Dos Hermanas tiene muchos timbres de gloria. Entre los civiles, están ser el origen de la inmensa mayoría de los toros españoles por la ganadería dieciochesca de don Alonso de Rivas, ser su campo la cuna de la doma a la vaquera, el gran número de artistas, deportistas, políticos, toreros incluso en los últimos tiempos, que ha dado y sigue dando, la belleza, suntuosidad e importancia de sus instalaciones deportivas, la belleza de su campo, la belleza del viejo pueblo hoy muy alterada por la especulación y el paso inexorable de los tiempos, la belleza de la ciudad actual entera con sus hermosas, bellas y bonitas iglesias modernas, bello y funcional ayuntamiento, las nuevas urbanizaciones, la vegetación lujuriosa que llena sus parques y otros espacios naturales, sus nuevos edificios públicos, etc. etc. Y todo ello lo digo a pesar de que me pongo como un basilisco cada vez que derriban un edificio antiguo de mérito y, a la vista está, los ultimísimos que han derribado. Me pongo y me seguiré poniendo pero no por ello, dejo de reconocer la inmensa labor en favor de la ciudad de la corporación municipal que nos gobierna a la que desde luego pienso seguir alabando y atacando…si hace falta. Pero no es este el tema ni lo son los timbres de gloria los llamaré civiles de nuestra ciudad.
Existen, para mi, otros timbres de gloria más importantes, que son los espirituales. Dos Hermanas tiene muchos. En ella conviven, a lo menos a lo que se ve en paz y relativa armonía muchas iglesias cristianas, muchos cultos no cristianos –Islam, Budismo, Taoísmo, Sintoísmo, incluso cultos animistas que seguro que están bajo la piel de muchos católicos y protestantes- y dudo que no haya ningún judío igual que hay una colonia musulmana bastante numerosa y respetable de la que son muestra, por ejemplo, mis alumnos. Alguno de ellos es lo que se puede decir un alumno de respeto por su prudencia, fortaleza y sabiduría, es decir, de los que yo confío mucho en él por su madurez, sentido de la justicia y templanza. Mucho más que en muchos cristianos de toda la vida, rosario en la mano y devoción acrisolada que también tengo o he tenido muchísimos alumnos cristianos, muy buenos, en los que se puede confiar siquiera tan sólo por el cariño tan enorme que le tienen a la Virgen de Valme y por el papel tan grandísimo que dan a Dios y a Santa María en su difícil vida de jóvenes. Pero, seguiré con los timbres píos o simplemente cristianos de nuestra ciudad. No es el menos que en un pueblo donde tanto se mató en aquella mala hora, pesadilla que duró años y años, tanto por otra parte se tapó, se ocultó, se celó, se guardó la vida del hermano en aquellos también malos momentos y los venerables sacerdotes ocultaron a los anarquistas, los anarquistas seguían firmes muchos de ellos en la fe de sus mayores, el católico alcalde socialista –no muy amigo del clero eso sí- se lanzó con denuedo a salvar Santa María Magdalena –aunque desgraciadamente nada se pudo hacer para salvar su vida-, etc. Resumiendo, que, en la mala hora, más brilló la Dos Hermanas cristiana de Fernán Caballero que la Dos Hermanas cainita de tantos Caín –hijo de Dios- que levantan la mano contra su hermano Abel –también hijo de Dios-. Y ello porque, aunque se quemara Santa María Magdalena y hubiera tantos y tantos muertos, el Bien siempre brillará sobre el Mal…aunque a algunos le parezca lo contrario.
Pero, siguiendo con el hilo de mi discurso diré que para mi el mayor timbre de gloria de la ciudad es su devoción eucarística, tan acrisolada e intensa. El gran día del Señor, el día del Señor por antonomasia para los pueblos que es la festividad del Corpus Christi, la Fête-Dieu para los franceses, se celebra con largueza, esplendor y grandeza en Dos Hermanas gracias a sus hermandades sacramentales, sus parroquias, sus congregaciones y corporaciones de todo tipo, su ayuntamiento que nunca olvido, su venerable clero y su devoto pueblo y se prolonga la fiesta en una gran celebración eucarística que coge, durante muchos días, a toda la ciudad. Y ello a pesar de que damos el pésimo ejemplo, sobre todo por culpa de quienes deberían dirigir el asunto, es decir, los venerables sacerdotes, que no logran ponerse de acuerdo, de que el día de la fiesta Dos Hermanas parezca más desunida que nunca con tantas procesiones particulares en tantas parroquias. ¡Cómo si no hubiera días para ello durante la octava o antes dado que ya se está imponiendo la costumbre de que salgan procesiones antes de la fiesta! En fin, de todas formas no van estas líneas para recriminarle nada a nadie pero, por favor, en la Fiesta de Dios, y vuelvo a Francia, que aparezca Dos Hermanas unida, ni más ni menos que otros pueblos. Es lo que deseamos la mayoría y Dos Hermanas va de Quinto hasta Adriano y no es sólo la feligresía de las dos calles antiguas, la Cruz de Rivas, Real Sevilla –dedicada a nuestra Virgen- unas cuantas calles más y algún barrio moderno. Quien piense esto ni es de Dos Hermanas ni piensa en Dos Hermanas. Y ese es el problema. Y, por cierto, ya es hora de que se establezca el jubileo de las Cuarenta Horas como en Écija y en Sevilla.
En fin, el mayor timbre de gloria es el eucarístico. Pero a él se suman los numerosos venerables sacerdotes, vírgenes consagradas, pastores y dirigentes de otras iglesias o religiones que han nacido entre nosotros. Yo, desde luego, le doy mucha importancia a tantos y tantos buenos, santos y grandes sacerdotes que han nacido entre nosotros o tantos y tantos que nos han servido como don Manuel García, don José Toscano, don José Ruiz, don José María Ballesteros, don Valeriano Carrero, don Juan Manuel García Junco -felizmente entre nosotros- o nos sirven. No nombraré, desde luego a los hijos del pueblo porque sería mucho bombo y autocomplacencia y todos sabemos de su ejemplo, de su amor a Dios y a la Virgen y de la estela que han dejado allí donde han ido. Dos Hermanas pueblo de buenos curas y malos toreros decía siempre mi querida tía Ana María Alonso Muñoz, mi tía madrina. También le doy importancia a las vírgenes consagradas. A mi tía sor Josefa Madueño Caro, a mi tía Sor María del Carmen –Virtudes en el mundo- Castilla Alonso, a Sor Rafaela López Doval, a Sor Ana María Domínguez, a Sor Encarnación Muñoz Carballido, a Sor Patrocinio Carballlido Rivas, a tantas y tantas monjas, religiosas y consagradas nacidas en este devoto, a pesar de los pesares, de los socialismos, anarquismos, comunismos o fascismos, pueblo.
Pero este artículo se me va acabando. Y no tengo espacio. Lo siento. Sólo quiero dedicarle algunas palabras a la Pura y Limpia, a la que manda en mi corazón y en el de tantos y tantos nazarenos, lo sepan o no. Dos Hermanas es una ciudad mariana y, por ende, concepcionista. Es esta una ciudad donde el día de la Purísima o en su derredor procesionaba la Divina Pastora. Es esta una villa en la que los dos cabildos –eclesiástico y secular- defendían la entonces creencia piadosa a capa y espada. Es esta una villa donde, según creo, se convierte una antigua Inmaculada normal –no hay más que verla- en imagen de la Inmaculada Milagrosa, seguramente cuando el bueno del cardenal don Francisco Javier Cienfuegos y Jovellanos que ocupó la sede de los santos Leandro e Isidoro entre 1824-1847, que tanto sufrió por sus ovejas, extiende el culto por su sufrida diócesis basándose en las apariciones a la gran, grande sobre todo por su humildad, hija de la Caridad Santa Catalina Labouré. Es esta una villa donde su cura e hijo del pueblo don Alonso Joaquín de Rivas crea una hermandad del Cristo Coronado de Espinas y la Purísima Concepción, cuando lo normal –yo he estudiado y publicado los casos de Sevilla y Osuna y estudié aunque no publiqué el de Estepa- no era que María tuviera este nombre en estas celosas cofradías que luchaban contra la extensión de esta lacra, sin embargo tan humana, que es el pecado mortal. Es esta una ciudad donde la Inmaculada Milagrosa posee multitud de imágenes como las tres de Santa María Magdalena, la antigua, la intermedia –con mucho la más ajustada a lo que suele ser una Milagrosa y que debe desde luego permanecer en el pueblo como sea y cuando sea- y la actual, la grande del Colegio – a la que el pueblo ha rendido la más gran devoción y que donó don José Gómez Martín, Joselito ‘La Culebra’, que fue entre otros muchos cargos alcalde de la villa y hermano mayor de Vera-Cruz aparte de primer contribuyente-, las muchas pequeñas del colegio y del asilo, una de las cuales procesionó varias veces por nuestro sufrido y querido Cerro Blanco, etc.
Es esta una ciudad que marcha al Rocío en este gran día de la Virgen. Es esta una ciudad en la que, la Hermandad del Cautivo, inaugura retablo público de la Virgen de la Esperanza con ocasión de los ciento cincuenta años de la proclamación del dogma por el beato Pío IX. Es esta una ciudad concepcionista, mariana y por ello más cristiana, valmista y rociera, de María la hija de Joaquín y Ana, que marcha a Consolación por el camino real y por otro ramal marcha a la catedral a ver a la que se dice de ella ‘Per me reges regnant’. Es este un pueblo que protegen Santa Ana, San Sebastián y Santa María. Es este un pueblo donde Dios le revela a una de sus hijas, Trinidad Sánchez Moreno es su nombre, sus misterios insondables al pie de María Concebida Sin Mancha. Es esta, le pese a quien le pese, queramos o no queramos, una ciudad de la Virgen. Y este es su segundo timbre de gloria.
Posdata: La semana que viene explicaré algún cabo suelto de algún artículo sobre el que me han indagado.