Fue camarera del devotisimo Jesús del Gran Poder
Hoy voy a traer a estas páginas la vida de una destacada conciudadana, Josefa- Doña Pepita- Gallas Novas, esposa del farmacéutico don Luis Romero Encinas. Nace nuestra biografiada el 18 del cuatro de 1905 en la risueña ciudad de Pontevedra, capital de su provincia y en el arzobispado de Santiago de Compostela. Era hija de Miguel Gallas Moreira y de Josefa Novas Pérez, ambos de la misma ciudad.
Casó con el citado boticario que a la vez era hijo de José Romero Martín, de Marchena y de Dominica Encina Reyes, natural de la cosmopolita, torera, risueña y universitaria ciudad de Salamanca, cuna del Arte y del Saber.
Los hijos fueron primero Dominica, nacida en Sevilla y casada con Pedro Fernández Manzano, natural de la pacense localidad de Castuera. Tuvo cuatro hijos: Isabel, María Luisa, Joaquín y María José.
En segundo lugar, se encuentra José Luis, casado con la nazarena Rosario –Charo- Justiniano Arquellada, hermana de mi madre de leche Teresa –Tere- que pertenecen por su padre a los Giustiniani de Génova, riquísima e importantísima estirpe italiana con una segunda rama en Venecia aunque existe aún una tercera. Además, por su madre pertenecen a la hidalga y linajuda familia de los Arquelladas, una de las históricamente más importantes familias de nuestra Dos Hermanas. Han tenido tres hijos: Luis, Ramón y Manuel.
En tercer y último lugar, se encuentran Carmen, casado con otro hijo de Castuera, Juan Martín Manzano. Han engendrado cuatro hijos: Consuelo, Carmen, Luis y Valme.
Doña Pepita era maestra aunque nunca ejerció. Su marido como se ha dicho supra era farmacéutico, uno de los pocos que existían por aquellas fechas en Dos Hermanas.
Pero me pregunto ¿Cuáles eran las aficiones de nuestra biografiada? Le gustaban los toros, coser y tapizar –era una manitas como expresivamente dicen sus descendientes- y las labores de la casa. Mas, si por algo destaca, es porque era una persona muy piadosa, muy incardinada en la vida de la Iglesia. Fue camarera de Jesús del Gran Poder, al que Dos Hermanas tiene tanto fervor y que derrama, el Viernes de Madrugada, sus gracias sobre nuestro pueblo. También fue camarera de la Divina Pastora de las Almas –cuya cofradía está hoy fusionada con la Sacramental y la de las Ánimas-, junto a Matilde de la Cueva, también de Castuera, y Araceli Gómez Carballido, una ‘Lagunera’ –casada con el almacenista de aceitunas y hermano mayor de Vera-Cruz, Antonio León Cruz-, cuyo matrimonio sólo trae a mi memoria buenos recuerdos. Era, en fin, amiga nuestra biografiada de todos los que frecuentaban la Iglesia, que, gracias a Dios, han sido, son y, posiblemente serán muchos nazarenos de cuna o nazarenos de adopción.
Por otra parte, su madre, Josefa Novas Pérez, que ya ha aparecido en estas líneas fue camarera de la bellísima y sorprendente imagen de Nuestra Señora del Refugio, Divina Peregrina, patrona de la bella y apacible Pontevedra. Yo la conozco y tengo que decir que me causó una grata impresión.
A nuestra biografiada, le gustaba el fútbol y era del Atlético de Bilbao, que le agradaba por una sencilla razón: consideraba que era el único que tenía jugadores de su misma tierra. También se solazaba viendo corridas de toros.
Ahora bien, repito, era una manitas. Si un cuadro se estropeaba ella misma lo arreglaba.
A la vez, hay que contar, que sentía siempre morriña de su bella tierra. Pero también hay que decir que, por atender a sus suegros, no iba a Galicia ni para los entierros. Además, le placía mucho hablar en gallego, lengua tan hablada por los naturales de esta bellísima región norteña.
De la misma manera, le gustaba el Arte. En su casa, conservan sus descendientes varias pinturas: una Adoración de los Reyes, Santa Ana, San Juan Bautista, amén de otro magnífico cuadro de San Francisco de Asís y una imponente señora, que pertenecen –hoy en la persona de Charo- a los Justinianos, como ya he dicho los genoveses Giustiniani.
Por otro lado, hay que referirse a sus hermanos. El primero era Gonzalo, que fue decano de la Facultad de Ciencias Químicas de Granada y que tiene una placa en el mismo centro universitario y una calle, ambos en la arrebatadora ciudad nazarí. Después estaban los hermanos Carmen, Laura, Josefa y Miguel. No vamos a hablar de ellos pues no es este el lugar ni la ocasión. Fue, también tía de dos ministros: Pío Cabanillas Gallas, que lo fue durante la dictadura del general Francisco Franco Bahamonde, y su hijo, Pío Cabanillas Alonso que lo fue durante el mandato de presidente de la Democracia José María Aznar, del PP.
La casa familiar estaba en la calle Nuestra Señora de Valme, vulgo Real Sevilla, que hoy es propiedad de la familia Benítez. Luego pasaron casi enfrente a unos elegantes pisos, tanto por dentro como por fuera, que son más extensos si cabe que la antigua mansión.
Pero me gustaría hablar un poco sobre los hijos. Hay decir que ambos estuvieron internos en colegios religiosos de Sevilla, José Luis en el Colegio Calasancio Hispalense de los Padres Escolapios o Calasancios, fundación de San José de Calasanz; y Carmen, por otro lado, en el Colegio de la Institución Teresiana, popularmente llamado las Teresianas, fundación de San Pedro Poveda, de la sevillana calle Arguijo, las cuales eran, al parecer, muy estrictas aunque Carmen dice que muchas eran muy buenas enseñantes. Además, hay que decir de José Luis que le gusta mucho la cacería que ya no practica. En cuanto a la hermana Carmen, le agrada ante todo divertirse y, muestra buen gusto, al haber disfrutado de la romería de nuestra protectora y patrona de nuestro Ayuntamiento la Virgen de Valme y de nuestra gran devoción supracomunal, la Virgen del Rocío, celestial patrona de Almonte.
En cuanto al marido, don Luis Romero Encinas, era aficionado al fútbol -jugó en el Granada en sus años universitarios pues estudió en la ciudad de la Alhambra-. De la misma forma, le gustaban los toros y, además, igualmente era aficionado a criar canarios y jilgueros. Era, por otro lado, amigo del veterinario don Luis Marcelo Lillo, al que conocí, hombre muy piadoso que nunca faltaba a la visita diaria a Jesús Sacramentado. Así mismo, era amigo del médico don José Caro Romero y del boticario don Manuel Carballido Gómez, el primero esposo de una señora de la muy rica y piadosa familia de los Gómez, vulgo los ‘Culebras’, y el segundo, el mismo perteneciente a la citada estirpe.
Se puede decir, de la misma manera, que ambos esposos eran muy conocidos en el pueblo.
Ahora bien, para acabar, tengo que referir una anécdota, mejor, un sucedido, que me aconteció con doña Pepita. Forma parte de mi historia íntima y personal pero, como es un hecho público, manifiesto y notorio del cual se acuerdan muchas personas de edad y de respeto, voy entonces a relatarlo sin pudor. Cuando yo nací, mi madre fue operada a vida o muerte. Cuenta la leyenda urbana, que no sé hasta qué punto es cierta, que, por tratarse de una conocida familia los almacenes de aceitunas pararon de trabajar y las obreras rezaron el Rosario, pidiendo por nuestra malhadada madre. No sé cuales fueron ni cuantos fueron. Lo cierto es que, por ser, la Virgen de los Dolores la patrona de las aceituneras, por ello yo le tengo grandísimo amor y devoción a la titular de la Oración en el Huerto. Todo ello viene al caso, al referirme a doña Pepita hay que decir que ella, en persona, me contaba que era muy amiga de mi tía Dolores Antonia de Muñoz Blanco, Antoñita, conocida pescadera de la plaza –aunque de familia de carniceros- y casada con el pescadero trianero José Pérez Iborra.
Por su amistad con mi tía, contaba doña Pepita que ella le rezó una novena al recientemente fallecido papa, hoy santo, Juan XXIII, de apellido Roncalli –del que conservan un cuadro sus descendientes- por la mejoría de mi madre. Este hecho, cuando me lo narraba, no dejaba de conmoverme e impresionarme, y, convendrá conmigo el paciente lector que lo haya relatado.
Pues bien, y termino, fue nuestra biografiada excelente y magnífica ciudadana y, lo que es más, una buenísima cristiana. Vale.
