La joven Esperanza López dona médula a un paciente francés y le permite hacer una vida normal
La joven nazarena Esperanza López Millán ha salvado una vida. Su donación de médula ha permitido a un paciente francés seguir adelante.
Es maestra de Educación Primaria y se está preparando las oposiciones. Forma parte de la Asociación Acaye, cuyo principal objetivo es la lucha contra el cáncer infantil y concienciar a las personas sobre la importancia de la donación de medula.
¿Cuándo y por qué decides hacerte donante de médula?
Decido hacerme donante a través de la asociación Acaye. Esta asociación comienza por el fallecimiento de un familiar, el cual con solo un año pierde la vida por una leucemia. Es a partir de este momento, cuando en mi familia tomamos conciencia de la importancia de la donación de médula. Anteriormente había oído hablar del tema, pero nunca había decidido hacerme donante.
En una campaña de donación de sangre que organiza el Ayuntamiento de Dos Hermanas en febrero de este año, la asociación Acaye pone una mesa informativa sobre la donación de médula.
Mi madre y mi tía me animan a ir a donar sangre, con la mala suerte de que al llegar me dicen que en ese momento no puedo donar sangre, porque, aunque no tengo anemia estoy en el límite y no es recomendable.
Es en ese momento cuando relleno los papeles para hacerme donante de médula (he de puntualizar que anteriormente me había informado del proceso en la página de la Fundación Josep Carreras). Entrego los papeles a la doctora que hay allí y me sacan una muestra de sangre (necesaria para completar el registro).
¿Qué sientes en el momento que recibes la llamada de tu compatibilidad con otra persona?
En abril de este año, mientras trabajaba, recibo una llamada la cual no puedo atender y, posteriormente, un SMS, en el que ponía que en cuanto pudiese devolviese la llamada, que se estaban intentando poner en contacto conmigo por una posible compatibilidad con un paciente. Al principio, pensé que era un SMS, de estos en cadena. Ya que todo lo que leía sobre la donación de médula, ponía que era súper complicado que te llamasen para donar. Que podías llevarte años y años y no te llamaban. Me resultaba raro que solo dos meses después me pudiesen llamar para donar.
Al salir de trabajar devolví la llamada, y sí, era verdad. Me llamaban de la Fundación Josep Carreras, me decían que había un paciente que era compatible conmigo y que si continuaba dispuesta a donar.
Por supuesto, aunque me sentía bastante nerviosa y casi no me lo creía, mi respuesta fue sí.
Posteriormente llamé a mi madre y a mi tía para contárselo, y como yo se quedaron sorprendidas.
¿Cuéntanos cómo fue el proceso? ¿Fue doloroso?
El primer día que hablé con la Fundación Josep Carreras, en el que me explicaron el motivo de la llamada, me hicieron un cuestionario vía telefónica sobre hábitos de vida, enfermedades… y concertaron conmigo una cita en el Centro de Transfusión Sanguínea del Hospital Virgen del Rocío. El día que concretamos llegué al Centro de Trasfusión Sanguínea, me entrevisté con una doctora, que me hizo una serie de preguntas y me explicó un poco el proceso.
Fue aquí cuando me dijeron que si era la elegida, mi médula iría a un paciente francés.
Me iban a sacar unos cuantos botes de sangre para ver, de las personas que éramos compatibles con el paciente, cuál era el más compatible. Me extrajeron la sangre. Y me dijeron que tardarían como mes y medio en ponerse en contacto conmigo si yo era la persona que el médico del paciente elegía como la donante.
Pasaron los días, y he de decir que pensé que no sería yo, porque no me habían llamado. Pero a mitad de mayo, me llaman de la Fundación Josep Carreras para preguntarme si sigo dispuesta a donar, que yo soy la persona elegida.
Puedo asegurar que en ese momento sentí todas las sensaciones que una persona puede experimentar, miedo, alegría… Pero, por supuesto, volví a decir que sí, sin dudarlo.
Me citaron unos días más tarde en el Hospital Virgen del Rocío, ese día tendría una cita con una hematóloga, que me explicaría detalladamente el proceso, me concretaría el día de la donación, me haría una serie de pruebas, las típicas que se hacen para una prueba de anestesia (radiografía, electro, extracción de sangre), y me recetaría la medicación que debería pincharme los cinco días antes de la extracción.
Esta medicación consiste en unos «factores de crecimiento», los cuales hacen que las células madres salgan al torrente sanguíneo para así poder extraerlos mediante una extracción de sangre periférica. Además, me explicaron los efectos secundarios que podía tener, que eran dolor de cabeza o dolor de huesos sobre todo de caderas o espalda.
El día de la donación fue el 7 de junio. Por lo que cinco días antes comencé a pincharme las inyecciones que me habían recetado. En mi caso, lo único que sentí fue los dos últimos días dolor de piernas y caderas y dolor de cabeza. Nada que no se pueda soportar. Yo siempre diré que los efectos secundarios de esas inyecciones son menores a los de la vacuna de COVID-19.
El día 7 de junio acudí al Hospital Virgen del Rocío, a las 8 de la mañana para la extracción. Tenía que entrar sola e iba un poco nerviosa. Pero se me quitó todo al entrar allí, me trataron genial y tanto las doctoras como los enfermeros están todo el tiempo pendiente tuya y te aclaran todas las dudas que te surjan.
Me tumbaron en una cama y me pusieron una vía en cada brazo, por una saldría mi sangre con células madres, pasaría por una máquina que se quedaría con las células madres y mi sangre volvería a mi cuerpo por el otro brazo. Y así fue, tres horas más tarde, habían conseguido movilizar todas las células madres que necesitaba. En esas tres horas el malestar que tenía se me había quitado por completo. Aunque parezca mentira yo me levanté de la cama, sin ningún tipo de dolor. Ese día me recomendaron no hacer esfuerzo y descansar.
¿Qué ha significado para tí salvar una vida?
En principio creía que no te daban información sobre el paciente, si le va bien o mal con la donación. Pero me equivoqué y vaya alegría.
La Fundación Josep Carreras, te informa, te atienden y te aclaran todas las dudas que te surjan. Y esto no iba a ser menos. Al día siguiente de mi donación me llamaron a ver qué tal había ido todo, y aproveché para preguntarle si me podría decir si el paciente se recuperaba. Me dijeron que por supuesto, aunque hay que guardar la privacidad de paciente y donante. Me comentaron que era un hombre francés. Y que si quería podía escribir una carta a través de la Fundación de apoyo al paciente, en el que por supuesto no podía poner ningún dato personal mío. Pero ellos se la harían llegar.
Además, que a los tres meses escribiese un correo, si quería saber qué tal había ido la donación. Sin duda lo hice, con la alegría de que me contestaron: «El paciente está en la última fase de recuperación, y en breve podrá hacer una vida normal».
Creo que ese mensaje es uno de los que más me ha emocionado en mi vida. Sin conocer a una persona sabes que se ha recuperado gracias a un pequeño gesto tuyo.
Yo siempre lo digo y se lo hice llegar en la carta que le mande, «yo no le mandé nada mío, le mandé aquello que él, sin conocerme, durante unos días me había pedido que le guardara como un tesoro». Esas células madres que yo movilicé no me pertenecían a mí, porque yo no las necesitaba, tenía claro que eran para él y que era lo más preciado que tenemos: la vida.
Además, mi familia me apoyó muchísimo y mi tía, sobre todo, que había vivido en el hospital los momentos en los que las familias esperan que les digan que hay alguien compatible me decía: «Espe, no te puedes imaginar la angustia que siente una familia esperando que le digan que hay un donante. Y la esperanza que tienen cuando le comunican que lo han encontrado». Yo tenía claro desde la primera llamada que no podría decir en ningún momento que no lo haría.
¿Cómo animarías a otras personas a que se hagan donantes de médula?
Sin duda creo, que las personas no se registran como donantes por la desinformación. A mí me llegaron a decir de todo, que estaba loca, que lo que iba a hacer… ¡La mayoría de las personas piensan que es una punción en la médula y no!!, es una extracción de sangre normal.
Yo animo a todas las personas a que se informen bien, que lean sobre el tema y, por supuesto, que se registren como donantes. La experiencia es maravillosa, y la satisfacción y la alegría cuando te dicen que una persona está curada, por un pequeño gesto tuyo, no lo puedo definir con una palabra.
Por mucho malestar que se sienta en alguno de los días de las inyecciones de los Factores de Crecimiento (que ya digo que no es excesivo), siempre será insignificante al lado del de una persona que se está jugando la vida y que está luchando durante un día y otro por seguir adelante.
Me gustaría destacar el maravilloso trato que me dieron durante todo el proceso y posteriormente tanto la Fundación Josep Carreras, como las hematólogas y enfermeros del Hospital Virgen del Rocío.
Esperanza López ha llevado a gala su nombre y ha trasmitido, junto con su médula, esperanza y vida a otra persona.
Para más información sobre donación de médula las personas interesadas pueden contactar con Acaye en el teléfono: 609 64 49 56.