Francisco Castillo Martín ‘Curri’, un artista y cofrade nazareno (y II)

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Francisco Castillo

Francisco Castillo era un gran enamorado de su patria chica, de nuestro pueblo, en el que siempre habitó

Hoy volvemos a hablar del recientemente desaparecido Francisco Castillo Martín, ‘Curri’ y de su interesante personalidad.

Y en primer lugar, queremos decir que era todo un artista tanto del baile como de la música y la canción. Del primero fue discípulo del famoso maestro cacereño Enrique Jiménez Mendoza ‘El Cojo’ que tenía su academia en la sevillana calle del Espíritu Santo en el barrio de la Feria, cabe el Convento del mismo nombre de Madres Comendadoras del Espíritu Santo, en la collación de San Juan Bautista de la Palma, iglesia que hoy es filial de San Pedro. Del gran bailaor afincado en Sevilla, fue también afamada discípula Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, duquesa de Alba, entre un largo número de títulos, mujer bohemia, popular y artista como también lo era, sin duda, nuestro biografiado. También, se cuenta que vino una vez Carmen Sevilla, la gran cantante y actriz sevillana, a Dos Hermanas y quiso llevárselo con ella a lo cual se negó su madre.

Cuando Francisco Castillo era niño bailó también con el ballet de Antonio Pera Ponce el Zarandilla y con Juanito Díaz. De lo que no cabe duda es que Curri tenía mucho compás, a la vez innato y aprendido.

En cuanto a la canción, le gustaba el cante por fiesta. Actuó en varios lugares como Madrid o las fincas del empresario y banquero Mario Conde en la provincia de Jaén a las que fue con José Manuel el de ‘Romería’. Con el mismo, también acudió a Mallorca a un tablao flamenco. Ninguno de los cantes festeros le eran ajenos ni las bulerías, ni las alegrías, ni los tientos, ni los tangos, ni las rumbas… todos estos cantes que nos traen a la memoria referencias de las torres miradores de Cádiz -de Chano Lobato, de Magdalena Cornejo, de Encarna Anillo, de Jineto-, de la Isla -del gran Camarón, de la venta Vargas de Niña Pastori-, de Jerez de la Frontera –de Lola, de la Paquera, de Tío José de Paula-, de Utrera -del gran Bambino, de las Niñas de Utrera, de esas grandes Bernarda y Fernanda, de Esperanza Fernández-, de la soleá de los Paula de Alcalá de Guadaira y como no del vástago de esta estirpe que fue el gran nazareno Juan Talega… Todos ellos forman parte junto a muchos más de ese universo del Flamenco, tarro de esencias de nuestra tierra bendita de Andalucía, que tanto gustaba a Curri.

También hay que destacar que Francisco Castillo era un excelente deportista, al que le gustaba el ‘footing’ y el fútbol, jugando de defensa en una liga de amigos. Por otra parte era bético, como tantos y tantos en esta ciudad en que tienen tanto arraigo tanto el Betis como el Sevilla,

Pero, también, participaba de un mundo tan nazareno como es el del caballo. En efecto nuestra ciudad, nuestro gran pueblo, es cuna, junto con Los Palacios y Villafranca de la modalidad de la Doma a la Vaquera. El campo palaciego y el nazareno vieron nacer esta forma de domar el noble bruto hoy tan extendida. Y es sabido que en Madrid se dice que si quieres ver buenos caballos y jinetes no vayas a la Feria de Sevilla -¡Con lo que es Sevilla!- sino ve a la de Dos Hermanas. Y a nuestro personaje le gustaban los caballos aunque no montaba. Es un caso similar al nuestro. De todas formas, en el pasado año 2018 hizo el camino del Rocío en un charret con cuatro amigos: Pepe Martínez Montaño de la familia de los capataces de Piegallo, José Manuel el del grupo ‘Romería’, Carlos y Alejandro González Hidalgo, formando la típica fratría de hombres, pequeña en este caso, que van solos al Rocío.

Otra de las grandes aficiones de Francisco Castillo ‘Curri’, la constituían las bandas. Pertenecía desde su fundación a la nombrada y famosa banda de la Estrella, que es toda una institución veterana.

Igualmente, era un reputado músico que tocó la caja y los timbales con José Manuel el del grupo ‘Romería’, el grupo Plaza Nueva formado por el jacarandoso Curro Varela Díaz, uno de los zagales de mi catequesis que más alegrías me ha dado en paralelo a sus infinitas travesuras, y por Rafael Arana Benítez y, por supuesto, a nuestros internacionales artistas Antonio Romero Monge y Rafael Ruiz Perdigones, gloria para Dos Hermanas la cual llevan por bandera por todo el Orbe. Con ellos Curri trabajaba en la romería más universal de Andalucía, en la de la celestial patrona de Almonte la Virgen del Rocío, a la que siguen en público y devoción la de la Virgen de la Cabeza de Andújar y la nuestra, y tan nuestra, de la Virgen de Valme.

Pero debemos hablar de las ocupaciones de Francisco Castillo ‘Curri’. Ya sabemos que era auxiliar administrativo. Sin embargo, no trabajó nunca en este difícil oficio sino que se dedicó principalmente a regentar bares. Lo cierto es que también durante un tiempo laboró de peón en la fábrica de Ybarra. Pero, sobre todo, llevó bares como el Bar Rafa sito al lado de la fábrica del Arroz, La última trabajadera -bar eminentemente cofradiero- el famoso pub inglés Baker Street -donde aletea el espíritu de Sherlock Holmes- y, por último, el Open, famoso bar de El Llano, regentado antes por Francisco Carrasco Núñez.

Pero conviene pararse un poco en La última trabajadera, centro de reunión de capillitas mas también centro de encuentro de los dedicados a otros menesteres. En efecto, en este bar cuando se construyó la casa de la popularísima hermandad de la Amargura, Señora que es reina de populares y populosos barrios de Dos Hermanas como la Costa del Sol, Ibarburu, El Cerro Blanco o el Chaparral se recogían los donativos para ejecutar tan ambiciosa obra. A ella acudían los tertulianos de la tertulia cofrade del mismo nombre del bar, los músicos de diversas bandas, en particular los de la banda de la Estrella y costaleros y cofrades en general. Mas también ser reunían en ella los pintores del colectivo Ventana Plástica, que tanta gloria ha dado al mundo del Arte en nuestra ciudad. Ello daba a este célebre bar un toque de modernidad que ponía el contraste al mucho más clásico mundo capillita.

En cuanto a la familia de nuestro amigo, ha dejado dos hijos: María de los Ángeles de 21 años que estudia Educación Infantil y Francisco de 16 años que estudia el Bachiller.

Pero nos queda hablar de sus numerosos amigos, la fratría de varones, auténtica confraternidad laica con la que se juntaba. Entre ellos, estaban el bancario Pepe Hidalgo Reina, el empresario Juan Espina Noguera –hijo del empresario y presidente que fue del Real Betis Balompié Miguel Espina Martín-, el restaurador Manuel Mendizábal Martínez –hijo del antiguo hermano mayor del Rocío Manuel Mendizábal Merino y de la camarera del Simpecado de la misma cofradía Pepi Martínez Domínguez-, el director de esta casa José Luis Olivares Arenas, Pepito Martínez Montaño -de la gente de Piegallo-, José María Sánchez Gómez -cantante del grupo Romería y del que se ha hablado ut supra varias veces-, el cantante Curro Varela Díaz -de importante familia de la ciudad como hijo del gran cofrade y político Juan Varela Gómez y de Conchita Díaz Fernández-, el cantante Rafael Arana Benítez -sobrino del gran empresario del mueble Curro Benítez García-, Ángel Leyva, Francisco José Alcocer Cardona, el comerciante de artículos de regalos Fernando González Ramos, el peluquero José Manuel Jurado Cordón, Antonio Cebador Caro ‘El Paraíso’, Diego Román Caro, Francisco Prior, Antonio Miguel Rubio Santana, Jorge Varela, Antonio Mejías ‘El Cano’, Juan Diego y su mujer María de los Ángeles.

También tenemos que decir que a Francisco Castillo le gustaba ir como un pincel e iba siempre bien maqueado y apatucado, lo que dice mucho de su personalidad.

Pero acaso una de sus características más importantes sino la que más es que se sentía muy nazareno y era un gran enamorado de su pueblo, de esta gran ciudad de las hermanas Nazareno. Siempre vivió en Dos Hermanas. Ello no quitaba para que no fuese también un gran enamorado de Sevilla. También le gustaba mucho la playa y acudía con Pepito Martínez Montaño y José Manuel el de Romería a una que se encuentra entre la Real Isla de León –San Fernando-y la singular y simpar Cádiz.

Para acabar tenemos que decir que el niño del barrio de San Sebastián, de la calle San Sebastián –el Ejido Chico- y la calle Álvarez Quintero -la calle Campaña- pasó a vivir a la calle Manuel Bonilla Santana ‘El Alpiste’, paralela a la calle Carlos I y por último a un sitio moderno pero de nombre tan castizo como Las Morerillas mirando para el Llano en un piso de Ana María Campo Varela, en pleno centro de la ciudad, junto a nuestra queridísima Parroquia Mayor y Más Antigua de Santa María Magdalena, para muchos, entre los que sin duda se encontraba él, el verdadero corazón de Dos Hermanas.

En fin, lo cierto es que al niño del barrio de San Sebastián, que jugaba a la sombra de la vieja ermita del viejo Cristo del Lagar, al que el pueblo invocaba en los momentos de sequía, se lo ha ido a llevar el mismo Santo Cristo cuando Dos Hermanas se prepara para la magna procesión con su venerada y venerable imagen. La ciudad, este viejo pueblo, esta nueva ciudad, se arregla y orna para la procesión de su Cristo. Nuestro biografiado corre mejor suerte que los que quedamos en este valle de lágrimas y tiene la dicha de contemplar cara a cara al Verbo Encarnado, que nosotros contemplamos en efigie.