Se celebró con gran solemnidad el Vía Crucis y traslado al paso del Cristo de la Vera-Cruz
Retomamos hoy la crónica de Semana Santa fijándonos en el pregón de la doctora Ana López Jurado. Pertenece Ana a una de las familias que ha sido fundamental durante el siglo XX y lo que va del XXI en la historia de la Parroquia de Santa María Magdalena como es la de los López. Es sobrina bisnieta del sacerdote don Manuel López Doval y de la hija de la Caridad sor Rafaela López Doval, prima hermana del sacerdote Francisco de los Reyes Rodríguez López, su abuelo Francisco López Gómez, ‘El Quito’ fue hermano mayor de Santa Ana, su padre José López González fue asimismo hermano mayor de Santa Ana y la Sacramental, su madre Antonia Jurado Alfonsín camarera de Santa Ana, su tía Carmen Jurado Alfonsín camarera de la Pastora y podríamos seguir diciendo. Es, pues, una familia clave en la vida de la parroquia. Y este rico bagaje lo lleva Ana en su historial cristiano. Es, propiamente, una mujer de hermandades aunque más de la Sacramental y de las de gloria que de las de penitencia, como ella se ha ocupado de recordarnos en cada momento. Y el pregón fue, sobre todo y ante todo, un pregón de una mujer muy de Iglesia. Tuvo dos partes fundamentales, aparte de una tercera introductoria en la que hablaba de los personajes de su familia. Por un lado, la parte que llamaríamos de Dos Hermanas -que ella llamaba ‘En la memoria’- con numerosos anclajes espaciales y temporales, parte, que tenemos que decir que nos gustó mucho pues es la que da la forma eminentemente nazarena al pregón. En ella, se hablaba de las vivencias cofrades de la pregonera y, en suma, de las vivencias cofrades del pueblo. Fue una parte muy bonita, demasiado bonita. Por ella vimos desfilar a Fray José Luis Pavón y su cofradía de Las Portadas, a la nueva cofradía de La Cena, al gran Arias y a José el del Quito visitando a la Amargura, a los solemnes oficios de nuestra iglesia mayor…
Pero, luego, venía una segunda parte, titulada ‘Pasión, muerte y resurrección’ a la que podíamos llamar de muchas formas: catequética -como ha llamado este periódico al pregón en conjunto-, bíblica, exegética, mística, incluso ascética. Es quizá la parte más de Ana. Y es un recorrido por la Pasión de nuestro Salvador escrito con una elegante prosa y echando mano a toda la erudición bíblica, al oficio divino –concretamente al rezo de laudes del Domingo de Ramos y del Domingo de Pascua- y usando un lenguaje a la vez sofisticado y elegante pero comprensible para el espectador. En suma, creemos que Ana con su pregón ha querido, por un lado, hundirnos en las interioridades de la vivencia de la Semana Santa por parte de los nazarenos y, por otro lado, acercarnos a la dura pasión de nuestro Redentor remitiéndonos a los Evangelios. Fue, sin duda, un gran pregón, entre los muchos buenos que ha habido. Pero, no queremos acabar, sin dedicar unas palabras a la presentación de la pregonera por parte de su jovencísimo sobrino el estudiante de medicina Francisco Rivero López. Y fue, sin duda, esta presentación la gran sorpresa del acto. De Ana se sabía que escribía bien. Su sobrino era una incógnita. Y la verdad es que la presentación fue muy bella haciendo un recorrido por las devociones y gustos de la pregonera, presentándola como lo que es, una gran nazarena. Al que escribe estas líneas sobre todo le impactó –lo que más del pregón- es que dijo que “Un rato de charla con la Doctora López es la mejor medicina”, dada es la pericia de nuestra médica.
Pero, dejando ya el pregón hablaremos de varios traslados. En la tarde del mismo Domingo de Pasión la Virgen del Carmen, muy rápidamente debido a las inclemencias meteorológicas, fue trasladada desde San Sebastián -desde donde había salido en procesión- hasta su residencia canónica de la Parroquia del Ave María y San Luis. También, el Jueves de Pasión el Cristo Yacente fue trasladado al paso en Santa María Magdalena. Fue un acto devotísimo, muy serio y solemne. Con la iglesia de Santa María Magdalena a oscuras, iluminada sólo por los cirios de los numerosos hermanos que acompañaron al Señor éste fue llevado hasta el paso –colocado ante el cancel- en unas andas y allí subido. Se rezó una piadosa meditación y fue acompañado por cantos litúrgicos. Fue desde luego un bellísimo acto, digno de una hermandad de tanto caché como el Santo Entierro. El Viernes de Dolores toca su turno a los vía crucis del Cristo de la Entrega de la Parroquia de Nuestra Señora de Valme y Beato Marcelo Spínola de La Motilla, del Cristo de la Esperanza de la Parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles y San José de Calasanz de Montequinto y, por supuesto, al del Cristo de la Vera-Cruz de San Sebastián, quizá, y sin quizá, el vía crucis más importante de toda la Cuaresma por su prosapia y antigüedad y, también, por la imagen a la que da culto que tanto significa para el pueblo. La imagen estuvo ese día en devoto besapiés adornado con blandones y flor morada. Luego a las ocho y media fue el juramento de los nuevos hermanos o de los que, siendo desde antes, alcanzaban la edad de catorce años. Después, salió el vía crucis por las calles del viejo San Sebastián en el que fueron muchísimos hermanos y que fue contemplado por un numeroso público. Fue un acto imponderable enormemente devoto. Al acabar el piadoso ejercicio el Cristo fue izado al paso mientras se cantaba el miserere. Para el que escribe estas líneas es un acto de los más bellos junto con otros -traslados del Gran Poder, traslado al altar de cultos de la Oración en el Huerto, vía crucis de la Amargura, víacrucis de Pasión, etc. etc- de la Cuaresma nazarena.
También el Viernes de Dolores se expuso en besamanos la que es quizá una de las imágenes marianas más carismáticas de Dos Hermanas, la Virgen de los Dolores de la Oración en el Huerto. La Señora estaba magníficamente vestida muy recogida de tocado, estilo que, ya hemos dicho muchas veces, nos parece que le casa más a su advocación.
Pero el Viernes de Dolores ya salió un paso en Dos Hermanas. Se trata del de la Virgen de las Angustias de la Agrupación Parroquial del Santísimo Cristo de la Misericordias, Nuestra Señora de las Angustias y San Antonio de Padua de la Parroquia de Nuestra Señora del Amparo y San Fernando aunque sale de un local en la barriada de Julio Carrasco, concretamente de la calle La Habana. La Virgen iba muy bien ataviada con el tocado ancho. Se trata de una imagen, como la del Carmen del Prendimiento, de estilo hiperrealista obra de Manuel Tellez Berraquero. Es una efigie de estilo muy peculiar, representando muy vívidamente los dolores de Nuestra Señora. Particularmente, nos mueve mucho a devoción, lo cual es muy importante. El modesto paso -por algo se empieza- iba adornado con bellísimos ramos troncocónicos de rosas y claveles rosas. Acompañó la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas de Dos Hermanas. Julio Carrasco, barrio con bastante identidad de barrio que se mostraba antes en las Cruces, tiene quizá en esta nueva cofradía un santo y seña. La cofradía recorrió las calles de este barrio con nombres de ciudades americanas que dan una nota de color y exotismo a nuestra Dos Hermanas. Y acabamos diciendo que nos gusto mucho la procesión y, creemos no equivocarnos, si auguramos a la nueva cofradía, como a las otras tres agrupaciones de penitencia de la ciudad -Prendimiento, Tres Caídas y Pilar de Montequinto- un buen futuro. Esperemos que pronto pueda incorporarse a Semana Santa.
Y llegamos ya al Sábado de Pasión. Ese día por la mañana la Virgen de las Angustias regresó en andas a la Parroquia de Nuestra Señora del Amparo y San Fernando. Además, en esa tarde aconteció el traslado de Jesús Descendido de la Cruz al paso en la Cofradía de Nuestra Madre y Señora de la Amargura.
Pero, sobre todo, recorrió nuestras calles la Agrupación Parroquial de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, María Santísima de la Paz y Bendito Patriarca San José de la Parroquia de San José pero que salió de la Parroquia de Nuestra Señora de la Oliva. La hermandad tiene un recorrido con momentos muy bellos como su paso por el parque de La Alquería -sin duda el momento clave de la procesión- y es también interesante verla por esa ciudad jardín que es Las Infantas. Queremos destacar de la procesión el magnífico estandarte o que la Virgen estrenó una sencilla saya y el Cristo unos pasadores, regalo de su banda. Acompañaban a la cruz de guía la banda de cornetas y tambores María Santísima de la Paz y al paso Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas. El Misterio es tremendamente efectista. El paso se adornaba con claveles rojos. Y tenemos que decir que la agrupación se encuentra plenamente consolidada faltándole su aprobación como hermandad y pasar de las vísperas a la Semana Santa. Concretamente, parece ser que quiere procesionar el Miércoles Santo. Esperemos pronto que la autoridad eclesiástica dé su placet. Pero, vamos, lo que nos interesa es que la corporación es ya como una más de Dos Hermanas. Y destacan mucho en esta cofradía sus imágenes, sea el original Cristo del imaginero Francisco Joaquín Moreno Daza, muy moderno en su concepción escultórica, o la Virgen del mismo artífice pero tocada por la gran imaginera Lourdes Hernández Peña.
Pues bien, tenemos que acabar. Dejamos hoy esta crónica que continuaremos la semana siguiente todavía con el Sábado de Pasión y la agrupación ‘quinteña’ del Pilar.