Joyería Palomo cuenta con casi 70 años de antigüedad en Dos Hermanas
Francisco José Palomo Chacón es uno de los propietarios de Joyería Palomo, un negocio nazareno con casi 70 años de antigüedad. Regenta la empresa junto a sus dos primos, Mª Dolores y Francisco Manuel Palomo Blanco.
Su padre, José, nació en Espeluy (Jaén) y su tío Antonio en Utrera. Su abuelo era ferroviario y lo destinaron a Dos Hermanas, donde se trasladó con su esposa y sus seis hijos.
Fue en esta ciudad donde José y Antonio de mayores aprendieron el oficio de artesanía de la mano de su hermano Paco que al casarse se estableció en Alcalá de Guadaiíra.
José se casó y se estableció en su casa de la calle Aníbal González y Antonio siguió con el taller en la casa familiar de la calle Botica.
Francisco José Palomo recuerda su niñez con su abuelo Braulio en el almacén de aceitunas de Fernando León, donde este era maestro de almacén y guarda. Allí pasaba largos ratos jugando con los perros, y escuchando los chascarrillos de su abuelo.
Francisco José Palomo estudió en el colegio Nuestra Señora de La Compasión y la escuela de Doña Lola.
Fue el 19 de julio de 1972 cuando su padre y su tío, José y Antonio, se hacen socios y abren su propio negocio en la calle Santa María Magdalena.
Francisco José Palomo se entusiasmó con el grabado de joyas y alternó los estudios con el trabajo por las tardes. Al terminar EGB, empezó a trabajar diariamente.
Su tío Antonio pronto se dio cuenta que para el trabajo tenía un don similar al suyo y puso todo su esfuerzo y empeño en que siguiera sus pasos.
Nuestro entrevistado compartió su oficio con su gran pasión por la música rock y las motos. Tocaba la guitarra en el grupo ‘Mercurio’. También hizo un dúo con su primo Manolín.
«Me fascinó y me fascina el movimiento hippie de los 60 pero ni me podía dejar el pelo largo, ni irme a San Francisco».
Su afición por las motos le llevó a conocer su mecánica y las preparaba para que corrieran más. «Preparaba mi moto y la de mis amigos en mis ratos libres, disfrutaba mucho», indica.
Unió joyería y pasión por las motos en una creación. Fabricó en plata de Ley una versión de «la bala roja, totalmente artesanal y desmontable, con tan sólo la ayuda de un soplete y varios alicates», una de las primeras Derbi en la que empezó a competir Angel Nieto.
Otro de sus hobbies es la pesca. Las Marismas “me las conozco mejor que el pueblo”, afirma. Su sueño, vivir sus últimos años en Las Marismas, “en medio del campo”.
Francisco José Palomo Chacón está casado con Mª Ángeles y tiene dos hijos Fernando y José Braulio.
Francisco José Palomo Chacón responde a nuestras preguntas:
¿Cuándo y por qué se inicia en la profesión de joyero?
Siempre he estado vinculado porque mi padre y mi tío aprendieron el oficio de joyeros de un hermano suyo. Desde que era chico. Mi padre trabajaba en casa, cuando me aburría me iba con él y me daba algunas cosas para hacer, me encargaba de limpiar cadenitas, pulir… Ya aquí –en la joyería- con 12 años me venía a hacer grabados a máquina, con lo que me ganaba mis ahorritos y me compré una bicicleta a plazos que me costó 3.250 pesetas, en Clemente, todas las semanas le daba lo que ganaba. También me compré un tocadiscos.
Con 16-17 años empecé a dar los pasos para ingresar en el Ejército, en la Marina, para intentar hacer carrera, pero entre mi padre y mi tío me convencieron para que no tomara ese rumbo.
Mi tío Antonio fue mi maestro y mentor, tanto a nivel profesional y personal. Con 17 años entré ya de lleno en la joyería. Fue un camino de aprendizaje muy duro porque tenía un carácter rebelde y contrario a mí padre y mí tío. Pero mi tío Antonio estaba totalmente convencido de mi alía para el oficio y no cesó en su empeño y consiguió que aprendiera el oficio. Cuando salí del Ejército ya venía yo con la cabeza de otra manera y me volqué en el taller.
Mi tio también era un «MacGyver», para pulir la plata hizo una máquina con un motor de una Mobylette, un pistón y una lechera. Si se hubiera dedicado a eso hubiera inventado algo importante.
¿Cuándo abre Joyería Palomo?
El 19 de julio de 1972. Aunque mi padre y mi tío llevaban trabajando desde antes. Mi tío Antonio abrió un pequeño taller en la casa familiar en la calle Botica y mi padre, cuando se casó, montó otro en su casa, en la calle Aníbal González. Así comenzaron en el gremio. Deciden unirse posteriormente y compraron este local en la calle Santa María Magdalena, cuando se hizo el bloque de pisos, donde montaron el taller.
¿Qué tipo de creaciones realiza en el taller?
Trabajamos mucho el encargo personal, el cliente nos dice lo que quiere y hacemos una joya 100% artesanal. Medallas personalizadas de fotograbado y con fotografías en esmalte, sortijas, alianzas de boda, pendientes, pulseras, medallas de todo tipo en oro de ley y plata de ley, reparaciones y modificaciones de joyas, todo lo que esté en nuestras manos de poder hacer.
¿Qué recuerda del negocio de antaño?
El cliente pedía un diseño exclusivo, esto se está perdiendo. Las mujeres que trabajaban en los almacenes de aceitunas nos compraban y a ellas se lo pagaban a dita sus compañeras.
Por otro lado, antes corríamos bastante riesgo porque aunque no se crea, se trabaja con productos peligrosos para la salud, cosa que al día de hoy está todo controlado.
Puedo contar algo que queda como anécdota. Con sólo seis años cogí una botella de Coca Cola que tenía mi padre en el taller y me la empiné para beber y el aprendiz que tenía, al verme, le dio un manotazo a la botella porque estaba llena de ácido nítrico. De hecho me cayó una gotita en el pecho que me dejó cicatriz.
¿Cómo ha evolucionado la joyería?
El negocio ha tenido sus altos y sus bajos depende de la economía del país, y esto es un artículo de lujo. También en maquinaria hemos evolucionado bastante que ayuda en tiempo de acabado, terminación de piezas.
¿Cómo está viviendo esta crisis por la pandemia?
Aguantando como hemos podido, como todos los que siguen en pie todavía. El pueblo se vuelca con el comercio como puede. Nos ayuda que seguimos trabajando para Sevilla capital, Cádiz y Huelva.
En casi 70 años de historia, ¿alguna anécdota, encargos especiales…?
Mi tío Antonio trabajaba mucho con la Hermandad de Valme, y realizó la reforma de la corona de la Virgen, trabajos que no quiso cobrar nunca.
La medalla que la Hermandad de Valme regaló a los Reyes en su visita a Dos Hermanas se hizo en nuestro taller. Varios trabajos para el Ayuntamiento entre ellos la moneda de Orippo.
Hacíamos entre dos y cuatro kilos de pulseras y anillos de tomiza en plata de ley a la semana, con una técnica que viene de los romanos, seguimos haciéndolas hoy día pero no en tanta cantidad.
Con algunos trabajos tenía hasta pesadillas, veía barritas de plata por todos lados, que tenía que estirar.
¿Cómo ha vivido la evolución de Dos Hermanas?
Pues, en ciertos aspectos, de una forma negativa. Dos Hermanas era un pueblo, ya no. Se ha perdido la esencia del pueblo con la expansión. Para mi gusto había sitios más bonitos que ahora, lugares con encanto que se han perdido.