En este último capítulo, se trata sobre los diversos y célebres cantantes que han pasado por el local
Retorno en esta última entrega a hablar sobre el Soberao Jazz, famoso, emocionante y exultante bar de copas de Dos Hermanas, pero, sobre todo, célebre por estar dedicado a la musa de la Música, a Euterpe, virtuosa en el arte de tocar la flauta.
Y, prometí, escribir este artículo final para hablar de los muchos artistas que han pasado por él. Entre ellos, destaca, entre los nacionales, María Isabel Quiñones Gutiérrez, la ‘Martirio’ en la que me voy a parar, pues, aparte de su importancia, me gusta su estilo. Nace en Huelva en 21 de marzo de 1954. Trabaja, a partir de 1980, con el famoso grupo Jarcha. A partir de 1984, pasa a cantar con el no menos célebre grupo Veneno, liderado por Kiko Veneno y los integrantes de Pata Negra, Rafa Amador y Raimundo. Y es muy importante y, muy significativo de su sincretismo, que mezcla, nada más y nada menos, que en su música bolero, copla andaluza, flamenco, guaracha, jazz, rock y tango. Como, dice José Luis: ‘Martirio canta aflamencada muy jazzista’.
Pues bien, Martirio, también ha hecho sus incursiones en el cine y en otros géneros, siempre con su peineta y sus gafas de sol dando una imagen atípica, ¿o típica?, de España. Ha publicado por ejemplo su libro autobiográfico ‘La vuelta a Martirio en 40 trajes en colaboración con el escritor Juan Cobos Wilkins –al que tengo el gusto de conocer-, editado en 1999, por la editorial Planeta con prólogo de José Luis Sampedro.
Nuestra artista ha recibido muchos premios. Entre ellos, quiero destacar el que le fue otorgado el 28 de noviembre de 2016 que fue el Nacional de las Músicas Actuales, dado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes. También lo han recibido Joan Manuel Serrat (2009), Santiago Auserón (2011), Kiko Veneno( 2012), Luz Casal (2013), Carmen París (2014), Jorge Pardo Cordero (2015) y Amaral (2018). De ellos Serrat –ese gran cantautor catalán que es Serrat- Kiko, Luz –la gran Luz Casal, una de mis favoritas- y, por supuestísimo, los aragoneses Amaral, están entre mis preferidos.
Pero dejando aparte ese interesante, extravertido, sencillo a la par que enigmático, personaje que es la gran Martirio al que no he tratado personalmente, tengo que hablar de otros personajes, que también han cantado o tocado en el bar. Entre ellos, puedo citar a Perico Sambeat, saxofonista, natural de Godella en Valencia; a Enrique Oliver, también saxofonista de Málaga; a Arturo Serra, vibrafonista, de Alicante; a Alba Careta, trompetista y cantante, de Barcelona; a Chiqui Cienfuegos, pianista, de Sevilla; a Manuel Calleja, contrabajista, de Sevilla y a Antonio Lizana, cantante, de Cádiz.
Por otro lado, habría que citar a Angie Rodríguez, un cantante, estilo la antedicha Martirio. Se trata de un artista que nos regala una poesía aflamencada por jazz, lo cual nada más oírlo, no cabe duda, que suena muy original. Hay que añadir que es sevillano, aunque vive en Tarragona. Y ello entre otros artistas españoles, pues, son muchísimos más los que cantan, asisten y frecuentan este interesantísimo local para la Historia de la Música que es, nuestro nunca bien ponderado, Soberao Jazz, local de la musa Euterpe, la de la Música, y de la musa Clío, la de la Historia y la Poesía Épica, en nuestro nunca bien amado pueblo.
Mas luego cantan, tocan, en definitiva, actúan en el bar, otros muchos músicos de lejanas, lejanísimas tierras, a pesar de que hoy vivimos en la aldea global y lo mismo estamos en Lhasa –cuyo palacio del desterrado y querido Dalai Lama, Su Santidad Tenzin Gyatso, el Potala, se parece a nuestro cine-teatro o más bien al revés- que en Los Palacios y Villafranca de la Marisma -la patria del gran poeta y escritor Joaquín Romero Murube- que estamos en Potosí que al lado de la Consolación de Utrera. Ello es fácilmente comprobable, por los diversos destinos de los estudiantes con las becas Erasmus, por los viajes de estudios de fin de curso de nuestros alumnos o, simplemente, por los viajes de placer de los nazarenos, hoy, como sabemos, lamentablemente obstaculizados por el coronavirus, plaga de la que saldremos pronto con la ayuda de Dios y de la Guebirah –Mediadora-, que todo lo puede ante su Hijo.
Pero, en fin, entre los músicos internacionales que actúan, en este para mi entrañable bar, se encuentran Martin Andersen, batería danés, de la capital Copenhague, reino de la reina Margarita II, viuda del príncipe francés Enrique de Laborde de Monpezat. A él debemos añadir al saxofonista finés Ukko Heinonen, el contrabajo sevillano Javi Delgado, al contrabajo gitano sevillano Miguel Vargas, un auténtico autodidacta y que está casado, nada más y nada menos, que con una japonesa. Se trata, como vemos, de un matrimonio cosmopolita que mezcla la sangre de Reyes de los gitanos, que nos ponemos de acuerdo los historiadores –es un misterio- si provienen de una casta superior o una casta inferior de la India. Lo que parece claro es que vienen de este fascinante, bello, y, también rico y a la vez pobre, país –el de la gran actriz Freida Pinto- y de él llegaron a Europa pasando por Egipto. Hoy están incardinados en España, Portugal y muchos otros países europeos siendo conocidos en algunos con el nombre de zíngaros. Pues bien, Miguel Vargas está casado con una hija del bellísimo Japón, del imperio del Sol Naciente, cuyo mikado –palabra obsoleta- o tenno es el emperador Naruhito, casado con la emperatriz Masako. La verdad es que desconozco cuantos japoneses viven en Dos Hermanas, en la que, sin embargo viven muchos chinos, que suelen ser excelentes alumnos.
Pero, tras esta digresión sigo hablando de otros músicos como George Bereris, griego, que es pianista; Pedro Cortejosa, saxofonista, de la carnavalera y capillita, que una cosa no quita la otra Cádiz.; Miguel Martíns, guitarrista, de la Capital del Algarve, Faro, como toda la región, feudo del Señor Doss Passos; José Salgueiro, muy bueno, lisboeta, batería. Y la aparición en esta lista de dos portugueses me da ocasión, desde luego, a hablar un poco de Portugal, de este país hermano que ha estado ora unido ora separado, y en el que, por ejemplo don Juan y doña María de las Mercedes, encontraron refugio en el bello y pacífico Estoril durante la dictadura de Francisco Franco Bahamonde y cuando allí estaba la dictadura de Antonio de Oliveira Salazar. Son de admirar los portugueses por la filosofía con que se toman la vida, mucho más tranquila que la nuestra, siempre tan apasionada y combativa. Por ello, no me extraña que la Virgen, Reina del Rosario, escogiera a tres pastorcillos, humildes y sencillos, Lucía, Jacinta y Francisco para hacerles partícipes de sus revelaciones para el bien del mundo y de la Iglesia. Pero, en fin, a lo que íbamos, la cultura portuguesa ha dado grandes literatos como José Maria Eça de Queirós, Fernando Pessoa y José Saramago y, por supuesto, Luis de Camöes con sus ‘Os Luisiadas’. Es la tierra del fado de la gran, de la grandiosa, Amália Rodrigues y de mi buen amigo el ayamontino Juan Santamaría, gran rociero y discípulo de ella y por cuyas venas también corre sangre lusitana. Portugal es, en suma, una tierra bella. Ahí están para mostrarlo Beja, Braga, Braganza, Castro Marim, Coimbra, Elvas, Estoril, Évora, Faro, Guarda, Leiria, Lisboa, Mértola, Nazaré, Oporto, Silves, Sintra, Tavira, Tomar, por supuesto Villaviciosa –la cuna de la dinastía Braganza a la que protege su patrona y la del país la Inmaculada Concepción-, etc. etc.
Pero, dejo a Portugal, cuna de grandes músicos de todo tipo, singularmente de fados y de la saudade.
También ha actuado en nuestro ya tan querido local el grupo Mamihiapinatapai, proveniente de Holanda, de esos Países Bajos, tan católicos y tan calvinistas. La palabra, muy curiosamente es el término más fonéticamente difícil de la lengua castellana. El batería es nazareno, otro nazareno más que ha llegado al empíreo en el mundo de las Artes. Se llama Guillermo Martín y es conocido como ‘Almo’. El grupo, de nombre tan raro, tan estrambótico, tan sumamente difícil, tan curioso, tan cosmopolita, tan bonito a su manera, hace música muy de ellos, muy nueva.
En fin, he resumido, como he podido, la historia del local, de este bar dedicado, que no consagrado, pues no son diosas, a las musas y los templos sólo se consagran a los dioses, muy singularmente, al único Dios. También he estudiado la vida de su dueño que es un personaje interesantísimo. Sólo me resta pedir a la Moreneta y a la Pilarica, en fin, a la misma María, cuyas regiones han salido en estas líneas protejan al mundo de la Música, muy singularmente a los aficionados al jazz, de esta siempre nuestra tan querida Dos Hermanas. Vale.