Fue un excelente profesional enormemente apreciado por todas las personas para las que trabajó
Ya escribimos hace un año una necrológica sobre ese gran albañil nazareno que fue Francisco Durán Jurado, tan conocido y apreciado en nuestro pueblo. Y hoy vamos a aportar nuevos datos sobre su vida y labor.
Nació nuestro biografiado el 18 de enero de 1941 en nuestra villa, hijo de los también nazarenos Antonio Durán Jiménez y Mercedes Jurado Varela. Su padre era conocido por ‘El Cano’ mientras que su madre era una ‘Belinda’, hija de Anita ‘La Mercé’. Sus abuelos parternos eran Antonio Durán y Dolores Jiménez y los maternos Francisco Jurado y Anita Varela, la antedicha Anita ‘La Mercé’. Sus padres tuvieron siete hijos de los que sólo llegaron a la edad adulta el mismo Francisco, Mercedes -casada ésta con Julio Martos Sánchez, natural de Villanueva de San Juan- y Dolores -casada con José Vázquez Patón-, esta última ya fallecida.
Refiriéndonos ya al trabajo de sus padres, hay que decir que el padre laboró primero en los almacenes de aceituna y luego fue capataz de una finca de los Lissen que se abría en la calle Esperanza número 2, en las populares Pedreras. Su madre por otra parte trabajó en el almacén de aceitunas de la misma familia Lissen y después en el de Terry. Era, concretamente, pesadora. Por otro lado, nuestro biografiado siempre vivió en su infancia en el mismo Recreo San Francisco.
Nuestro biografiado estudió técnico de la construcción por correspondencia en el centro de estudios CECAC en Barcelona, poseyendo un carnet del mismo con fecha del 16 de mayo de 1957. Pero ya antes había empezado a trabajar de peón con su tío Agustín Rubio Arias marido de su tía Anita Jurado Varela.
Fue, desde luego, un excelente maestro de obras, conocidísimo dentro y fuera de Dos Hermanas. Trabajó para un número ingente de clientes de los que vamos a citar siquiera unos cuantos. En primer lugar hizo trabajos para la familia Ybarra, muy especialmente para la dueña de La Torre o Dehesa de Doña María y Lopaz la tan querida Concha Ybarra Ybarra. Igualmente trabajó para los marqueses de los Ríos, Joaquín Sangrán y González- Gordon e Ignacia Lasso de la Vega López de Tejada, rico y caritativo matrimonio muy amigos por cierto de mi casa, y dueños entre otras fincas de El Pino, en el término de Carmona, donde, por cierto, vivían muchos colonos. A su vez, trabajó para la rica hacendada nazarena María Teresa Pérez-Tinao Gómez y para sus hijos Luis y Blanca Alonso Pérez-Tinao, esta última mujer del palaciego Juan Manuel Murube Marín. Reparó también la Hacienda de los Molinos de Maestre, propiedad de la rica y noble familia sevillana de los Maestres. Igualmente, trabajó para la familia Benjumea. En Dos Hermanas laboró para el gran almacenista Carlos Delgado de Cos – casado con Rosario Soldat Brozek, hija de don Carlos el Alemán-, para las hermanas Isabelita y María Jesús Ferreras Salguero, para Lorenza García Hidalgo ‘Ica’, camarera de la Soledad y viuda de Fernando Moreno Muñoz, el famoso Fernando ‘El de la Nueva Ciudad’ por la tienda de su propiedad en el centro de Sevilla, para el Colegio de San Hermenegildo de Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores, para José Quintano el dueño del taller mecánico, para Miguel Méndez, levantó el edificio de la Cruz de los Caídos, restauró la casa de don Manuel Andrés Traver, luego Peña Sevillista y luego casa de la familia García con su famoso mirador, de los pocos que queda en el centro de Dos Hermanas, para el doctor Morote al que le restauró un chalet cabe el ya nombrado Colegio de los Frailes, para mi madre Francisca Alonso Muñoz y toda mi familia pues fue desde que el mundo es mundo el albañil de toda la gente de mi madre, etc. etc. Así pues, fue, como puede verse un gran albañil, un gran maestro de obras con una selecta y variopinta clientela.
Pasando ya a su vida familiar, casó dos veces con dos mujeres famosas por su guapura. Él, que era un hombre muy guapo y apuesto según atestiguan las fotografías de su juventud y que se conservó muy bien hasta su temprana muerte, tuvo dos esposas verdaderamente guapas. La primera fue Carmen Chías Fernández, hija del capataz de la hacienda de Bujalmoro, propiedad de la familia Ybarra y sita, como otras muchas, en nuestro término municipal. Con ella tuvo sus tres hijos: Francisco José, Juan Antonio y María del Carmen. Su primera esposa regentó una tienda de cerámica. El matrimonio vivía en la calle Extremadura.
Cuando enviudó de su primera esposa, que murió relativamente joven, casó con la visueña Matilde Lorenzo Carmona, hija de Rafael Lorenzo Chico, natural de la villa pacense de Guareña y Antonia Carmona Quirós, natural de El Viso del Alcor. La conoció en casa de una clienta y amiga en Sevilla y se casaron en la Basílica Menor de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, ‘El Señor de Sevilla’, donde él tuvo el gusto de contraer matrimonio.
De la misma forma, para acabar con su familia, nos gustaría citar a sus tres queridas primas por parte materna Anita, mujer de José Gómez ‘El Colillo’, Encarna, mujer de Cayetano Romero y María.
Pasando a su mundo de mentalidades, hay que decir que, aparte de su trabajo, le gustaba el fútbol, siendo por otra parte un hombre muy casero.
Pertenecía, por otro lado, a tres cofradías: el Gran Poder, el Rocío y la Borriquita. Profesaba, sobre todo, una gran devoción a la Virgen del Rocío, a cuya hermandad acompañaba en la mágica romería de Pentecostés, y a San Francisco Javier. También le gustaba mucho esa fiesta tan nazarena y, por ende, tan andaluza, española y católica como es la Semana Santa.
Fue, por otra parte un hombre muy valorado y muy querido por todos como fácilmente podemos atestiguar. Sus clientes veían en él un hombre trabajador, gran profesional y a la vez tremendamente humilde. Nos gustaría resaltar que, en momentos de especial dificultad para sus clientes, de los que muchos sospechamos que tenían grandes propiedades pero no siempre el suficiente numerario para mantenerlas bien, él les dio grandes facilidades para pagarle, en tiempos incluso en que él estaba empezando como autónomo y no estaba tampoco lo más boyante económicamente como era de desear. No sólo, por otra parte, era una persona querida en Dos Hermanas o en Sevilla o en otros muchos sitios en los que trabajó sino también en el pueblo de su segunda mujer, en El Viso del Alcor donde dejó una imborrable huella.
Fue Francisco el Albañil, como era conocido, un buen hombre y un destacadísimo nazareno, que brilló, y mucho, en su interesantísimo e importantísimo oficio, indispensable para la construcción y conservación de nuestras casas y haciendas. Fue, además, como hemos tenido ocasión de ver aparte de un gran profesional, un hombre de fe muy relacionado con las tradiciones religiosas más específicamente nazarenas. Él mismo se consideró, por otro lado, siempre un privilegiado por las dos esposas que Dios le dio. Su viuda Mati vive hoy muy agradecida a los muchos amigos y clientes de Francisco, que tanto se relacionaron con él. El día 28 de este mes de junio se celebrará por su eterno descanso una misa de funeral en la Parroquia de Santa María Magdalena a las ocho de la tarde. Será un buen recuerdo para este buen hombre y buen nazareno que tuve la ocasión de tratar y conocer y que hoy he querido traer a estas páginas como a otros muchos nazarenos de bien, que destacaron por su bonhomía.