Nos resulta bastante difícil escribir una crónica de la feria de mayo porque el problema de esta fiesta es que tiende a repetirse todavía más que la Semana Santa o que el Corpus Christi, las Cruces de Mayo o el Rocío, festividades que a nuestro parecer tienen más variación en sus elementos visibles. En cambio, las diversas ediciones de nuestra popular feria tienden invariablemente a ser casi iguales. Tiene uno que hilar mucho y ser un observador muy fino para encontrar esas diferencias, que existen lógicamente, entre la fiesta en un año u otro.
En primer lugar, me gustaría referirme a la consagración del martes como día no ferial pero donde se celebran cenas de diversas entidades. Asistimos, por ejemplo, a la de Vera-Cruz muy concurrida pues fueron muchos hermanos. Al día siguiente, el miércoles, día de la inauguración oficial del festejo con el alumbrado también celebran su cena, el pescaíto como lo llaman muchos provocando la evidente sorna de ese maestro de periodistas que es Antonio Burgos, muchas entidades. En nuestro caso, estuvimos en el celebrado por el Rocío. Y esa noche empieza la feria.
Para el que escribe estas líneas, desde luego, lo más importante de la fiesta, lo más vistoso y uno de los elementos que más ayudan a su configuración es el paseo de caballos y de coches –los hoy llamados ‘enganches’- por el Real. Al menos en los momentos que nos encontrábamos en la feria destacaba y mucho la presencia de más coches de caballos que de jinetes y amazonas. Parecía que todo el que tenía uno de los primeros se había lanzado a la feria mientras que me parece evidente que muchos nazarenos que poseen caballos –recordemos que parece ser que es Dos Hermanas la localidad con más censados de la provincia- no montan en la feria. Desde aquí animamos a los nazarenos a que los saquen en ella como medio –evidente- de dar más lucimiento a la fiesta. Normalmente los coches iban perfectamente arreglados lo mismo que los jinetes y amazonas aunque de los segundos notamos algunos mal vestidos lo que se debe evitar en todo momento como ya hemos dicho en otras ocasiones. Si se quiere asistir al paseo, lo menos que se puede pedir es la corrección en el vestir. Destacaron los premiados en el concurso patrocinado por el Excelentísimo Ayuntamiento.
En cuanto a las casetas como siempre la del Ayuntamiento, gran caseta de todos los nazarenos llamó la atención por sus actuaciones. En cuanto a las de las hermandades, estaban llenas dependiendo de la hora y de la popularidad de la corporación muy evidente para mi en el caso de algunas como Vera-Cruz o la Oración en el Huerto, hermandades fuertes donde las haya. Es muy interesante la propuesta de la segunda que presenta una orquesta a partir de las doce de la noche lo que hace que sea muy frecuentada. Pero también son notables la existencia de numerosos grupos de jóvenes que cantan sevillanas y rumbas lo que muchos llamarían un flamenquito, palabra que a nosotros nos parece un poco pedante aunque comprendemos que no está en la intención del hablante esta pedantería. No vamos a citar ningún grupo por no hacer agravios comparativos y porque tampoco nos sabemos los variopintos nombres de todos ellos pero junte usted un grupito de jóvenes, preferentemente valmistas y –más y que o- rocieros hasta las trancas, preferentemente también de la burguesía media del pueblo, que en gran parte le da su barniz a todas las fiestas de la ciudad, y tendrá usted un grupito que se saca sus euros –antes pesetas- en la feria de Sevilla, de Dos Hermanas, en el Rocío, en bodas, en otros contubernios y en lo que haga falta. Ponga usted en su feria un Juanito Carazo, un Dani Vaquero, un Álvaro Navarro, un Luis Jiménez, un Tomás Hervás –y citamos los nombres sin dar ninguna pista de los grupos sólo para que aparezcan en esta crónica algunos nombres- o cualquiera de los que tiene costumbre de cantar y tendrá usted una feria más que divertida. Así lo entiende la hermandad de Valme, otras hermandades o los particulares y así se da este triunfo de los grupos en la feria, por otro lado igual que en todas las ferias que en el mundo han sido. Pocas diferencias hay. Por otro lado, en casetas más grandes y orientadas en gran parte a otro tipo de público o a un público más variopinto y dado a orquestas como son las de los omnipresentes partidos, aparece este último elemento tan feriante por otro lado. Desde ese punto de vista, la caseta de la Oración en el Huerto, la que los castizos –y tan castizos- llamarían de los manchoneros mantiene como dijimos una orquesta que la hace popularísima.
En cuanto al atavío de la gente, se está volviendo al clasicismo en los hombres y procuraremos explicarnos. De toda la vida de Dios la vestimenta propia del hombre elegante en la feria ha sido la chaqueta, por supuesto sin corbata y de los muy castizos, que antes eran más, el sombrero de ala ancha en el día. Luego se impuso la corbata lo que vemos abundantemente en la feria de Sevilla donde son pocos los que no la llevan. En cambio en Dos Hermanas, no sabemos a qué se debe este capricho del destino y la moda, se veían muchos caballeros de todas las edades con chaqueta pero sin corbata dentro del más puro clasicismo. Otros muchos vestían de manera informal, informal, demasiado informal en ocasiones pero ya dijimos lo que más nos llama la atención es el destierro en la vestimenta de muchos de la corbata, prenda desde luego no clásica para este tipo de eventos. En cuanto a las mujeres, se ha visto de todo desde vestimenta informal hasta trajes de noches y abundantes trajes de flamenca, género éste que da en la moda para todos los gustos. Asistimos esta misma semana a las populares cinco cruces de Rociana del Condado donde en la procesión es costumbre que se luzcan trajes de todas las formas y estilo y se veía una pompa evidente junto a un gusto, aceptable para la que lo llevaba pero, seguramente, criticable para la observadora. Ahora bien, en este apartado podemos decir que para gustos los colores. Mucho más discreta es la mujer nazarena en las fiestas en las que tiene que lucirlos.
En cuanto a la animación de las casetas tanto partidos, como hermandades, como peñas como particulares se encontraron muy animadas. Este año se comenta en los mentideros que se ha visto más animación en la fiesta, la que había caído con la huida de muchos sobre todo a las omnipresentes playas, que hay que tener valor para tostarse y arrugarse la piel sin ton ni son. Una cosa es la vitamina que se recibe del Sol y otra el estropicio que a su piel someten muchísimos. No sabemos si habrá ayudado que el viernes de feria se haya sustituido por el lunes después del Valme para que la gente se quede en la feria mas, evidentemente, hay que tener en cuenta que el dos de mayo era fiesta y muchos aprovecharían para poner tierra por medio. No es nuestro caso aunque en todo momento no podamos estar en la fiesta, máxime cuando este año ha coincidido el último día con la salida de Nuestra Señora de Consolación el uno de mayo, aunque este es un momento, dicho sea de paso, en que los nazarenos no acuden mucho a Utrera no como en septiembre, mes en que muchísimos se ponen en marcha para visitar a la Virgen.
En fin, habrías que hablar de la corrida de toros benéfica en la que Nazaré se encerró con seis toros. La verdad es que no se llenó la plaza totalmente aunque acudió mucha gente. El torero que mató estupendamente, por lo menos a la vista de un profano en la materia como el que escribe estas líneas, recibió numerosos trofeos. Se ha dicho siempre y así lo recordamos que lo decían los mayores que Dos Hermanas pueblo de buenos curas y malos toreros. Torero de verdad no ha existido aquí ninguno notable, a pesar del arraigo de la fiesta y de que en la ciudad esté el origen de casi toda la sangre de los toros de España proveniente de la ganadería de don Alonso de Rivas a través de la del conde de Vistahermosa de Utrera. Es decir, que en España y sus ganaderías predominan los toros vistahermoseños, del campo de Dos Hermanas. Además en el término de la ciudad han pastado los Miuras en el cortijo de Cuarto. Pero aquí no se han dado grandes toreros aunque si grandes subalternos. Además existe, como en todos lados, los que se oponen a la fiesta. El autor de estas líneas ni caza ni pesca ni mata un bicho aunque se come todo lo cazado y pescado pero la verdad es que no puede despegarse por razones familiares y culturales del mundo de los toros. Comprendemos a los que no les gusta pero también comprendemos, sin querer entrar en una polémica estéril en la que nos negamos a entrar, a los que les gusta. Veremos a ver como evoluciona esta cuestión. Pues bien, con estas palabras más o menos acabamos la crónica de esta feria llena de casetas, popularísima, muy abierta, con caballos, coches, numerosos cacharritos, fuegos, grupos, orquestas, partidos, sindicatos, hermandades, casetas particulares y todo lo que tiene que tener una feria que se precie. Es, ni más ni menos, que la feria de nuestro pueblo, del que escribe y del que lee, la feria de Dos Hermanas.