Con sus virtudes y defectos puede ser ejemplar para muchos otros
Aunque he impartido clase en varios institutos de Dos Hermanas, nunca he hecho un artículo de ninguno de ellos en general aunque sí de algún aspecto particular. Ya era hora de que lo escribiera. El instituto Cantely abre sus puertas en la barriada de Cantely de la vieja huerta de Cantely. No se esforzaron, desde luego, las autoridades educativas a la hora de buscarle el nombre. Primero fue colegio de Enseñanza General Básica para después pasar a Instituto de Educación Secundaria. Ha tenido tres directores: Santiago del Campo, la carismática Ana Trujillo Rubio y Dolores Galey González y por su claustro han pasado muchos profesores. Me abstendré desde luego de hablar de todos pues no los he conocido y sólo haré referencia a los que han sido mis compañeros durante este último año que he pasado en él.
En primer lugar, tengo que decir que es un centro enormemente dinámico. Acaso esa sea la característica principal, característica que lo define. Las actividades extraescolares están siempre presentes en la vida del centro y se organizan numerosas excursiones que, contribuyen a formar de un modo más completo a nuestros alumnos. Este año por ejemplo el viaje fin de curso de Cuarto de E.S.O. se dirigió a la caput mundi, a Roma, y, la verdad, es que resultó todo un éxito, quizá y sobre todo por el buen comportamiento de los cuarenta y siete alumnos que nos acompañaron. En cuanto a los profesores que cuidamos de ellos fuimos la directora, la citada Lola Galey González, la profesora de Lengua Adela Aguiar Guerrero, la orientadora Silvia Hurtado de Mendoza Acosta, el autor de estas líneas y el padre David Pabón. Yo, que ya era el tercer viaje fin de curso que hacía, tengo que decir que fue una excursión maravillosa donde visitamos todo lo que pudimos de la Roma de los Césares y de la Roma de los Papas. Pero otras muchas excursiones se han organizado a lo largo del curso para una parte completar la formación de los alumnos en las diversas asignaturas que reciben a través de entretenidos viajes digamos más de letras y, por otro, meterlos en el mundo de las ciencias tan importantes como el otro. Tengo que decir que a mí me llamó la atención las pocas excursiones, si es que hubo alguna, que tuvieron lugar en la primera evaluación. Pero todo despegó vuelo en la segunda evaluación y los diversos departamentos organizamos numerosas actividades para nuestros alumnos.
También hay que decir que yo he notado una gran preocupación por el alumnado por todos los profesores. Es evidente que ello debe ser el fin de todo profesor: ocuparse de la formación intelectual y de la formación humana de los alumnos. Pero hay veces que ello se nota menos y otras más. En Cantely ha habido una preocupación por los alumnos muy grande llegando en algún momento a momentos bastante heroicos, sobre todo por parte de los tutores. Igualmente tengo que decir que el instituto ha participado en diversos proyectos como Ecoescuela, Escuela TIC, Plan de Apertura de Centros Docentes, Erasmus –con los preceptivos intercambios-, Plan de Igualdad entre hombres y mujeres en la Educación, Plan de Salud Laboral, etc. Pero antes de hablar de mis compañeros, los profesores, me gustaría referirme a los que quizá y sin quizá son la parte principal de una comunidad educativa: los alumnos. Sin contar los padres son, sin duda, los más numerosos. En nuestro instituto –como en todos- hay muchos alumnos buenos –yo creo que sin duda la mayoría-, otros más díscolos, algunos como se dice ahora disruptivos. Pero todos forman nuestra comunidad educativa y a todos hay que prestarles una especial, una especialísima atención. Yo creo que mis compañeros han hecho eso, prestarles una atención individualizada lo más grande que han podido. Yo no puedo citar todas las clases pero se me puede permitir nombrar a las que le he dado clase y dar algunas pinceladas sobre las demás. De Segundo he tenido al inquieto y simpatiquísimo Segundo A que, no obstante, no han sacado malas notas, en parte porque han tenido un tutor que ha sido el que se merecían como el severo pero a la vez divertido Antonio Lesmes. Después habría que hablar de Segundo D, uno de los mejores cursos del instituto tanto en comportamiento como en rendimiento académico, gracias también a su magnífica tutora, que ha sido una verdadera –y no exagero- madre para ellos como ha sido Mercedes Sánchez Couceiro. Después, hablaré del tremendo Segundo E, una turba de peleones pero simpáticos y cariñosos como ellos solos y que también han obtenido muy buenas notas lo que ha alegrado a su tutora la tranquila Jesica Ramírez. ¿Y qué hablar de Tercero A? No miento, y lo siento por los demás, si digo que era el mejor curso del instituto por su comportamiento y su rendimiento –excepcional en estos malos tiempos y que los honra a ellos y al centro- y que han constituido un orgullo para su tutora Adela Aguiar y para todos nosotros. En cuanto a Tercero B, ha sido un curso de buen comportamiento que no ha dado problemas ninguno y que han alegrado según creo a su tutora Ana Ávalos. ¿Y qué decir de Tercero D? Ha sido un curso muy trabajador, con alumnos que han remontado después de venir mal en todos los aspectos, y que con gran esfuerzo no han salido mal en las asignaturas. Yo con ellos estoy muy contento y también sé del gran esfuerzo de su tutora Cristina Lanceta. ¿Y qué decir de mi revoltoso Cuarto C? Que han formado de vez en cuando algún desaguisado lo sabe Dios, lo saben ellos y lo sabemos nosotros. Ello suele pasar en todos los institutos. No miento si así lo afirmo. Pero también es verdad que han trabajado mucho en muchas ocasiones, que yo particularmente me he encontrado con alumnos a los que he podido motivar y que ha habido un grupo muy trabajador como nuestro querido Andrés, que ha conseguido un premio a su buen hacer y su constancia, y que su tutora Carmen Carneiro, esforzada donde las haya, con mucha tranquilidad y mucha mano izquierda ha ayudado mucho a sacarlos para adelante. Y yo que me alegro. ¿Y que podría decir de los demás? De los alegres primeros y los segundos entre los que nos hemos aplicado a fondo éste que está aquí y Juan Manuel González para que no dieran lata en los intermedios, del buen Tercero C, también un curso destacado por su nivel, de Cuarto A, de tan buen comportamiento, de Cuarto B que han tenido una gran tutora como mi compañera de Departamento Puri García del Pino.
Pero es hora de hablar de mis restantes compañeros: desde Silvia, la orientadora, preocupadísima por los alumnos y con una astucia verdaderamente admirable hasta Lola Galey, la directora, enormemente trabajadora pasando por Antonio el de Matemáticas, tan querido por todos; Ana la de Francés siempre tan preocupada; Guillermo el de Música, que ha metido la Música hasta las entretelas del Instituto; Mariló, tan divertida; las dos Celias, tan señoras; Mari Ángeles Espada, que ha sido una eficacísima secretaria; nuestra PT la nueva jefa de estudios Isabel Eugenio, tan tranquila en sus numerosas labores; nuestra administrativa Ana Belén, gran trabajadora y en la que siempre encuentras una ayuda; las dos Nurias, tan trabajadora la una y tan emotiva la otra; Antonio el de Educación Física con el que siempre se podía hablar cosas del pueblo; Carlos Machuca, mi eficaz jefe de departamento; Luis Manuel Manzanedo, tan entretenido; Eva, tan preocupada por su asignatura; Marina Morón, tan buena profesora; Raquel, que nos alegró los últimos días de curso con su hijo Álvaro; María Luisa y Cristina Velasco, tan agradables; Rocío, tan buena lectora que leyó alguna vez hasta mis artículos; Ernesto que es la educación con piernas y por David, tan moderno.
Pero también quisiera decir unas palabras especiales dirigidas a Chari y Antonio, nuestros conserjes, que han tenido que aguantarnos de todo –como en todos los institutos- a profesores y alumnos que invadíamos su sacrosanto terreno. Y también quiero tener unas palabras especiales para Emilio Foulquie, profesor de Educación Física, que nos ha llenado el instituto de mil grullas por la paz haciendo una ingente labor y que nos ha regalado a muchos bellos ejemplos de papiroflexia. También quiero referirme a Chelo Sosa, la profesora de Religión tan entregada a los pobres y que ha intentado crear este interés por los más desfavorecidos en los alumnos. Y, sobre todo, me quiero referir a Antonia Redondo, nuestra hasta ahora jefa de estudios que es todo un personaje. No me he encontrado nunca una jefa de estudios tan dúctil, tan agradable, tan buena con los niños y con nosotros, con tanto sentido de la responsabilidad administrada con alegría. Ella ha dejado una imborrable huella en el instituto. Empezó con Ana Trujillo y ha continuado con Lola Galey y no cabe duda que ha sido un puntal del gobierno de ambas. Todos los profesores, el personal no docente –administrativa, conserjes, limpiadoras, los padres- y, muy especialmente los alumnos, le estarán permanentemente agradecidos por su forma de llevar la jefatura de estudios. Ha sido, y con ello resumo todo, una persona agradable, pero agradable al máximo, con todos los que forman la comunidad educativa. En fin, este es mi pequeño recorrido por mi instituto, por el que ha sido mi lugar de trabajo, un centro agradable donde los padres de Dos Hermanas pueden tener la certeza de que se da una formación integral a sus hijos. Hay que tener en cuenta que ellos los alumnos, y de forma subsidiaria los padres, son en los que volcamos todos los profesores de Cantely nuestros esfuerzos. Un centro, donde, desde luego, con sus virtudes y sus defectos, que son muchas las unas y también muchos los otros, es agradable permanecer como profesor e impartir clases.