Estado de la cuestión de algunas grandes devociones comunales y supracomunales

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Santa Ana

La Virgen de Valme y Santa Ana brillan con luz propia en nuestro mundo cultural

Comprendo que, dados los problemas que atraviesa la Iglesia en España, con ese ataque larvado, que se le hace desde algunos sectores del panorama político que no voy a nombrar pues sería darles cuartos al pregonero, suene altisonante hablar de la devoción a los santos, sobre todo a la que es Madre de Dios y Madre de los hombres. Pero, precisamente, porque ella es la Guebirah mesiánica, la Reina Madre del Nuevo Israel, que es la Iglesia, que intercede por los hombres ante su Hijo, el Rey del Universo, nos vamos a referir aquí, pasando a un tema más para andar por casa a las devociones de Dos Hermanas y, muy singularmente a las marianas. Soy consciente, muy consciente, de que no es la primera vez, ni la segunda, ni la tercera, que hablo del tema pero también lo soy de que la repetición graba las ideas que pretendo transmitir a mis pacientes lectores -a los que debo todo- y que hablar de María Santísima -a pesar de que de Ella se dice tan poco en los Evangelios- da para mucho pues entrar en el Misterio de María es adentrarse en el Misterio insondable de la que es Hija del Eterno Padre, Madre del Unigénito Hijo y Esposa Querida de Divino Espíritu. Con razón, los Padres y Doctores de la Iglesia han hablado largo y tendido de la Virgen, y la tradición ha hecho de María uno de sus principales asuntos, siendo la Mariología una de las asignaturas de Teología, sin duda, más bella e interesante aunque, como casi todas, complicada. Pero, tengo que aterrizar, y me voy a centrar en las grandes devociones marianas de gloria de esta que considero pía ciudad.

Y, en primer lugar, tengo que repetir que mantengo que el pueblo es piadoso porque a pesar del bajo índice de practicancia -como, desgraciadamente, en todas partes- aquí se llenan en misa tanto la parroquia mayor como las de los barrios. Ello es algo que le llama la atención a los sacerdotes que las sirven y no pasa ni mucho menos en todas las ciudades. En segundo lugar, el pueblo, muestra su piedad en la religiosidad popular externa con sus numerosas procesiones y otros actos de culto externo entre los que se encuentran los rosarios públicos o vía-crucis -ambos tan numerosos-, a los que añadiría los que ahora se avecinan, pues otra modalidad de culto público habría que considerar a las campanitas, nuestros coros de campanilleros, que van cantando con esplendor y gran devoción el nacimiento del Niño de Dios. Lo máximo, evidentemente, serían las procesiones eucarísticas, tan numerosas, y que salen prácticamente en todas las parroquias, alrededor todas del Corpus Christi de la ciudad, que procesiona desde la Parroquia Mayor y Más Antigua de Santa María Magdalena, existiendo en alguna parroquia, como en la última, la procesión para el cumplimiento pascual de enfermos e impedidos, lo que los castizos siempre han conocido como Su Majestad en Público. En tercer lugar, otra muestra de la piedad del pueblo sería la religiosidad que muestran los hermanos separados, sean evangélicos, presbiterianos, adventistas u otras religiones más alejadas del espectro católico como Testigos de Jehová -tan implantados entre nosotros-, o la Iglesia de Jesucristo de los Santos del Último Día, vulgo Mormones. A ellos, habría que añadir los musulmanes y supongo -aunque no lo he investigado- que habrá budistas, sintoístas y taoístas entre la colonia japonesa y china. En cambio, si sé que entre la comunidad negra los hay evangélicos -por ejemplo algunos yorubas-, católicos -algunos bubis- y musulmanes -algunos fulanis-.

Pero, poniendo a todos, sean moros sean cristianos, bajo el manto de la Virgen de Valme hay que decir que la gran devoción comunal del pueblo es la Virgen . Lo ha sido de siempre, compartiendo el amor de los nazarenos con la Abuela de Cristo, con Santa Ana. La documentación y la tradición nos lo hacen ver así. Después, la Virgen quizá precisamente por ser eso mismo, una imagen de Santa María se erigió como la gran devoción del pueblo, pero Santa Ana siguió ejerciendo desde su pequeña capilla un indudable influjo sobre sus muchísimos devotos.

Las gentes antiguas, las familias de toda la vida, los apodos multiseculares de siempre no solían distinguir tanto entre la Virgen y la Santa. El nombre Ana pasaba en las casas de generación en generación como precioso legado. Yo pongo el ejemplo de mi casa. Mi bisabuela, la ‘Pelá’ de la venta, ventera y pelantrina era Ana Madueño Caro; su nuera, mi abuela, carnicera de la plaza Ana Muñoz Blanco; su nieta, mi tía, maestra, aliada y presidenta que fue de las Marías de los Sagrarios Calvarios, entre otros oficios -personaje clave por cierto en la historia de Santa María Magdalena- Ana María Alonso Muñoz y mi prima, maestra, Ana Valme Alonso Cardona.

Aparte, han existido tantas Anas en Dos Hermanas que la lista sería interminable. Desde la Madre Ana María Domínguez Rodríguez -hija del pueblo y priora de las Carmelitas Descalzas- hasta Ana Salguero López, la hermana soltera de los Salgueros y sostén que fue del culto a Santa Ana, pasando por Ana López Gómez, la ‘Chamorra’ -que vive felizmente-, nuestra parroquia mayor, nuestras demás parroquias nuestros almacenes de aceitunas, nuestras hermandades, nuestras entidades de todo tipo están llenos de Anas, lo que es señal del culto tan grande que Dos Hermanas da, en buena hora, a la que es Abuela de Cristo, Madre de la Virgen, Suegra de San José y Esposa de San Joaquín.

Pero, ya digo, la gran devoción comunal es también la Virgen de Valme, a la que reza e implora toda Dos Hermanas, y que ha sido el mayor nexo de unión entre todo el pueblo. La Virgen, Ella sola, ha hecho patria y ha unido más a Dos Hermanas.

Y, lo cierto, es que ahora más que nunca hace falta la unión ante los tiempos difíciles que estamos viviendo. Por eso, me asombra y maravilla la romería con la gran cantidad de devotos de todo tipo, nazarenos -nacidos y foráneos- forasteros que acuden ese día, nazarenos que están fuera y en fecha tan señalada acuden a ver a la Reina de Dos Hermanas, todos unidos a sus plantas.

Y, lo cierto, es que para Ella no hay diferencias y yo opino porque lo veo y lo observo y si tengo alguna virtud -cosa que dudo- , es que me fijo que a sus pies lo mismo se ponen las Izquierdas y las Derechas, los tirios y los troyanos, los moros y los cristianos y no existen siglas ante sus, repito, benditas plantas. La devoción y el amor a Nuestra Señora y por Ella a su Bendito Hijo -a Jesús por María- trasciende las ideas políticas- como debe de ser pues Dios y Su Madre no entienden de ideologías- y todos se ponen ante Ella. Y la romería de Valme es una muestra evidente de ello.

Mas, lo que está claro, es que, el artículo, ha ido por otros derroteros a los que había pensado en un principio ya que cuando hablo de la Reina de Cuarto, a la que invocó el Rey Santo, se me va la mente, tanto es lo que tengo que decir de Ella. Sólo quiero añadir, que existen tres grandes devociones supracomunales en Dos Hermanas, que comparten la devoción con Nuestra Celestial Protectora y Patrona de Nuestro Excelentísimo Ayuntamiento. Una, es la que fue Santa María de las Rocinas -y según la leyenda antes de los Remedios- y hoy es Santa María del Rocío, la Patrona de la Villa de Almonte, devoción comunal de este pueblo tan querido para los nazarenos, cariño y respeto que los almonteños nos devuelven con creces. Larga es la historia del amor de Dos Hermanas a la Virgen del Rocío. Desde los míticos, y tan míticos, tiempos en que acaso los ‘Cocoreras’, los ‘Caques’ y los ‘Pelaos’ éramos los primeros que íbamos a la aldea del Rocío, a venerar a la Reina de las Marismas, a estos tiempos de tantas familias, en que van hasta los ‘Chamorros’, que han dado un gran hermano mayor, como fue Alonso López García, de feliz memoria, han pasado años de apreturas y, sobre todo, años de esplendor de una hermandad, que ha extendido en nuestro pueblo, hoy gran ciudad, la devoción a la Blanca Paloma, hoy con la ayuda de nuestra hermandad hermana de Montequinto, que espero que pronto sea recibida como filial. Dos Hermanas es considerado en Almonte un pueblo rociero aunque dado su tamaño la devoción no llega a toda la población.

Para acabar, sólo me resta citar las otras dos grandes devociones supracomunales que serían la Virgen de los Reyes, tan querida en un pueblo como éste, donde es tradicional ir andando a verla la mañana del 15 de agosto, a Ella que es Patrona de Sevilla y su Archidiócesis.

En Dos Hermanas, es una devoción arraigadísima, muy profunda y muy honda, entre otras en muchas familias de Iglesia como los López, los ‘Quitos’, de los que es ejemplo el sacerdote don Francisco de los Reyes Rodríguez López, párroco de San Lorenzo de Sevilla. Por último, como no mencionar a la Virgen de Consolación, la gran devoción de la Campiña sevillana, tan querida de manchoneros, pelantrines y grandes labradores en esta Dos Hermanas que es el pueblo que tradicionalmente ha pagado más misas en su santuario, que ha tenido hermandad de tan celestial Señora y cuyas hermandades van andando a visitarla.

En fin, así acabo este recorrido por las grandes devociones nazarenas en el que la Virgen de Valme y Santa Ana brillan con luz propia como evidentemente debe de ser pues ante todo y, sobre todo, estamos en Dos Hermanas. En otro momento hablaremos de las devociones cristíferas, como Vera-Cruz, el Gran Poder o el Cautivo u otras muchas devociones.