Dos Hermanas, 1966: el caso del bebé que tuvo dos madres y las dos murieron

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El bebé en brazos de una de sus hermanas provisionales.

Al enviudar y quedar a cargo de once hijos, el padre entregó al recién nacido a dos primas que habían venido al entierro. Nadie imaginaba lo que ocurriría a los cinco meses

Contaremos esta historia verdadera sin mencionar apellidos, para preservar la identidad de los protagonistas. Lo que pasamos a relatar sucedió en Dos Hermanas sobre el año 1966. 

O más bien sería más apropiado decir que la historia ocurrió en Utrera y que después se trasladó a Dos Hermanas; fue en Utrera donde una mujer, madre de once hijos, falleció ocho días después de dar a luz al último de ellos. Quedaba, pues, el viudo (llamémosle Fidel) a cargo de once criaturas. 

Al sepelio acudieron desde Dos Hermanas dos primas hermanas de Fidel: Consuelo y Frasca. En un gesto de solidaridad muy propio de la época, con el objeto de aliviar la desdicha de Fidel, y sin duda enternecidas por la ternura del recién nacido, las dos primas se ofrecen a quedarse con el bebé, que por cierto había sido bautizado con el nombre de Antonio. Su padre, abrumado ante la coyuntura en que quedaban él y sus once hijos, vio en aquel ofrecimiento una afortunada y muy oportuna descarga de sus obligaciones y accedió, sabedor de que su bebé iba a estar bien cuidado y alimentado por sus primas.

Un giro inesperado

Las dos hermanas nazarenas estaban casadas, aunque con una notable diferencia: Consuelo tenía tres hijas (de 20, 15 y 9 años) y Frasca, algo más joven, aún no tenía descendencia. Las hermanas pactaron,  con lógica, que sería Frasca quien se hiciera cargo del bebé. Al llegar a Dos Hermanas, Frasca le hizo ver a su hermana que, para adoptar tan importante decisión, antes debía consultarlo con su marido, por lo que el niño se quedó momentáneamente en casa de Consuelo.  

Cuando Frasca, con la anuencia de su marido, por fin acude a recoger al bebé, se ha operado un cambio sustancial en la casa de Consuelo. Su marido, José, padre de tres niñas, se ha encariñado con el varoncito y dice que de allí no sale. Que se lo queda. Que sería criado como el hermano de sus hijas.

Pasan los días y Consuelo y José son felices con el bebé. Antonio vive sus primeros cinco meses de vida en un hogar donde se le mima y protege. Sin embargo, el destino tenía guardado otro revés para el pequeño. Un domingo de madrugada enferma Consuelo con una dolencia hepática. El lunes por la mañana es ingresada en el hospital, pero a pesar del celo de los médicos, fallece el martes por la tarde. A Antonio se le había muerto su segunda madre en menos de seis meses.

¿Qué hacer con el bebé?

Al fallecer Consuelo de manera tan repentina, todo señalaba a que sería su hermana Frasca la que se haría cargo del niño, pues meses antes ya había manifestado ese deseo. Sin embargo, entra en escena una invitada inesperada: la superstición. Frasca rechaza la tenencia del niño, del que dice “que viene gafe”, puesto que las dos madres que ha tenido se han muerto en seis meses.

En tal tesitura aparece en Dos Hermanas Fidel, el padre que confió su bebé a sus primas. El utrerano acude al entierro de Consuelo y en el sepelio pregunta por su hijo, que había quedado ese día al cuidado de una vecina. Al verlo, dijo: “Como mi intención era venir algún día a por él, ahora que ha muerto Consuelo, me lo llevo a Utrera”. Para sus tres hermanas, que le habían acogido con mucho cariño, la marcha del bebé se vivió con dramatismo. 

A estas alturas de la historia, alguien podría preguntarse qué hubiera pasado si Consuelo, su segunda madre, no hubiera fallecido. ¿Hubiera venido Fidel para llevárselo a Utrera? Es algo que nunca se sabrá. El caso es que el niño nunca conoció, de manera consciente, a ninguna de sus dos madres. 

Fidel, que trabajaba de jardinero en un colegio de monjas de Utrera, matriculó allí a su hija mayor (de 20 años) y a cuatro de los pequeños, entre ellos a Antonio, que hoy en 2024 se acerca a los 60 años. Cuando creció, siempre tuvo en un lugar preferente dos fotos: la de su madre biológica y la que ilustra este artículo: él en brazos de su hermana Dolores (hija de Consuelo) a quien acabó regalándole la fotografía alguna vez que volvieron a verse.