La procesión fue espléndida y congregó a numerosísimos nazarenos y forasteros
Se celebraron la semana pasada los actos en honor de Nuestra Señora de Valme, en conmemoración del cincuenta aniversario de su coronación canónica. Empezaron el domingo 18 de junio con una misa cantada por el coro de la hermandad en la ermita de nuestra protectora en el Real Sitio de Cuarto. Luego continuaron el lunes 19 con un acto entrañable, puesta la imagen en veneración. Se reunieron en Santa María Magdalena muchas mujeres que llevaban el dulcísimo nombre de Valme. A todas se les entregó un recuerdo que consistía en un trozo del forro de manto de castillos y leones bordado por doña Elena Molina de la Muela –mujer de don José Agustín Baena de León Caro- y doña Gracia Becerra. También un grupo de mujeres contó sus experiencias valmistas. Fue un grupo variopinto y siento no poder citarlas a todas pues acabaría llenando el artículo. Sólo citaré a tres: a Valme Caro Benítez, hija de José Caro Arias, el mítico Arias; a María de Valme Gómez Sánchez, hija de Miguel Gómez Inurria, Miguelito Inurria, que habló de sus experiencias como enfermera; y de mi tía Valme Alonso Muñoz, hija de la Caridad de San Vicente, y que contó su estancia de chica en el Cortijo de Cuarto, del que mi abuelo Antonio Alonso Madueño era capataz, cuando mi abuelo salvó de la quema la ermita de la protectora –debido sobre todo al gran ascendiente que tenía sobre los obreros de Izquierda-, cómo la Virgen la ayudó en su camino vocacional a la Sociedad de Hijas de la Caridad y cómo mi abuelo tenía a su muerte el número 1 de Valme, debido a que no se quitó de la hermandad como la mayoría de hermanos del pueblo durante los duros años de la II República.
El martes 20, a las 20.30 horas tuvo lugar el pregón de la Coronación a cargo del nazareno y vecino de Dos Hermanas Alberto García Reyes, director de ABC y que trabajó en sus comienzos en esta casa. Lo presentó José María Tortajada Sánchez que hizo una sentida semblanza del pregonero. El pregón fue magnífico, como ha habido pocos en Dos Hermanas, sobre todo por la pericia y el dominio de la pluma del pregonero. A mí me llamó mucho la atención el tono eminentemente poético de tan sentida disertación y las series de sitios a los que se refería el pregonero tanto de dentro como de fuera de Dos Hermanas. Se hizo referencia a todo lo típico de Valme no sólo a la coronación. Fue un pregón muy completo, vuelvo a decir poético, y muy sentido. Fue acompañado el pregón por el canto de Lola y Rocío Avilés Ortega, que cada vez y, rápidamente, se consolidan como artistas. Tocó también la Banda de Música Santa Ana.
Y después vino el triduo a las 9 menos cuarto de la noche de los días 21, 22 y 23. El primer día ocupó la sagrada cátedra monseñor Ramón Darío Valdivia Jiménez, obispo auxiliar de Sevilla que, aparte de cantar a la Virgen de Valme, narró sus experiencias recién ordenado en Dos Hermanas y como había aprendido a querer a la Virgen de Valme. El segundo día, ocupó la dicha sagrada cátedra monseñor José Rico Pavés, obispo de Asidonia-Jerez que en una sentida plática habló de la conversión. Por último, el tercer día predicó don Eduardo Lucas Vega Moreno, nieto del mítico hermano mayor de la coronación en 1973 Manuel Moreno Pérez. Como era de esperar, la plática de Eduardo Vega fue la más sentida y la más nazarena de las tres que se dijeron. Hizo muchas referencias a Dos Hermanas y también habló de su abuelo. Fue una predicación magistral que dice mucho de la valía, a pesar de su juventud, de nuestro paisano. Cantaron estos tres días magistralmente Francisco Javier Mena Hervás, Juani Díaz Anquela, Silvia Castilla, Mónica Cobos y José Manuel Sánchez, tocando Nicolás Barbero Rivas.
En la noche del jueves día 22, la Agrupación Musical Nuestra Señora de Valme interpretó el ‘Ave María de Valme’ desde la torre de la parroquia. Tocaron también las campanas en anuncio del día 23, día en el que tuvo lugar la coronación en 1973. El mismo día 23 por la noche, tuvo lugar un bando anunciador de la fiesta tocando: la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Estrella, la Banda de Cornetas y Tambores Nuestro Padre Jesús de la Presentación al Pueblo, la Banda de Cornetas y Tambores Entre Azahares y la Agrupación Musical Nuestra Señora de Valme.
Y llegó el gran día, el 24. La Virgen fue trasladada a las 19.30 horas al Arenal –donde hace 50 años fue coronada Nuestra Madre- por su calle que lleva su nombre –vulgo Real Sevilla. En El Arenal se dijo la misa estacional. Acompañaron a la Señora las hermandades, agrupaciones y otras asociaciones de la ciudad y muchas hermandades forasteras que no voy a nombrar y cuyos nombres se pueden leer en la prensa local. La misa estacional era a las 20.30 horas pero empezó más tarde. Duró muy poco para lo que se trataba, una hora y cuarto. A ello ayudó que nuestro señor arzobispo de Sevilla monseñor José Ángel Saiz Meneses predicó nada más que diez minutos, como recomienda Su Santidad el Papa Francisco. La homilía fue muy bonita haciendo referencia a la coronación y a la devoción a la Virgen. Cantó la coral Regina Coeli que también cantó en el traslado. En el ofertorio de la solemne misa estacional, cantó el coro de la hermandad, siempre tan acertado. La Agrupación Musical Nuestra Señora de Valme abría el cortejo del traslado y seguía al paso la Banda de Música Santa Ana que, después, fue durante todo el recorrido.
Y a continuación empezó la procesión. Para mi gusto lo más destacable, sin contar la belleza y señorío de la Virgen, es la decoración de las calles. La calle Real estaba esplendorosa al igual que la calle San Alberto en la que destacó la casa de los hermanos Cisma Rubio con gallardetes y el faldón de una carreta. Allí la matriarca de la familia, Valme Rubio Arias, prima hermana de Arias, recibió a la Virgen. También destacó en la calle Rivas la casa de Mercedes Barbero León con arcos y un cuadro, sin duda, una de las casas más bellas y fastuosas. También hubo adornos en las calles fronteras a la Parroquia de Nuestra Señora del Amparo y San Fernando y en La Hacendita, esta profusamente engalanada. En la puerta de la citada parroquia, se había montado un bello y costeado altar con los dos titulares del templo, la Virgen del Amparo y San Fernando. Esperaba a la Virgen el párroco don Manuel Chaparro Vera y sus feligreses. También me pareció muy bonito el altar que se montó en la casa hermandad de la Cena con una custodia. En esta casa se le entregó a Hugo Santos Gil, hermano mayor de la Virgen, un azulejo con el misterio de la Sagrada Cena.
Luego la Virgen siguió por la calle San José, Santa María Magdalena y Francesa donde fue el desborde. Esta última calle estaba profusamente adornada. En una casa cantó el coro de la hermandad, se tiró desde una casa de enfrente una monumental petalada, una entre muchas, y se tiró un castillo de fuegos artificiales. Después la Reina de Dos Hermanas, más Reina que nunca, tiró por el callejón Cruz hasta llegar a la calle Divina Pastora profusamente adornada. Muy llamativos los arcos que adornaban esta emblemática vía. Luego la Virgen tomó por la calle Calderón de la Barca hasta llegar de nuevo a Francesa. En la esquina entre estas dos calles había montado un altar en la puerta de casa de la Hermandad Sacramental con un Niño Jesús vestido de sacerdote. Ante esta casa se cantó la salve. Después la Virgen siguió por Francesa y el callejón Cruz hasta la Plaza de Menéndez y Pelayo, conocida antes por la Plazoleta y que hoy muchos llaman la Plazoleta de Valme por el monumento que hay en ella de la Celestial Señora. En el monumento, se encontraba un simpecado de la Virgen de Valme bordado por Agustín ‘Maera’ y dos carretas. Cantaron en tan emblemático y popular sitio las hermanas Lola y Rocío Avilés Ortega.
Por último, la Virgen tomó la calle Santa María Magdalena hasta la Plaza de la Constitución, nuestros populares Jardines, para entrar en Santa María Magdalena al poco de pasadas las seis. Así acabó esta histórica procesión.
Ha habido muchos hechos destacables como la cantidad de colgaduras y mantones que adornaban incontables casas, los vivas que se dieron a Nuestra Madre, las petaladas, el gran gentío que vio y acompañó a la Virgen, la sincera devoción de los nazarenos y forasteros, etc. etc.
A destacar el paso de templete de la Virgen, obra de orfebrería de los artífices nazarenos Juan Lozano Pérez y su hijo Juan Lozano Navarro. Los bordados con castillos y leones se ejecutaron en el taller Santa Clara de Sevilla, bajo la dirección de José Luis Sánchez Expósito. El conjunto fue diseñado por Javier Sánchez de los Reyes. El paso fue llevado por cinco cuadrillas de 16 costaleros bajo el mando de los dos citados orfebres, acompañados de Jesús Manuel Quintano y Miguel Ángel Castillo. El paso se adornaba con rosas color champán y palo y con nardos. También estrenaba la Virgen un nuevo y hermoso manto blanco profusamente y lindamente bordado en oro, donación anónima.
Pues bien, para acabar sólo me falta felicitar a Hugo Santos Gil y su mesa por lo bien que lo han organizado todo, al clero de Dos Hermanas, en particular a don Manuel Sánchez Heredia y, como no, al pueblo de Dos Hermanas que mostró de nuevo sus sentimientos valmistas hacia la que es Patrona de nuestro Ayuntamiento, el cual también se hizo bien visible, presidido por el Alcalde don Francisco Rodríguez García, en los actos dedicados de Santa María de Valme. Como debe de ser.