo, con Dos Hermanas y con la verdad advirtiendo de este punto que me ha sido referido con mucha preocupación y celo por nuestra simpar Semana Santa.
Mas pasemos a temas más agradables. Yo este año, como siempre que buenamente puedo, he asistido a todos los actos de culto a nuestras veneradas imágenes que me ha sido posible hasta lo que va de la Santa Cuaresma.
Entre los besamanos y besapiés estaba impresionante el de la Virgen de la Soledad colocada con una media luna. También estaba muy fino y excelentemente vestido Jesús en su Entrada en Jerusalén. Precioso y muy lujoso el besapiés de Jesús Yacente. El de Jesús Presentado al Pueblo era sencillo pero extremadamente elegante mostrando el Señor una cola en su túnica. En cuanto al de Pasión también era muy bello, sobre todo, desde que, con indudable acierto se le ha colocado al Señor sus potencias y corona de espinas, realzando más la figura del que, indudablemente, es Rey del Universo. Sé que ha habido otros pero lamentablemente no he podido contemplarlos.
Entre los cultos he visto una variedad extraordinaria. A destacar el quinario del Santo Cristo de la Vera-Cruz, venerable y venerada imagen de nuestro pueblo a cuya antigua corporación, decana de nuestras hermandades, me honro en pertenecer según la tradición de mi padre y de mi familia materna. Este año el Cristo se ha alojado en un dosel negro colocado en un telón verde, color de la Santa Vera-Cruz, Madero Verde de Vida. Pero lo más notable es que, contrariamente a otros años en que se han puesto numerosos candeleros, el altar sólo se adornaba con diez blandones con cera verde cedidos por la hermana Cofradía de la Santa Vera- Cruz de Sevilla y dos marías con cera blanca que flanqueaban el Sagrario donde se guardaba a Jesús Sacramentado. Completaba el altar el lignum crucis que custodia la cofradía. El conjunto dentro de su sobriedad y sencillez era impresionante. Desde aquí quiero felicitar el arte y la astucia de los priostes Rafael Hervás Morillas, José Reina López y Jesús Sánchez Rivas. En cuanto al altar de la Borriquita el Cristo estaba flanqueado, en la tradición más nazarena por las imágenes de la Virgen de la Estrella y San Juan Evangelista. Contaba, como en otros años, con una numerosísima candelería. Era, sin duda, como otros años, un altar fastuoso muy en la línea de los grandes altares nazarenos, de larguísima tradición, sevillanos o de otras ciudades, que de todo hay. Con respecto al altar de Jesús en su Presentación al Pueblo también era en extremo fastuoso, con muchísima cera, más que otros años. Por último, en cuanto al de Jesús de la Pasión de Las Portadas el Señor estaba magníficamente ataviado, la Virgen vestía con gusto y con relativa sencillez de hebrea y la falta de un San Juan Evangelista para completar el tándem se rellenaba satisfactoriamente con la cera, que era numerosa y bien colocada. En relación al de la Virgen de la Soledad, a la que su hermandad le dedica la solemne función principal de instituto por la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo y Purificación de Nuestra Señora, vulgo la Candelaria, hay que decir que como siempre estaba como nos tiene acostumbrada esta antigua hermandad, con gran lujo y gusto con gran acopio de cera, la Virgen excelentemente vestida, poca flor –como mandan los cánones para el tiempo de Cuaresma aunque no lo fuera- y con mucha sapiencia por parte de los que lo montaron, que se nota que son experimentados en estas lides.
Y pasaré ya al penúltimo punto que quiero tratar en este pequeño y sin pretensiones artículo, al de los vía-crucis que en los últimos tiempos han salido, no sé si en demasía tanto en Sevilla como en Dos Hermanas o en otros lugares, del interior de las iglesias a las calles, de llevar una simple cruz a portar las imágenes. El de Oración en el Huerto, oficial del Consejo de Hermandades y Cofradías no pudo salir a las calles, concretamente a los Jardines, por las inclemencias del tiempo del primer sábado de cuaresma pero la imagen se mostraba bellísima vestida con su túnica, túnico llamarían en Córdoba, bordado y en las preciosas andas del Cautivo de San Ildefonso de Sevilla, imagen procedente del Convento de Nuestra Señora de Gracia de Trinitarios Descalzos de la Plaza del Cristo de Burgos –hoy casa de hermandad del Cristo de Burgos- y hacia la que se inclinaba e inclina y mucho la piedad de los nazarenos, sobre todo antes de tener imagen propia de Jesús Cautivo en la entonces villa. Las andas eran preciosas con cuatro imágenes en capillas –la Virgen de los Reyes de los Sastres, la Pura y Limpia y San Ildefonso y otra más que no recuerdo-. Yo definiría a las andas como pequeñas pero lujosas y extremadamente elegantes. Fue un gran acierto pedirlas. En cuanto a los vía-crucis de Jesús de las Tres Caídas diré sólo que iba en unas adornadas andas y que contó con la devoción de su paciente agrupación parroquial a la que esperamos bien pronto ver convertida en hermandad para el bien espiritual de la Parroquia de San José y de los nazarenos y el de Jesús en su Presentación al Pueblo que contó con el fervor de su fervorosa hermandad y de los populosos barrios que comprenden la feligresía de Nuestra Señora de la Oliva. Por último el de Jesús Humillado de la Cofradía de la Santa Cena de la Parroquia de Nuestra Señora del Amparo y San Fernando desfiló muy bonito con su mediano cortejo que llevaba hasta dos lacayos o servidores de librea. El Cristo, sin potencias, llevaba una nueva corona de gran tamaño pero que a mi me parecía mucho a lo que, en realidad, fue: el casquete de espinas que le colocaron a Jesús de Nazaret.
También diré que cultos, besamanos, besapiés y vía-crucis han contado con la asistencia de muchos cofrades de este devoto -y contradictorio porque aquí, como en toda gran ciudad, hay de todo- pueblo.
Por último, citar el magnífico recital del Stabat Mater de Giovanni Battista Pergolesi que ofreció la coral Regina Coeli en Santa María Magdalena el primer viernes de Cuaresma en que, aparte de la citada pieza, se interpretaron otras de otros autores franceses, españoles o de otras nacionalidades. Fue toda una maravilla y, no es un lugar común, una delicia para los oídos. Mi felicitación a su director Nicolás Barbero, a los cantores tantos niños como de otras edades y a los músicos.
Y así acabo esta brevísima crónica que espero continuar ya en los últimos días de Cuaresma o en Semana Santa si Dios y su Santísima Madre quieren.