Continuando con la crónica de los cultos y romería a nuestra Virgen, estoy llegando ya al momento de la romería pero, antes, quiero hablar de los medios de promoción de ésta. En primer lugar, debo referirme a los carteles. El de la Asociación Romeros de Valme, obra de Miguel Ángel Valenzuela es muy tradicional y bello, representando la cara de la Virgen y su Niño de una forma risueña. Algunos, no es mi caso, dicen que está un poco cargado de elementos. Puede que así sea pero no cabe la menor duda de que es muy bonito. En cuanto al de la hermandad, voy a ser sincero, muy sincero. Ha habido opiniones para todos los gustos y, públicamente o en voz baja, ha sido muy denostado. Yo, particularmente, en cambio, lo veo moderno, fresco y original. A mi me gusta, lo digo sin ambages, aunque al principio no tenía una opinión muy definida sobre esta interesante y controvertida obra. Se critica que los modelos son muy conocidos. Es cierto, pero siempre se han usado modelos y, lo que pasa en este caso, es que son personas significadas en el, llamémoslo así, núcleo duro de Dos Hermanas, algunas como María Luisa Díaz Núñez–un caso especial porque en razón de su oficio de camarera de la Virgen la conoce todo el pueblo- de una alta carga simbólica. Pero, en fin, en el cartel se mezcla lo antiguo con lo moderno en sabio maridaje. La manera de vestir a la Virgen no puede ser, por ejemplo, más clásica. Eso si, yo veo seria a nuestra Protectora lo cual es una forma de apreciarla según la situación psíquica de cada uno y que acontece con muchas imágenes. En resumen, a mi me gusta el cartel y cuanto más lo veo más me gusta. Mi felicitación, pues, a Juan Miguel Martín Mena por tan original e innovadora obra de arte que representa con un estilo muy de nuestros días a la Virgen de Valme.
Por otra parte, dentro de los medios de promoción de la romería está la revista ‘Romería’, obra con la que nos regala todos los años Rafael López Márquez, cuajada de buenos artículos de los que no quiero citar ninguno. Mis felicitaciones a su incansable promotor por esta nueva aportación a la bibliografía valmista. También, debo citar la revista de los niños de la hermandad, que es una infantil pero completa añadidura a nuestra romería y que tiene dibujos del niño Francisco Ariza Cerrato y del joven Alejandro Jurado Castillo, el cual también ha realizado unas bellísimas flores de talco para el camarín como, por otra parte, ha enriquecido unas colgaduras para los cultos con nuevas galerías pintadas a mano el joven Alberto Robles. Y, por último, dentro del capítulo de propaganda citaré la bella y completa Guía Turística de la Romería de Valme, obra del joven y brillante Tomás Muriel Rivas, que ha tenido una gran acogida y de la que me gustaría hablar más en otro momento pues ha sido una de las revelaciones de esta romería, dada la forma tan completa y a la vez tan asequible en que informa sobre todos los aspectos de nuestra simpar celebración.
Y llegó la mágica, inigualable y sobrecogedora mañana del domingo de la romería. En principio, tengo que decir que la misa de romeros resulta asombrosa sobre todo por la cantidad de fieles que acuden y, en segundo lugar, por la devoción en que oyen la misa. Es, sin duda, el culto más multitudinario de la Virgen, el que abarrota más Santa María Magdalena, superando incluso a la función principal de instituto. Presidió y predicó el párroco Manuel Sánchez de Heredia al que acompañó un grupo de sacerdotes. Y me gustaría hacer una pequeña reflexión sobre la asistencia a los cultos. Siempre he visto un poco contradictorio que la gente acuda en mayor número –lo que ha ocurrido algunos años- al pregón que a la función principal de instituto, la vieja función de iglesia, que es la fiesta principal de la cofradía. El pregón, por muchas connotaciones religiosas que tenga, que las tiene, no es lo mismo que la eucaristía con que celebra la hermandad la fiesta de su titular. Pero, en cambio, tiendo a comprender esta asistencia multitudinaria a la misa de romeros que supera a la función. Los ánimos están caldeados en el sentido de afectados por un sentimiento religioso grande, el pueblo arde deseoso de acompañar a la Virgen, es un momento previo a la romería y veo tremendamente sintomático y significativo que Santa María Magdalena se llene de fieles, nazarenos o no, que quieren ir a Cuarto con la que es nuestra Madre y Señora. Por eso, para mi como para muchos, la misa de romeros es un momento grande al que procuro asistir.
Luego, empezó la romería cuando la Virgen fue subida en su carreta, este año entonada en rosa. Tengo que decir, en primer lugar, que, en esta edición, iban más caballos, muchísimos más, se ha dicho que cuatrocientos. Sus jinetes, flamencas y amazonas iban excelentemente vestidos.
Luego, tras la carreta de nuestra Reina, marchaban las carretas y galeras, formando todo un bellísimo, ni más ni menos que otros años, cortejo. Este año, no sé si porque había muchas ganas de Valme o porque, evidentemente, era así, la romería se nos antojó a muchos, a muchísimos, más bonita, más participada, más concurrida. De todo habría. Eso si, a pesar de que este año ha tomado por la calle del Canónigo esperando que así se agilizaría la marcha, la romería ha llegado como llega siempre aunque llegue a su hora, es decir, tarde. Pero es así. Mi gran amiga María del Carmen Jurado Toro, hija de Manolo ‘El Picaor’ y mujer de Pepe Mauri Chacón, para que nos conozcamos, dice que el Valme es flor de un día y no puede ser más acertada esta definición. Es una fiesta que dura poquísimo y menos que nos parece. Ya empieza cuando está acabando. A ello contribuyen muchos factores: la evidente lejanía de la ermita que hace que la Virgen permanezca poco en ella, el número enorme de romeros –y más que deberían venir si en verdad se trata de extender el culto a nuestra Protectora-, los inconvenientes de tan larga marcha, etc. etc. Sobre lo del número de romeros, tengo que decir que soy de la opinión de que en las fiestas religiosas cuanto más personas haya mejor pues se trata de una catequesis viva –lo que se ve muy claro en la Semana Santa todavía más quizá que en las procesiones de gloria- que debe llegar por razones obvias al mayor número de fieles.
Pero, en fin, fue una romería con todos sus avíos al menos como los entiende Dos Hermanas. Se pasó por la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de Bellavista, se dijo la misa nada más llegar a la ermita, se rezó el rosario, la gente pasó en masa a ver a la Virgen en el santuario, se comió, se bebió, se cantó, se bailó, etc. etc. Yo este año vi Cuarto también más lleno que nunca y eso es bueno porque allí es donde va la Virgen, ni más ni menos, es el lugar sagrado de nuestra peregrinación, el que se une históricamente a nuestra ciudad, el que es inseparable de nuestro ser más profundo…Está bien que, por razones de espacio y de la propia configuración actual de la romería, se llene todo el recorrido por el que va la Virgen, esa Carretera vieja de nuestros sueños, ese Barranco, esa Venta del Cabito, esa Venta de la Pelá, esa Cuesta del Inglés, ese Casquero, ese Valero, ese Los Merinales, el Canal, etc. pero lo que resulta más evidente que lo que se debe de llenar es Cuarto, el cortijo donde se encuentra la ermita de la Virgen, tan unido todo a nuestra más remota y fundacional historia.
Este año, por otro lado, la romería también entró más tarde que otros aunque no mucho más. Cada vez la entrada es también más participada y asisten cada vez más nazarenos. Yo siempre digo que lo que me da idea de la romería, no es el número de personas a pie delante o alrededor de la Virgen sino el número de los que acompañan a carretas y galeras. Y fueron muchas, muchísimas. La Virgen, por otro lado, como bien dijo el hermano mayor, tuvo que ser recogida porque los bueyes se pusieron nerviosos aunque permanecieron abiertas las puertas de la Iglesia para que pasara todo el acompañamiento.
En cuanto a los premios de las carretas y galeras, este año hubo bastante unanimidad en la estimación del jurado y en lo que pensaba el pueblo sobre a quien debían ser concedidos, lo que no siempre ocurre con esa exactitud. El primer premio era una carreta muy trabajada, original donde las hubiera, con un complicadísimo dibujo que llamaba la atención de todos los que acudieron al Ave María. Su titular era Rosa María Varela Álvarez. La segunda fue para una carreta cuyo techo se encontraba muy originalmente dividido y cuyo titular era José María Otero Rubio. En cuanto a la tercera, de David del Toro Arévalo tenía un elegantísimo dibujo con una rueda con una bella estrella. La cuarta, con un muy llamativo dibujo de lágrimas era la de la Borriquita; la quinta, entonada en colores que contrastaban unos con otros, era la de Cristina y Nieves Durán Rodríguez, y la sexta con unas complicadas ruedas y un techo con dibujo de esferas la de Antonio López López. En cuanto a las galeras, tan numerosas y animadas, ganaron los premios José Antonio Aguilar López, Estrella Gómez Casares, José Arias Vallecillo, Antonio Rincón Reina y Manuel Sánchez Donoso. Me llamaron la atención la diferencia de dibujos, sobre todo la especie de abanico de la tercera.
Con respecto a los caballos, difícil como casi todos los años, lo tiene el jurado por la elegancia de jinetes y amazonas. Mas de ello ya se hablará en este periódico.
Y voy a acabar. Me podría llevar hasta el infinito como historiador y como nazareno hablando de la Virgen y su romería pero debe parar ya. Sólo decir que felicito al hermano mayor Hugo Santos Gil y a su mesa por haber organizado tan buena romería, a lo que sumo mi felicitación al alcalde Francisco Toscano Sánchez, a su ayuntamiento –siempre tan atento y celosos en todo lo referente a la Virgen de Valme y tan presto a cuidar, pues, de la gran fiesta de Dos Hermanas- y, en general, al pueblo entero por haber mostrado esta muestra de devoción a la Virgen en esta multiforme ciudad que es la nuestra. Ahora bien, sobre todo y ante todo, quiero dar las gracias a la Virgen de Valme, cuando ya han llegado aunque con múltiples conflictos las ansiadas aguas, por seguir protegiéndonos siempre en nuestros numerosos problemas, por cuidar a esta Dos Hermanas donde conviven numerosas posturas, creencias e ideas, por ser nuestra intercesora, nuestra Guebirah, ante Cristo, el Rey Mesiánico, su Hijo. Y quiero acabar, en este año afortunadamente de tantos y tan variados vivas, desde luego, diciendo, como tengo por costumbre, creo que buena ¡Viva la Virgen de Valme!