Hasta hace poco se le veía por Los Jardines, entrando en el Casino. Ha fallecido, a los 80 años, Luis León Cruz, nazareno peculiar que quizá no sacó suficiente provecho a su prodigiosa inteligencia. Baste decir sobre sus capacidades que sacó el título de bachiler en dos años en vez de siete y que se tituló en Filosofía y Letras en menos tiempo del previsto y con las mejores notas. Al tiempo que estudiaba la carrera tuvo lugar para aprender idiomas, de forma autodidacta. Dominaba el griego (que estudió para opositar a una cátedra en la Universidad de Salamanca, vacante desde la muerte de Miguel de Unamuno), además de latín, inglés, francés, italiano y alemán. Además, estudió sueco y holandés, y tenía conocimientos de árabe y hebreo. En su biblioteca había también diccionarios de japonés y portugués, mezclados con novelas de Dickens y las tragedias de Sófocles. Y una biblia del siglo XVIII, con pastas de piel de cordero.
Hijo de un matrimonio de la burguesía nazarena vinculado a la exportación de aceitunas, Luis (nacido en 1910) era el menor de seis hermanos, condición que le permitió, según costumbre de la época, dedicarse a los estudios. En su tierna infancia ya dejó vislumbrar su gran talento para las letras en las Escuelas del Ave María. Pero, a pesar de su vasta formación, este nazareno políglota no tuvo demasiada suerte en el campo laboral, y tampoco supo administrar con eficiencia lo mucho o poco que ganó.
Tras fracasar en la cátedra salmantina (al parecer fue adjudicada a dedo a otro aspirante), y tras periplos en Madrid y Alemania (donde residió para perfeccionar el idioma), regresó a Dos Hermanas (ya con su eterno bigote), donde se ganó la vida como profesor en “Los Frailes” y dando clases particulares en su casa. Sobre 1945, al igual que sus hermanos Fernando, Manuel y Antonio (“León y Cos”), instaló su propio almacén de aceitunas y creó la marca “Leoliva” (juego de palabras con su apellido), que hasta 1956 se dedicó a la exportación: la gordal en bocoyes, y la manzanilla (rellena de pimientos o anchoas), en latas o “frascos cilíndricos”.
De carácter inquieto, cuentan que “se ahogaba” si permanecía en el mismo sitio. Con su “Vespa” (una de las primeras que se vendieron aquí), hizo un viaje a Suiza, él solo. Viajar era, además de los toros y la literatura, una de sus pasiones. Su conocimiento del negocio aceitunero y su facilidad de idiomas le vinieron bien para viajar y conocer mundo . En 1951 fue en el barco “Constitution” a USA como intérprete de un empresario para promocionar sus aceitunas, y en 1958 estuvo en Nueva York y Philadelphia. En 1959 trabajó para “El Herrezuelo”, un almacén de Alcalá, y entre 1960 y 1965 para el empresario Benito Villamarín (con el que en 1962 estuvo seis meses en Alemania), trasladándose en esos años a vivir con su familia al barrio sevillano de Los Remedios. Entre 1966 y 1973 regresó a Dos Hermanas (Los Lobillos) con su sobrino Pepe León (traduciendo cartas) antes de jubilarse en 1975. De carácter introvertido (y quizá por ello, incomprendido), sufrió bastantes conflictos personales y familiares. Una paradoja para quien, como dijo su amigo José Salguero, “posiblemente haya sido una de las personas más cultas que haya dado Dos Hermanas en este siglo”.
Enamorado … de una de sus alumnas
En la planta alta de la casa de sus padres, en calle Lamarque de Novoa, dio Luis clases particulares durante varios años. Era bien conocida en Dos Hermanas “la academia de Luis León”. De una de aquellas alumnas, Maria del Rosario Gómez Mejías, se enamoró y con ella se casó en 1948. La fotografía corresponde al viaje de novios. De este matrimonio nacieron tres hijos: María del Rosario, Luis y Concha.