En Dos Hermanas ha sucedido de todo, bueno y malo, como en este mundo
Se ha ido el año 2016. Ha sido un año difícil para Dos Hermanas y para el mundo. Vivimos en la aldea global y todo lo que sucede en el resto de la Tierra nos afecta a todos. No vamos a ser menos los nazarenos. Quien así lo crea es un iluso. Yo creo que éste ha sido un año en que en Dos Hermanas ha acontecido mucho bueno pero también mucho malo. De lo último que tengo noticia es de la quema de coches en la barriada de Nuestra Señora del Rocío durante estas últimas fechas. Pero también se sabe de los problemas de pobreza por los que pasan muchos nazarenos, de la droga, del galopante paro juvenil que lanza a nuestros jóvenes fuera de la ciudad por no decir del país, etc. etc.
Frente a ello han destacado muchos nazarenos en diversos campos: en la Cultura, en el Deporte, en el Arte, en la Beneficencia, etc. Han muerto también muchos destacados nazarenos de nacimiento o adopción como por ejemplo la tan recordada Sor Presentación, alma de la Caridad, o mi antiguo niño de catequesis Francisco Javier Castellano, alma de Protección Civil. Y, de todos modos, para mi todo nazareno es importante haya destacado o no porque a los ojos de Dios es evidente que todos destacamos. Todos sin excepción y quién crea lo contrario está muy equivocado. Me queda un consuelo: frente a tanto mal ha brillado la Fe de muchos nazarenos –me da igual que la tengan acrisolada o que incluso no sepan que la tienen-, la Esperanza de muchos –que mira con buenos deseos un nuevo año como muchos lo expresan deseando lo mejor para nuestro pueblo y el mundo- y, sobre todo, la Caridad de otros muchos que se han volcado en estos malos momentos con el hermano aunque con Dios la Caridad que tenemos hacía Él ya es otro cantar. Pero me basta que la tengamos con el hermano. Es lo menos que se puede esperar en estos dificilísimos momentos.
Y pasado este exordio, que creo imprescindible, quizá sea hora de pasar a una crónica más pedestre, más al pie de casa, de lo acontecido en esta Navidad que a pesar de todo ha sido muy bonita, no me cabe duda, tanto por lo que se celebra, que un Niño que es Dios nace en Belén, como por la manera que nosotros, los nazarenos, hemos tenido de celebrarlo. Yo, en primer lugar, me he fijado mucho, muchísimo en los viejos nacimientos, en nuestros belenes. No los he visto todos. Son tantos y tan buenos que no he podido. Pero si he visto muchos: particulares, de parroquias y de cofradías. Y a mi lo que más me ha llamado la atención ha sido la importancia que se ha dado en ellos a los elementos arquitectónicos, a la construcción, a la recreación de la ciudad ya sea en un estilo más clásico de lo que fue la vieja Belén ya sea reproduciendo nuestros pueblos andaluces. Ello era muy evidente en nacimientos como el de la Oración en el Huerto, el de Amor y Sacrificio, el de Vera-Cruz, el de la Borriquita, el del Gran Poder, Santo Entierro, etc. Después los había fastuosos como los de la mayoría de los de las hermandades citadas –pongamos por ejemplo el de la Oración en el Huerto o el de Vera-Cruz- y sencillos hasta el límite, pero entrañables y bonitos dentro de su austeridad y sencillez, como el de la Parroquia del Divino Salvador. Y a mi, dicho sea de paso, me parece muy significativo y simbólico que el Divino Salvador, Jesús, tenga dedicado un riquísimo, recargado y fastuoso templo excolegial en Sevilla y, en cambio, en Dos Hermanas tenga uno muy sencillo, el de sus barrios más humildes y sea, de todas las formas que se mire esta pequeña iglesia, esta iglesuela, como corresponde a lo que verdaderamente fue Jesús en su Nacimiento: un humilde Niño nacido en un pesebre porque para no haber no había ni sitio en la posada. Punto y aparte merecen dos puntos: uno el hermosísimo nacimiento de la Parroquia de Santa María Magdalena, Iglesia Mayor y Matriz de las Iglesias nazarenas, con la Divina Pastora tocada con una corona, como también es típico de su iconografía, San José que era el Santiago del paso de la Borriquita, el Ángel, que nunca era más un espíritu puro, de la Oración en el Huerto, y el Divino Infante y el no menos hermoso nacimiento que la Hermandad de Valme mostró en la Capilla del Ave María con la antigua Virgen del Carmen del Polígono de San Pablo, hoy venerada en la Parroquia del Ave María y San Luis, San José representado por el San Juan de la misma Borriquita y el Niño Jesús. Todas las imágenes se adornaban con preciosas telas de inusitado y variado colorido, formando un conjunto a la verdad admirable muy en la línea de los grandes nacimientos de figuras naturales tan típicos en los últimos tiempos en Sevilla y sus alrededores, por no decir otras partes que acaso desconozco más. Un segundo punto sería que el belén de Pancho mereció que Laura Montes, a la que no me atrevo a llamar compañera porque no soy periodista sino historiador, lo sacará en ABC en la página de nuestra ciudad, a lo cual evidentemente era acreedor por ser su famoso nacimiento todo un clásico en nuestras Pascuas.
Pero habría que hablar de otros muchos puntos como el Cartero Real del Rocío, que salió el día de San Juan Evangelista –que llenó de alegría el Centro de Dos Hermanas- el Cartero Real del Cautivo, de tanta tradición, el de la Amargura –ambos recorrieron las calles de sus barrios o el Gran Visir –con un nombre si cabe más clásico- de Vera-Cruz, también de tanta tradición y tan celebrado por mi querida hermandad que ve en su salida uno de sus muchos días solemnes. Mas, de todas formas, los carteros reales llenaron las hermandades y recibieron las cartas de los niños que se dirigen –más esperanzados que nosotros para lo nuestro- a los Reyes de Oriente, a esos Magos, que en buena hora para ellos y para el Niño, visitaron a nuestro Salvador. También, por ejemplo, se celebró un Nacimiento viviente en Vera-Cruz, el mismo día de San Juan Evangelista, que contó con la presencia de numerosos niños acompañados de sus familias.
Igualmente me gustaría hablar de los Reyes Magos. No he tenido ocasión de contemplar las cabalgatas de los barrios. Tan sólo he visto la magna que organiza la Comisión Estrella de la Ilusión, gran organización donde se unen para el bien de nuestros pequeños nazarenos de todas las ideologías, dando un ejemplo a seguir muy pero que muy encomiable. Representaban, como es sabido, a Sus Majestades de Oriente Patricio Páez Martínez, José María Bonilla Medina y Francisco Rivera Muñoz. Los tres se portaron como lo que eran, los Reyes Magos, y llenaron de esperanza e ilusión las calles arrojando numerosos caramelos…quizá demasiados en ocasiones. Pero, en fin, para eso estaban. Y yo –es lo que note- que en este año, hasta cierto punto comprendo la razón, se destacaron mucho sus personas alojándolos en unas bellas carrozas, mucho más grandes, hermosas, complicadas y costeadas, para usar una palabra muy clásica, que las que representaban diversas escenas queridas para los niños. También era muy bella, pero que muy bella, la carroza de la Estrella de la Ilusión, digna guía de los Magos, y que, en esta ocasión, encarnaba Ana Gata Jiménez. Me llamó mucho la atención que el conjunto se adornaba con flores naturales. Por su parte, era cartero real mi amiga Myriam Monsalve Mateos que hacía las delicias de los niños como hace las de su hijo Manolete. De la misma manera, no faltaba, signo de Amor y Cristiandad, la carroza del Nacimiento. En resumen, que fue un cortejo animado, sobre todo también por las bandas, los típicos gigantes y cabezudos –que nos retraen a los que tenemos una cierta edad a los Santiagos de nuestra infancia- y los inefables, inexcusables e imprescindibles beduinos. Me parece que todos disfrutábamos como un cosaco viendo tan impresionante y divertido cortejo.
Y que decir de otros temas como el precioso adorno del pueblo con su Árbol de Navidad, incorporado ya desde tiempo que se nos antoja inmemorial a nuestras costumbres, sus luces y hasta sus palmeras, para mi árbol tan simbólico pues es el de la Resurrección de Cristo, engalanadas y profusamente iluminadas. Vamos, que era un gusto para los sentidos. Igualmente hay que citar el esplendor de las misas de Navidad aunque no se celebren a las doce de la noche como las del Gallo, caídas muchas de ellas en desuso, o de la solemnidad de la función de San Juan Evangelista de la Hermandad del Gran Poder, que arregló a su Juanillo –como dirían los gitanos de Jerez de la Frontera de la cofradía del Cristo de la Expiración- con todo lo mejor que tuvo a mano, que, gracias a Dios, es mucho. Más de lo mismo fue la solemne función de la Epifanía del Señor de la Hermandad del Gran Poder que montó un rico altar de cultos, que no menos merece el que es Señor de señores, lleno de flores y cera y en el que tuvieron ocasión de mostrar su pericia, que es mucha, los nuevos priostes.
Y ya tengo que acabar. Me gustaría hablar más largo y tendido sobre los pregones de Rafael Camúñez Benítez –un Huerto digno de sus ancestros- en Navidad, Manuel Pérez Muñoz en Reyes o Jesús Pablo López –un Quito digno de su sangre- en el Gran Poder. No tengo espacio pero me gustaría decir que del de Rafael hay que destacar su compromiso con el Mensaje de Jesús, la ilusión y fervor que despertó en muchos jóvenes –que a pesar de estar en la edad de la ilusión necesitan mucho de ella- y sus referencias, como no, a Jesús del Gran Poder y la Esperanza Macarena, en estos momentos que según creo más necesitamos de Ella. De Manolo, por su parte, hay que destacar que su mensaje fue sencillo, muy asequible, lleno de detalles –el famoso papelito- y llegó tanto al pueblo que se habla mucho de él. Se mostró como lo que es: como un buen pregonero de Dos Hermana que ha merecido la confianza de los nazarenos para este pregón y para el del Rocío…También me gustaría hablar de los conciertos y de los campanilleros pero no tengo tiempo. Este apremia y me preocupa más lo que sucede en el mundo que la menudencias, tan notables por otra parte para mi, de mi querida Dos Hermanas.