Es muy valiosa la imagen que se venera en su capilla de la Parroquia de Santa María Magdalena
Hoy voy a analizar la historia de la devoción a San José en Dos Hermanas, en este año que ha sido dedicado por el Papa a este gran santo, esposo de la Virgen María y padre putativo de Jesús. En efecto, con la Carta apostólica Patris corde (Con corazón de padre) el Papa Francisco recuerda el 150 aniversario de la declaración de San José como Patrono de la Iglesia Universal y, con motivo de esta ocasión, a partir del 8 de diciembre de 2020 y hasta el 8 de diciembre de 2021, se celebra un año dedicado especialmente a él. Tengo que recordar que el Beato Pío IX con el decreto Quemadmodum Deus, firmado el 8 de diciembre de 1870, quiso que el Esposo de María tuviera ese título. En el trasfondo de la Carta Apostólica está la pandemia que nos ha hecho comprender la importancia de la gente común, de aquellos que, lejos del protagonismo, muestran la paciencia e infunde esperanza cada día, sembrando la corresponsabilidad. Dice el Sumo Pontífice que como San José “el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta”. Y, no obstante, el suyo es “un protagonismo sin igual en la historia de la salvación”. Es José un padre amado, tierno y obediente, padre en la acogida de la voluntad de Dios y del prójimo, padre valiente y creativo, ejemplo de amor a la Iglesia y a los pobres, padre que enseña el valor, la dignidad y la alegría del trabajo, padre en la sombra, descentrado por amor a María y Jesús. Se conceden indulgencias especiales para los días dedicados a él como el 19 de marzo y el 1 de mayo.
Pero voy a analizar las imágenes dedicadas a él en Dos Hermanas. La más importante es, probablemente, la que se venera en su capilla en la Parroquia Mayor y Más Antigua de Santa María Magdalena. Este recinto, hasta 1936, fue el archivo parroquial, luego pasó a ser la capilla de este Santo gracias a los desvelos del párroco don Manuel García Martín, gran devoto del padre putativo de Jesús. La capilla arquitectónicamente se cubre con bóveda vaída. Se cierra con sencilla verja de hierro forjado. Contemplamos en ella un retablo de tres calles separadas por estípites y columnas corintias. La decoración es de ángeles y guirnaldas. Puede ficharse en la primera mitad del s. XVIII y procede del Convento de San José de Padres Carmelitas Descalzos de Carmona. En él puede verse la imagen del titular (1’25), Santa Teresa del Niño Jesús y San Juan Nepomuceno. La primera -que antes se veneraba en el crucero en el lado del Evangelio en un retablo neoclásico de orden jónico del siglo XIX- es obra barroca en madera estofada también del siglo XVIII. Presenta la iconografía de San José itinerante llevando de la mano al Niño. Este modelo tiene precedente en obras de Juan Martínez Montañés y los montañesinos, especialmente Francisco de Ocampo y Juan de Mesa. En el siglo XVII y XVIII cae en desuso prefiriéndose la iconografía que presenta al Santo sosteniendo al Niño recostado en sus brazos, tema que impuso Alonso Cano y luego desarrollarían Pedro Roldán y Francisco Antonio Ruiz Gijón. José Montes de Oca recuperó la iconografía itinerante en el siglo XVIII y, en su producción, convivió con una tercera que muestra a Jesús en los brazos de su padre pero erguido en lugar de recostado. A este último modelo hay que buscarle sus antecedentes en las obras protobarrocas de Juan de Mesa y Felipe de Ribas. El siglo XVIII vio por tanto convivir las tres iconografías.
La imagen que ahora estudiamos se orna con vara y diadema y el Niño con canasta de latón. Éste último no porta ya las potencias de plata citadas en el inventario de 1884, junto a los aderezos que todavía conserva, que, erróneamente, se decían, que eran de plata. La imagen se encuentra ricamente policromada con bellos adornos florales, sobre todo en el manto. Destaca la disposición de éste que se encuentra terciado en la parte delantera y recogido por un florón. Esta disposición da lugar al uso de abundantes pliegues. El Santo más bien se presenta estático, contemplando al espectador, mientras que Jesús dirige la cabeza hacia arriba aunque no mira directamente a su padre. Muestra un mayor dinamismo que se nota tanto en su actitud como en los pliegues de la túnica. El sentido devocional de esta imagen se encuentra muy marcada y, datando del siglo XVIII, coincide con una época de auge de la devoción josefina propiciada sobre todo por la Compañía de Jesús y las ramas Descalzas de la Órdenes del Carmen y de la Merced. Hay que recordar que Santa Teresa de Jesús era una gran devota del ‘Glorioso’ San José -como ella misma lo llamaba- al que dedicó muchos de los conventos por ella fundados. De todas formas, la efigie se encontraba en la iglesia cuando fue incendiada y no vino a Dos Hermanas desde Carmona que sufrió un expolio para llenar nuestra entonces villa y otras poblaciones, donde triunfó la barbarie contra los edificios.
Mas, en Santa María Magdalena, se venera otra imagen de San José, una pequeña que se encuentra en un retablo del chaflán de la capilla del Sagrario. En este retablo se venera la Virgen de las Virtudes, obra atribuida por José Hernández Díaz a Pedro Duque Cornejo y Roldán, aunque José González Isidoro, tenía sus dudas al respecto. A un lado está San José que muestra al Niño recostado y al otro lado Santa Bárbara. Pero, también, existen en la Parroquia Mayor varios cuadros de San José, concretamente dos de su muerte, otro de los Desposorios y un cuarto que lo representa con el Niño.
Por otra parte, en la Capilla de Santa Ana, se venera una imagen de San José en el retablo mayor que hace pareja con una de San Joaquín. San José, en elegante postura, sostiene en sus brazos al Niño. El retablo es obra de Agustín de Perea, su hijo Miguel de Perea y el arquitecto de retablos y ensamblador Juan de Valencia de principios del XVIII y las dos imágenes parece que son de esta época.
En la Capilla de San Sebastián, también existe un cuadro de San José con el Niño.
En la Parroquia de Nuestra Señora de la Oliva -llamada antes de Nuestra Señora de la Oliva y San José Obrero- se encuentra una bella imagen moderna de San José Obrero representado como un carpintero.
En la Parroquia de San José se ve una imagen de San José con el Niño.
En la Parroquia de Nuestra Señora del Amparo y San Fernando se encuentra un retablo cerámico de San José con el Niño.
En el Monasterio de San José de Madres Carmelitas Descalzas existe una vidriera con San José y el Niño y un retablo cerámico con San José y el Niño.
En la Capilla del Colegio de San Hermenegildo, de Padres Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores, se ve un retablo con una imagen de San José y el Niño.
En la Capilla de Nuestra Señora de la Amargura se venera una efigie de San José con el Niño.
En fin, puede verse que son muchas las imágenes y cuadros que se reparten por las numerosas iglesias de nuestra ciudad. He intentado ser lo más exhaustivo posible pero creo que me dejaré algunos detrás.
Aparte habría que contar los que existirán en domicilios particulares o en capillas de haciendas. Me consta que Concepción Ybarra Ybarra tenía una imagen en la Dehesa de Doña María.
También en Dos Hermanas, en Santa María Magdalena, se han rezado los siete domingos previos a su fiesta del 19 de marzo siguiendo una larga tradición de la Iglesia Universal.
Y acabo: la existencia de tantas imágenes en Dos Hermanas es muestra de los fervores josefinos de nuestra ciudad a lo largo de la Historia. En el mundo de las devociones nazarenas también ha existido un hueco para el padre putativo de Cristo. A la vista está.