Elena: salió de Moldavia escondida en un trailer y hoy tiene su estudio de manicura

0
Elena
Elena Coceban tiene 37 años. Dice que no conoce a ningún otro moldavo en Dos Hermanas. Se puede contactar con ella por redes sociales.

Llegó a Dos Hermanas en 2009. Sus dos hijos son nazarenos. Es tan exquisita trabajando las uñas que es difícil conseguir una cita

Moldavia es un pequeño país  encajonado entre Rumanía y Ucrania, del tamaño de las provincias de Sevilla, Cádiz y Huelva. Desde una pequeña aldea llamada Malcoci llegó a Dos Hermanas  en 2009 Elena Coceban. Acaba de cumplir 37 años.

Saliste de tu país con 18 años. ¿Por qué?

Un poco por capricho. No tenía necesidad. Mi padre tiene tierras y un tractor. Fabrica aceite, miel y vino. Soy la más pequeña de cuatro hermanos. Uno estaba en Italia, otra en Portugal y el otro ya se había casado. Así que yo estaba sola en casa con mis padres y decidí probar. Mi padre me prestó dinero, crucé Rumanía en un coche con una prima mía y después llegamos a Milán escondidas en un trailer. 

¿Estuvisteis más de mil kilómetros ahí metidas?

Íbamos con el camionero en la cabina y cuando nos acercábamos a una aduana, paraba el camión, nos metíamos en el escondite en los bajos del camión y después volvíamos a la cabina tras cruzar la frontera.

¿Por donde pasaste hasta llegar aquí? 

 Estuve siete meses en Mián en casa de mi hermano. Trabajaba en la limpieza y cuidando niños. Después me fui con mi hermana a Portugal. Estuve dos años trabajando en un restaurante en el paseo marítimo de Armacao de Pera. Allí conocí a un nazareno, con el que me vine a Dos Hermanas. Él es el padre de mis dos hijos, aunque tiempo después nos separamos. 

¿Entonces tus hijos son nazarenos?

Sí. Mi hija incluso sale en la Hermandad de Oración en el Huerto. Tiene 12 años, y el mayor, 14.

¿Qué es lo que te llamó la atención de Dos Hermanas cuando llegaste?

Lo primero fue que hablais en un tono de voz muy alto, me parecía que me estaban riñendo todo el tiempo. Pero la gente de aquí es muy amable. Los moldavos son más fríos. 

Hay otras grandes diferencias entre los dos países: una es la Sanidad gratuita. En Moldavia, si no tienes dinero, ¡ni te miran en los hospitales! Y otra es la comida. Cuando llegué sólo reconocía el pollo. Allí somos más de sopa y aquí sois de fritos. Así que comía poco, perdí mucho peso.

También me llamaron la atención los horarios. Los bares en Moldavia están abiertos desde las 7 de la mañana a las 6 de la tarde, y puedes comer a cualquier hora. Y está todo abierto los fines de semana. ¡Aquí está todo cerrado los domingos! 

¿Qué hiciste cuando te viste sola con dos hijos? 

Pensé en volverme a Moldavia con mis padres, que están deseando por cierto. Un día iba por Dos Hermanas empujando el carrito de mi hija y repartiendo curriculums, y ese mismo día ya me llamaron para trabajar en el Bar “La Estrella”, ahí en La Mina. Me pagaban a tres euros la hora. Con 70 euros a la semana casi no me daba ni para el alquiler.  Me vi muy sola, la verdad. Después me fui a otro bar en la Avenida de España, donde me pagaban el doble.

Hoy te visito en tu  centro de manicura y pedicura. Tienes tantas clientas que cuesta trabajo conseguir una cita. ¿Cómo llegaste hasta aquí?

Siempre quise hacer algún curso de maquillaje, para aprender a maquillarme a mí misma. Pregunté en una academia, y me dijeron que impartían un curso de un año que incluía maquillaje y estética. Era el año 2018. Me apunté, y debía hacer muy bien las uñas porque la gente venía preguntando por mí para que se las hiciera. Empecé a hacer las uñas en mi piso de Vistazul. El primer año me fue regulín, pero poco a poco me hice con mi clientela. Estuve así cinco años hasta que he abierto este estudio en mi propia casa. 

¿Qué servicios ofreces?

Depilación, microblading de cejas, limpieza facial y pedicura y manicura rusa. 

¿Qué es la manicura rusa?

Consiste en limpiar muy bien la cutícula y la piel de alrededor de las uñas y luego hacer una autonivelación de la uña con un gel. También las pinto, claro. 

Debes ser muy buena. ¿Cual es tu secreto?

La formación continua es importante. En noviembre tengo un curso en Madrid. Nunca dejo de formarme on line con rusas, rumanas y ucranianas, que son las mejores en esto. Aquí las clientas están acostumbradas a pagar diez euros por arreglarse las uñas y ya, pero yo presto un servicio de calidad. El material que utillizo es caro. Cada clienta tiene sus limas personalizadas, que se guardan de una vez para otra. Las cortacutículas y las fresas se desinfectan y se esterilizan en cada uso. 

¿Ya se te han quitado las ganas de regresar a Moldavia?

Ahora con mis hijos, mi pareja y mi negocio estoy muy bien. No creo que me vaya, pero sí quiero ir más veces de visita. Ya tengo el DNI español y me siento más integrada. Mi chico me regaló un traje y fui a la feria vestida de gitana.