Crónica de la Romería del Rocío y su celebración en Dos Hermanas (y II)

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Crónica de la Romería del Rocío

La Virgen ha lucido con singular belleza en la procesión del Lunes de Pentecostés

Y volvemos de nuevo al Rocío y al sábado. Como hemos dicho, en la tarde de ese día, se presentó nuestra hermandad ante la Virgen y por la noche el bello Rosario de Almonte desfiló por el Real y llegó hasta el Eucaliptal, pasando por la calle Almonte delante de nuestra hermandad para llegar por la calle Moguer hasta la ermita.

Pero, ese día, también se ha abierto el Año Santo conmemorativo de los cien años de la coronación de la Virgen el 8 de junio del 1919. Abrió a las 10.44 de la mañana la Puerta Santa Monseñor José Vilaplana Blasco, obispo de Huelva y, como tal, ordinario del lugar y presidió a las once la eucaristía el arzobispo de Sevilla, sede a la que pertenecía Almonte cuando se coronó la Virgen, Monseñor Juan José Asenjo Pelegrina. Con ello, se ha querido honrar a la sede hispalense en la persona de su prelado, sucesor del cardenal don Enrique Almaraz y Santos que fue el que coronó a la Blanca Paloma.

También, nos gustaría citar que se conmemoraban los 175 años de la Guardia Civil, institución muy ligada al Rocío que desfiló antes de la primera hermandad en conmemoración de su fundación.

Pero, tras el ajetreado sábado, que es, sin duda, el día con un contenido más denso de la romería llega el Domingo de Pentecostés, ese Primer Día de Pascua de Pentecostés, dedicado muy especialmente al Espíritu Santo, como el Lunes se dedica a la Virgen –de ahí la costumbre de sacar en procesión a María en ese día que por otra parte antes era de precepto y festivo y el Martes a San José y también éste era día de precepto.

Y el Lunes, es el día del solemnísimo pontifical de Pentecostés al que acude la Hermandad Matriz de Almonte y todas las hermandades filiales y que tiene lugar en el monumento del Real conmemorativo de la Coronación. Fue presidido por el obispo de Huelva y en él, el prelado predicó de la venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles reunidos el día de Pentecostés. A monseñor Vilaplana, se le nota la satisfacción que tiene de poder presidir a sus diocesanos y a tantos y a tantos rocieros procedentes de tantas y tantas diócesis españolas o no. Por otra parte, el espectáculo es enormemente colorista y antropológica y sociológicamente muy interesante. No nos cabe la menor duda.

Y el domingo, que, acaso es el día más tranquilo de la romería, se desarrolla hasta que por la noche es el multitudinario rosario de las hermandades y, por fin, lo que todo rociero que se precie espera: la salida de la Virgen.

Y este año nos gustaría hablar sobre el atuendo de la Virgen porque era en exceso llamativo. Tradicionalmente, a la Virgen para la salida se la ha ataviado con dos ternos: el de los Montpensier, regalo de la Condesa de París María Isabel Francisca de Orleans y Borbón, y el terno llamado de los Apóstoles. Más modernamente se le ha ataviado con el de Pentecostés, llamado así por aparecer en el manto la venida del Espíritu Santo, y realizado durante el mandato del presidente de la hermandad matriz José Joaquín Gil Cabrera. Hoy, bajo el mandato del presidente Juan Ignacio Reales Espina, se han estrenado nuevas preseas para la Virgen. Por lo pronto, la Virgen y el Niño han estrenado nuevas coronas, siendo obra de los hermanos Delgado López. La de la Madre ha sido regalo de las hermandades filiales, no filiales y asociaciones rocieras. La del Pastorcito ha sido regalo de la Hermandad Matriz en representación del pueblo de Almonte. Pero la Virgen no sólo ha estrenado preseas de orfebrería. También ha vestido una nueva saya, un nuevo manto y un nuevo rostrillo. Y el Niño un nuevo traje. Son obras del bordador Fernando Calderón y regalo de la ciudad de Jerez de la Frontera con la colaboración, sobre todo, de su ayuntamiento y su hermandad. Y, tenemos que decir, que nos hemos resistido en describir este terno donde se unen los escudos del papa Francisco y el rey Felipe VI, a quienes Dios guarde, con los escudos de la villa de Almonte y la ciudad de Jerez y las sevillanas de Juan Francisco Muñoz y Pabón.

Y lo cierto es que este año la Virgen parecía distinta, muy distinta. Fran López de Paz, el ‘José Cretario’ del ABC decía: ‘Se puede decir que se puede decir que se trataba de una redefinición de su iconografía tradicional para ocasiones especiales. Era cierto, por tanto, lo que decían los artistas: la Virgen del Rocío este año era un estallido de luz dorada’. Con esta última frase podemos estar de acuerdo.

Y, en verdad el cambio ha sido muy radical. Cuando estrenó el magnífico terno de Pentecostés no se notó tanto la mudanza. Esta vez sí. A la espera de ver el manto en la calle el conjunto nos pareció muy abigarrado. Abigarrada era la saya, muy grande el canasto de la corona y, sobre todo muy exótico el rostrillo. Somos de los que sostenemos que la Virgen del Rocío puede con todo. Es tal la belleza del rostro de la imagen, difícilmente descriptible, lo fino de sus dedos, la inocencia y la alegría del risueño Niño, toda la majestad que irradia la Señora que lo mismo resalta con ricos vestidos –que los tiene- que con otros muchos más sencillos –que también los tiene-.

Y, ciertamente, cuando los almonteños ansiosos, como siempre, por sacar a su patrona saltaron la reja a las 2.48 horas y pusieron a la Virgen en la calle todo se transfiguró, el tiempo se paró y sólo quedaban la Virgen y los devotos. La Virgen aparecía bellísima con el que hemos denominado exótico rostrillo, muy distinto de otros de la Virgen pero que, a la hora de la verdad, no ha resultado menos favorecedor, y pudimos ver entonces la hermosura del nuevo manto, que consideramos la pieza más bella del conjunto.

Pero, en fin, la Virgen iba en procesión con momentos tan emotivos como son todas y cada una de las hermandades. Ese rosario de grandes hermandades. Huévar, Villamanrique, La Puebla del Río, Umbrete, La Macarena, Hinojos, Sanlúcar la Mayor, La Palma del Condado, etc. etc. Este año, por ejemplo a Coria y Triana, dos grandes puntales del mundo rociero, llegó muy bien. La vimos particularmente bonita en ambas hermandades. En Carrión de los Céspedes pusieron a la Virgen en el suelo para rezarle la salve. Este año, hemos visto que la Virgen se caía menos aunque es un problema que esperamos que se solucione.

Para el autor de estas líneas tres momentos muy emotivos fueron la visita de la Virgen a la casa de sus camaristas donde se subió Carmen Rocío Vega Morales a rezarle y lanzarle los vivas. Desde luego, comprendemos porque es un momento que todos desean ver. Más existe un momento en el Real, concretamente en el Acebuchal, que se vincula mucho a Dos Hermanas. En la casa de esos fervientes rocieros nazarenos, que son Pepe Ortega e Inmaculada Pruna sus nietas Lola y Rocío Avilés Ortega le cantan a la Virgen sevillanas en un momento que para muchos nazarenos es emocionante. Ya se ha convertido en una costumbre, en una tradición, moderna pero tradición. Un tercer momento muy emotivo fueron los cien años de la hermandad de Rociana, en cuya casa los rocianeros se volcaron con la Virgen a la que llenaron de pétalos con un difícilmente superable entusiasmo.

Y este año, para el que escribe emocionante, la Virgen de nuevo ha llegado a Gines y cerca de nuestra casa familiar de El Eucaliptal, en la plaza Doñana, confirmándose la tendencia de que la Virgen se vaya metiendo cada vez más por esta plaza.

Y después vinieron dos de los grandes momentos de esta romería. Por una parte, venía la visita a Jerez de la Frontera, un acto especialmente entrañable debido al regalo que los jerezanos le habían hecho a la Virgen. Y, después, el gran momento para los nazarenos, la visita de la Virgen a la casa de hermandad de Dos Hermanas sobre las 11 de la mañana donde fue recibida con muchísimo fervor y, como no, con pétalos de rosa. Las lluvias de pétalos, hoy tan comunes, recordemos que fueron un invento de nuestra confraternidad.

Y luego la Virgen siguió su triunfal marcha recogiéndose hacia las 12.30 horas. Es, sin duda, uno de los momentos más tristes del Rocío. Todo lo que tiene de alegre la procesión se trunca con la entrada. Empieza otro tiempo.

Y el lunes por la tarde nuestra hermandad reza en la casa de hermandad un devotísimo rosario muy concurrido y fervoroso.

Y, después, siguieron las jornadas de vuelta, ese martes, miércoles y jueves en que la hermandad pausadamente vuelve al pueblo una vez cumplida su misión, su visita a la que es Reina de las Marismas. Por mucha alegría que se pueda derrochar en el camino de vuelta, nuestra experiencia nos dice que siempre está envuelto en un halo de tristeza.

Y llega el Jueves, y la entrada en el pueblo con esas tradicionales visitas a la Parroquia y Hermandad de Jesús de la Pasión y a la Parroquia de Nuestra Señora del Rocío y Hermandad del Cautivo. Y es verdaderamente emocionante la visita a las Casas Baratas, a esa Dos Hermanas de barrio, tan igual y a la vez tan distinta a la del Centro, que recibe alborozada a la hermandad. Para el autor de estas líneas, que tanto quiere a todos y cada uno de los barrios de Dos Hermanas es un momento único. Desde luego, está considerado uno de los momentos más lucidos de la hermandad, tanto como el paso por el monumento de nuestra celestial protectora la Virgen de Valme.

La entrada ha sido este año particularmente bonita y triunfal siendo el punto y final de un Rocío lleno de la devoción y amor de los rocieros nazarenos.

Como dato curioso nos gustaría citar que nuestra hermandad siempre destaca por el exorno floral. Para la salida este año la carreta se ornaba con cardamo naranja, astromelia caldera y espiga, en la presentación se adornaba con lisiantun blanco, clavellina amarilla, solidago amarillo y limoniun morado y a la entrada llevaba siempreviva color buganvilla y eucalipto. En la presentación predominaba el blanco y el amarillo, colores pontificios por ser el día en que se conmemoraba la coronación de la Virgen.

Pues bien, así acabó este apretado trabajo. Dos Hermanas ha vivido intensamente el Rocío, disponiéndose ahora a vivir con una intensidad similar el Corpus Christi.