Tanto la disertación de Tomás Muriel como la de Daniel Vaquero han sido grandes pregones
Tengo una deuda con Tomás Muriel Rivas. No he escrito sobre su magnífico pregón de Valme. Hoy intentaré subsanar este involuntario olvido. Pero también hoy quiero hablar del pregón de la Esperanza de Daniel Vaquero Fornet pronunciado el pasado domingo, víspera del día de la Expectación del Parto de María la Virgen, es decir, el día 18 del actual mes de diciembre. La próxima semana hablaré del pregón de los Reyes Magos y de la Exaltación de la Navidad.
En cuanto al pregón de Tomás, en entrevista a mi compañera Valme Caballero Holgado le dijo que tendría su toque surrealista. Yo añadiría más: tuvo un toque surrealista mas también psicodélico y hasta ‘naïf’.
Atreverse a traer a nuestros días a la figura del Santo Rey Fernando para que contemplara nuestra simpar romería de nuestra Virgen es, cuando menos, de osado. Pero de los cobardes nada se ha escrito.
Y a Tomás Muriel le salió bien, muy bien, la jugada. Fernando III recorrió la Dos Hermanas de este todavía temprano siglo XXI de la mano del pregonero contemplando a su Virgen, a nuestra Virgen, a las carretas, galeras, caballos, a todo lo que constituye nuestra bella gran fiesta. Y el Santo Rey siempre de manos del astuto y valiente pregonero paseó por nuestro pueblo reencontrándose repito con su Virgen, con nuestra queridísima protectora y patrona de nuestro Excelentísimo Ayuntamiento Santa María de Valme.
Historias apartes el pregón estaba excelentemente construido y escrito desde el punto de vista literario y lograba llenar y envolver el espíritu de los oyentes. A ello también contribuyó, todo hay que decirlo, la emoción que puso el pregonero cuando lo pronunciaba que fue, evidentemente, percibida por todos los presentes. Fue, desde luego, a mi parecer un pregón antológico del estilo del pronunciado por su hermano Francisco Muriel Rivas, uno de los más hermosos que a mi parecer se han dicho por su finura, galanura y gracia. Pero, vamos, que desde luego Tomás no sólo demostró que es un excelente periodista, cosa sabida por todos, sino que es de casta de pregonero, digno hermano de Quisco Muriel y digno sobrino del también gran pregonero Casimiro Rivas Cordero. Hermano y tío creo que están orgullosos de Tomás.
En cuanto a la presentación ¿Qué voy a decir?. Su antedicho hermano, que fue el encargado de introducir a Tomás, demostró de nuevo sus dotes literarias pronunciado una breve pero enjundiosa biografía de su hermano a la que acompañó de un tono de humor y de gracia que muestra mucho las ya citadas habilidades del presentador. Y con esta breve pero espero que entendible crónica acabo lo que quería decir sobre estos dos trabajos de los hermanos Muriel, que, repito de nuevo, han escrito dos obras antológicas en la historia del pregón de la Virgen.
Mas quiero pasar ya al reciente pregón de la Esperanza, que organiza en honor de su titular mariana la Hermandad del Cautivo. Y esta vez empezaré esta mi pequeña crónica por la presentación de Álvaro Robles Bermudo. En principio al leerla –no pude lamentablemente oírla- me parecía que estaba en ese mundo de Peter Pan, creado por James Mathew Barrie, o en ese mundo de Alicia en el país de las Maravillas o Alicia a través del espejo, inventado por Lewis Carroll, esos mundos que inmortalizaron a sus autores y que luego volvió a inmortalizar el gran Walt Disney en sus famosas películas, grandes obras de arte se las mire por donde se las mire al igual que los libros originales. Pero después vino la parte más pedestre, no por ello menos bella de la presentación. Álvaro demostró en todo momento conocer en profundidad a Dani, al que admiraba ya en su infancia. Fue una presentación donde aparecieron tres grandes iconos nazarenos: la Virgen, el simpecado de Nuestra Señora del Rocío y Santa María de la Esperanza. Y Álvaro desgranó la vida de Dani: su amor a su esposa, su amor a María, su labor fotográfica, su vinculación a Vera-Cruz y el ya viejo barrio de San Sebastián, en fin, todos los amores de Dani Vaquero. Creo que fue igualmente una presentación antológica que demuestra la madurez como escritor de una persona tan joven como Álvaro. Desde aquí sinceramente lo felicito.
Pero sólo me queda hablar del pregón de Dani. ¿Y que voy a decir? Muchas gracias, en primer lugar, por las referencias sin nombrarlo por dos veces a mi querido tío Pepe, a ese gran cofrade trianero –de su Esperanza de Triana y también de la Estrella-, nazareno luego de adopción José Pérez Iborra, gran rociero –casado con una gran valmista como era mi tía Antoñita Muñoz Blanco- y que gran hermano del Cautivo – y de más hermandades- es creo que sin duda uno de los cofrades más destacados del siglo XX nazareno. Muchas gracias de nuevo a Dani. Mas dejaré ya a un lado los sentimentalismos para centrarme en ese gran pregón de Daniel Vaquero Fornet, grande como grande ha sido el de Tomás Muriel Rivas.
Daniel Vaquero con perfecta finura y galanura –y perdón si repito mucho estas palabras que yo sé que me permite el indulgente lector- habla de las tradiciones e imágenes nazarenas –Valme, Rocío, la Virgen de la Estrella, Santa Ana…-hasta desembocar en la advocación de la Esperanza, Madre suya y de de su barrio y faro y guía de su niñez. Es bellísimo el fragmento donde aparecen vistiendo a la Señora de las barriadas de la collación de Nuestra Señora del Rocío sus camareras. Pero, sobre todo y ante todo, me ha llamado la atención la hondura teológica de algunos fragmentos, que Daniel, como buen cristiano, intenta hacer asequible a los fieles, en este caso sobre todo los oyentes de su pregón. También es muy de agradecer la referencia a mi también pariente el desaparecido José García Cebador, que en gloria haya, gran rociero y gran valmista y cuya muerte conmocionó a gran parte del pueblo. Mas, en resumen el pregón fue muy completo –con sus poesías, sus historias enlazadas y engarzadas de forma muy hábil y sobre todo, como dije antes, con un fondo de Teología que unía las tres virtudes teologales –Fe, Esperanza y Caridad- de una manera admirable. Mis felicidades a Dani que no sólo sabe hacer fotografías y cantar y cuidar del simpecado del Rocío nazareno sino a su vez, está visto, dar pregones y de los buenos.
En resumen, y ya finalizo esta leve y breve crónica, han sido dos grandes pregones y dos grandes presentaciones. Dos Hermanas ha demostrado de nuevo que es tierra de pregoneros. Gracias a Dios y a su Bendita Madre.