Dos Hermanas conserva peculiaridades que hay que luchar por conservar denodadamente
De nuevo voy a abordar el que acaso sea un difícil trabajo como es el sistematizar medianamente el arte de montar altares de culto de nuestras queridas cofradías.
Tengo que decir, en primer lugar, y ello es incuestionable que siempre ha habido diferencias entre los altares que se montan en unas localidades u otras. En unas son más lujosos, en otras infinitamente más sencillos. No es lo mismo un altar sencillo y funcional de mi querida Archidona –donde en cambio seguramente los tronos muestran más lujo que en Dos Hermanas los pasos- que los de nuestra ciudad. En cambio nuestro modelo se parece mucho al sevillano aunque se ha caído en el evidente adocenamiento de querer hacerlos igual. Como si Dos Hermanas y Sevilla fueran la misma cosa para temas procesionales. Nunca lo han sido y espero sinceramente que sigan sin serlo.
E iré a un ejemplo que ya he usado en ocasiones. Yo de siempre he visto en los altares cuaresmales de culto nazarenos colocar a todos los titulares. Era la costumbre. También era lo normal en Sevilla para los altares cuaresmales. Yo lo recuerdo así ya en una nebulosa. Pero llegó la costumbre sevillana de colocar el titular principal la que se le daba culto. Yo lo veo bien. ¿Por qué no? Lo malo es que los altares evidentemente se han vuelto menos completos, lujosos y para mi gusto elegantes. Entiéndanme los lectores: es lo mismo colocar el titular al que se dedican los cultos que a él y a los demás acompañándolo. La vieja costumbre nazarena sólo la suele guardar la Borriquita aunque se han visto el caso últimamente de que la Oración en el Huerto colocara al Cristo, a la Madre de los Dolores y al precioso Ángel Confortador. Las demás, normalmente, han seguido la nueva moda sevillana. Y lo malo es que en Sevilla lo mismo reina lo sublime que impera lo ridículo y no se puede copiar porque si. De hecho, en Dos Hermanas, se han acabado con venerabilísimas tradiciones nada más que por imitar a una capital donde lo mismo sale el Gran Poder que salen numerosas ‘cofradías’ ilegales que no deberían salir no porque lo diga el vicario general, que también, sino porque no es así y se debe ir por unos limites, los límites de la Iglesia. No debería ser así. Creo que se me comprende: quiero decir que una ciudad, como Sevilla, donde se ve una estupenda Semana Santa ha dado lugar a abusos reprobables. Y nosotros muchas veces por no decir casi siempre copiando sin ton ni son. Ese es el problema. Para mi ya lo máximo sería que se le llamaran tramos a las comisiones de Vera-Cruz, donde desde luego, creo que se lleva mucho tiempo intentado lograr un cofradía parecida a las sevillanas –igual que a las jerezanas o marcheneras o cordobesas si viene el caso- en lo que es accesorio y plenamente nazarena en casi todo.
Pero todo ha venido a cuento de las imágenes que se colocan en los altares. Otro problema es la cera. Yo de siempre he conocido mucha cera en los altares de nuestras hermandades. Una excepción sería cuando hace pocos años los priostes de Vera-Cruz con evidente atrevimiento pero logrando plenamente y con consenso de la hermandad lo que pretendían sólo rodearon al Cristo de algunos blandones. Fue muy acertado pero no era lo tradicional.
Otro caso de altar nadad de tradicional sería el Calvario montado por el Gran Poder el año pasado para los cultos de su Dulce Nazareno que dio mucho que hablar por su exotismo más que evidente. Fue un riesgo que se corríó por los priostes quizá inútilmente pero que ahí está para la historia pequeña de tan benemérita cofradía y para la Historia en mayúscula. Pero en fin, la cera, que es de lo que hablaba suele estar muy bella en grandes cantidades, desde luego bien puesta y con arte y acierto. Siempre se ha valorado ese tipo de altares mucho en Dos Hermanas. Otro caso sería el de la colocación de candelabros grandes como sucedió este año en el altar cuaresmal de Presentación al Pueblo. Seré sincero. Ha habido comentarios para todos los gustos. Los priostes se exponían. Pero lo cierto es que era, más que nunca, una cuestión de opiniones. A mi, particularmente, me ha gustado.
Otra cuestión es la de las flores. Desde luego, está´ordenado por nuestra Madre, la Iglesia, que no se coloquen flores –que básicamente sirven para adornar y honrar el altar- durante la Cuaresma como símbolo de la austeridad del tiempo. Se exceptúa el IV domingo, la Dominica Laetare, día de alegría en el que se anticipa la alegría de la Pascua de Resurrección y día en el que el color litúrgico es el rosa, color que antes no tenían en los ornamentos muchas parroquias y que muchas siguen sin tener. Nuestra parroquia mayor, por cierto, los tiene desde hace no mucho. Pero la costumbre en nuestras cofradías ha sido colocarlas y cualquiera acaba con esta tradición. Mas, en fin, se ponen desde luego normalmente, que no siempre, flores que por su austeridad recuerdan el tiempo en que nos encontramos.
También son muy importantes el uso de doseles y cortinas –estás últimas tan propias de nuestra iglesia mayor- que contribuyen a dar mas esplendor al altar.
Igualmente en las credencias se pueden colocar bandejas. O, por supuesto, colocar las tres sacras en el mismo altar. Este es un detalle muy bello e importante. Con su colocación se recuerda la antigua forma de decir la misa en el rito latino en la misma lengua latina, manera que todavía es válida y se conserva en muchos templos aunque normalmente la misa se diga hoy en lengua vernácula.
Igualmente hay que decir que se usan numerosas gradas y peanas donde se colocan las sagradas imágenes, las velas y las flores.
Desde luego, las priostías de todas las hermandades nazarenas se esfuerzan en este tiempo y más en estos días sobremanera en colocar sus altares de cultos, con el concurso de los priostes y de muchos hermanos que los ayudan. Tradicionalmente, y ello también ha cambiado, en Dos Hermanas en la mesa el mayordomo era el jefe de los priostes y la administración de las cuentas corporativas la llevaba el tesorero.
Hoy se conserva esta tradición en una hermandad como Vera-Cruz, donde habiendo desaparecido el tesorero sustituido en sus funciones por el mayordomo primero, en cambio el mayordomo segundo dirige a los cuatro priostes.
También no quiero olvidarme de la costumbre de colocar relicarios o del precioso pelícano, simbología de Cristo que derrama y da la sangre por sus hijos, como alimenta este animal a sus polluelos con su propia sangre si hace falta, que ha colocado este año el Santo Entierro en su altar cuaresmal.
En fin, hemos hecho, un pequeño recorrido por los altares sobre todo de Dos Hermanas. Se podría hablar mucho más pero no mucho más pretende este modesto artículo. Desde luego, quiero acabar, con la que suele ser la lógica de mi discurso siempre: que lo importante es la caridad, preocuparse de lo que pasa en las casas necesitadas del pueblo o yendo más lejos, de las inundaciones del Perú, nación tan próxima por la comunidad hispana a la nuestra, que no de altares y demás montajes. Ahora bien, ello también tiene su importancia, como muestra de lo que se merece el culto divino tributado a Dios, a su Madre y a los santos.