“Nuestros pinchitos gigantes, los serranitos y las pavías eran nuestra especialidad”
Fernando Zapata Ortiz regenta desde hace 35 años junto a su esposa el Restaurante Valme, ubicado en la emblemática calle Ntra. Sra. de Valme, frente al Teatro Municipal Juan Rodríguez Romero. Un negocio familiar en el que también trabajan sus dos hijas que seguirán adelante con el mismo.
¿Es natural de Dos Hermanas?
No, soy de Algodonales.
¿Cómo llega a la localidad?
Me fui a trabajar a Barcelona. Allí me casé y tuve a mis dos hijas. Pero me gustaba mi tierra y compramos una casa aquí en Dos Hermanas porque creimos que era mejor para que las niñas pudieran estudiar. Una vez aquí abrimos un supermercado en la calle Curtidores. Pero lo nuestro era la hostelería. En Barcelona, vivíamos en Santa Coloma de Gramanet, le alquilamos el restaurante a mi suegro con mis dos cuñados, nos iba muy bien. Entonces, en 1983 compramos esta casa, con mucho esfuerzo, los primeros seis meses fueron muy malos, entraba muy poca gente. Pero vino una empresa de Madrid, que estaba construyendo un gaseoducto y los jefes y trabajadores venían a comer todos los días. Más de 200 personas. También venían muchos turistas que se hospedaban en el camping y mucha gente de Cádiz que venían a conocer Dos Hermanas.
¿Cuándo deciden ampliar el negocio e incluir salón de celebraciones?
El restaurante siempre ha sido igual. Al principio teníamos un gran patio. La verdad es que se llenaba. Había cola esperando mesa. Estaba el cine de verano. En aquella época no había muchos restaurantes en Dos Hermanas y empezamos a ser muy conocidos. Nuestros pinchitos gigantes, los serranitos, las patatas bravas y las pavías de merluza eran nuestra especialidad. Vendíamos hasta 500 serranitos el fin de semana. Pero vimos que el tema de las celebraciones era un negocio y decidimos hacer en el patio el salón para celebraciones de todo tipo: bodas, bautizos, comuniones, reuniones familiares, de empresa, etc.
¿Cuáles son los platos estrella de la casa?
De toda la carta, el ‘pescaíto’ frito, pero también la carrillada, las croquetas… Tenemos menús todos los días. Además, la carta varia mucho. Vamos al mercado y según los productos frescos que haya eso preparamos. A mi mujer le gusta ir innovando y cambiando. Hacemos fideuás, revueltos, alcachofas, setas, pisto… No tenemos una carta fija, se va cambiando.
¿Cuentan con una clientela fija?
Sí, tenemos una clientela de toda la vida. Con muchos de nuestros clientes hemos entablado una amistad. Le agradecemos a todos su apoyo y confianza.
Afirman que Dos Hermanas ha cambiado mucho en estos 35 años. “Antes era todo campo”, indican. “Ha crecido mucho y el el centro de la ciudad se queda muerto”, explican con cierto pesar.
Un gran pilar de su vida
La esposa de Fernando, Nati, es un gran pilar en su vida. Junto a sus dos hijas llevan actualmente el negocio ya que Fernando se jubiló. “Nos llevamos 24 horas juntos”, explican entre risas. Nati lleva desde pequeña en el mundo de la hostelería. Siempre en la trastienda, entre bastidores, en la cocina, siendo el alma y el corazón del negocio. Ahora, cuando Nati se jubile, serán sus hijas las que continúen con el negocio para el que ya tienen proyectos de futuro para renovarlo. Nati es natural de Jaén, de Porcuna, pero se considera nazarena después de casi toda la vida viviendo en la ciudad.