José Carrasco ha sido un hombre polifacético, muy implicado en el movimiento vecinal, que impulsó la famosa Cruz de Mayo de Ciudad Blanca
José Carrasco Leal es natural de Gerena. Se vino a vivir a Dos Hermanas por amor y para estar más cerca del trabajo.
Él trabajaba en Dragados, como mecánico y después como almacenero donde ya me jubiló. Allí conoció a su mujer, Ángeles. Decidieron buscar vivienda en Dos Hermanas para iniciar su vida juntos.
En 1977, se compran su piso en la nueva barriada de Ciudad Blanca, en la tercera fase. Hace ya 45 años.
«Aquí no había nada de esto, todo era campo, donde está el polígono industrial de Cadesa era un olivar. Sólo estaba la fábrica de Cerámicas Bellavista. Ya después hicieron Las Torres, el colegio porque todos éramos jóvenes y había muchos niños, primero fueron aulas prefabricadas y posteriormente ya hicieron el colegio. Y más tarde el instituto. Donde está ahora el Club David Rivas había un campo de fútbol que, por cierto, David Rivas vivía aquí en Ciudad Blanca participaba en los concursos que yo hacía», nos cuenta José Carrasco.
Tiene tres hijos: José, Juan Antonio y Mª Ángeles y cuatro nietos: Juan José, Miguel Ángel, Juan Antonio y Sergio.
Ha sido muy activo participando en el movimiento vecinal, ha organizado las famosas cruces de mayo de Ciudad Blanca, ha formado parte de agrupaciones de Carnaval, ha sido locutor radiofónico en la desaparecida Radio Realidad, presentador de eventos y hasta ha tocado los platillos en la Agrupación Musical de Valme. Subraya que: «nunca he estado metido en temas políticos».
Un hombre polifacético que ahora, ya jubilado, dedica su tiempo libre a leer, pintar y realizar verdaderas obras artísticas de marquetería.
José Carrasco Leal contesta nuestras preguntas:
¿Cuándo comienza a implicarse en entidades?
Con el APA (Asociación de Padres de Alumnos) del colegio colaboré mucho. Organizaba cosas, me metía en todos los charcos. Hablé con los maestros, para hacer un espectáculo para recaudar fondos para un huerto que querían hacer. Traje a muchos artistas. Nos cedieron el Cine Rocío y todo. Después no vino nadie, ni los padres. Me quedé de piedra. Me costó el dinero porque los artistas bebían más whisky que los pistoleros del Oeste.
¿Y en la asociación vecinal de Ciudad Blanca?
Ahí es donde más he colaborado. Aquí era donde se hacían todas las actividades. Hicimos un Belén Viviente con los niños. Joaquín Alcántara, que es un manitas, hizo una gruta de papel, quedó precioso el Belén. Hacíamos concursos para los niños. En aquellos tiempos, en la calle Sierpes, había una tienda que por 1.000 pesetas te traías una carga de relojes y regalitos para darlos como premios.
Los fines de semana, con un proyector, poníamos los rollos de películas, que íbamos a Sevilla a por ellos, los niños enganchados todo el santo día, los padres estaban locos de contentos.
La Cruz de Mayo salió de la asociación, rompió, una barriada nueva como era, querían hacer una Velá y se nos ocurrió la Cruz de Mayo. Aquí en Dos Hermanas, los antiguos, celebraban mucho la Cruz de Mayo, en los corrales de vecinos, pero eso se perdió cuando la Guerra y eso. Aquí lo hicimos. Cada portal adornaba con su cruz y pecamos en dar premios que fue lo que reventó la Cruz de Mayo porque nadie estaba de acuerdo con los premiados porque siempre su cruz era más bonita que la del vecino.
Pero toda Dos Hermanas estaba pendiente de la Cruz de Mayo de Ciudad Blanca. Han venido artistas de renombre a cantar sin cobrar un duro. Paco Gandía vino desde El Rocío, y cómo estaba la plaza… ¡abarrota!, estaba que se caía. Todos los coros querían estar aquí. Raíces del Sur, Los Sureños, Los del Chaparral…
Hemos tenido a la Banda de la Estrella tocando porque traje un grupo de «majorette» de Alcalá de Guadaíra.
¿Por qué se perdió la Cruz de Mayo?
Muchos vecinos se fueron yendo a vivir a las casitas y se iban del barrio. Nosotros sentíamos lo que hacíamos. Éramos chavalones y trabajábamos unidos por el barrio y montando todo el tinglao este. Después fue llegando gente nueva pero no colaboraban. Y se vino la cosa abajo. Yo ya solo no…
¿Cuándo tomas contacto con la radio?
Siete u ocho del barrio nos reunimos para hacer una chirigota «Los cirujanos locos» que la llamamos. José Manuel «Pichaco», que era amigo mío, me dijo que por qué no iba a la radio para hablar de Carnaval. Y entré en Radio Realidad. Resulta que caí bien. Después hasta retransmitimos en directo una final en el Falla.
Después hablé con Pepe Santos, que en paz descanse, hicimos un programa de radio del Carnaval de Dos Hermanas con las agrupaciones que se crearon. Y de ahí ya me engancharon en el Carnaval de aquí, fíjate cuánto tiempo estuve, haciendo el concurso en el Teatro.
¿Alguna anécdota que quiera compartir con nuestros lectores?
Muchas. Te cuento una. El domingo, el último día de la Cruz de Mayo, cuando se entregaron los trofeos y eso, me despedí: «Señores, hasta el año que viene, que estaremos de nuevo aquí y recordarles que ahora disfruten de los fuegos artificiales y que el Alcalde ha decretado mañana lunes día de fiesta local».
Las madres casi me matan porque al día siguiente los niños no se querían levantar para ir al colegio porque Carrasco había dicho que era festivo. No veas la que se lió.
Y con los cohetes, al año siguiente, vino una familia y me dijo: Carrasco el año pasado te quedaste con nosotros pero este año sí va a haber fuegos artificiales, por que lo habían traído ellos.
Cómo lo hemos pasado en las cruces de mayo, con los concursos, eran las 6.00 horas de la mañana y seguíamos ahí, y no seguíamos más porque había malages que con la borrachera, una pelea, y ya se cerraba.
¿El humor ha sido muy importante en tu vida?
Claro. Me ha gustado mucho el cachondeo y eso lo he transmitido en todo lo que he hecho.
¿Qué nos puede contar de su faceta de presentador?
Me han llamado de muchas barriadas. Para las velaítas: El Rocío, en Las Torres, en Julio Carrasco, que no me toca a mí nada pero compartimos el apellido (risas)…
¿Por qué agrupaciones de Carnaval ha pasado?
La primera fue «Los Cirujanos locos». Después hicimos «Los consacos», íbamos vestidos de ruso con tela de saco que no reventamos porque Dios no quiso. En «Los Cirujanos locos» salía uno tapado en una camilla y el médico como para hacer una operación. Las herramientas de la operación eran para verlas. La anestesia era un martillazo y lo dejaba abestiado, el bisturí una navaja de Curro Jiménez, unas tenazas, unas pinzas de hierro… Yo era el cirujano, con un delantal de cocina, unos guantes de obra, … y empezaba a hacer la operación, bisturí, y me daban la navaja con un golpe en la mano. Cuando pedí las pinzas, el Pichaco me da las pinzas, me pegó de cantó y creí que me había roto la mano, el dedo no lo podía sacar del guante. Y al otro día era la Cabalgata de Carnaval y tenía que tocar la guitarra con el dedo gordo. Me cargué toda la Cabalgata con una púa. No sabes lo que yo pasé. Con calmantes.
«Los Macarios del Moreno» en la que yo era el muñeco y el Pichaco hacía del Moreno que me cogía por aquí detrás. Que por cierto, te cuento otra anécdota, en el cine que había junto al Mercado había un espectáculo de Carnaval. Íbamos con «Los Macarios del Moreno», en la presentación salía el Pichaco, me llevaba a mí, el muñeco, a cabrito, me sentaba encima de una mesa. Qué pasó, que cuando llegamos allí, ¿y la mesa?. Había una mesita de noche, de esas antiguas y con eso nos apañamos. Me sienta en la mesa y se partieron las dos patas de atrás de la mesa. Con creí que me desnucaba, los dos caímos rodando, la gente jajaja, se creían que era parte del espectáculo, con el cachondeo… Me dijo Pichaco anda levántate, y yo le dije que era el muñeco que me tenía que levantar él. Aquello fue mortal.
Otra agrupación que hicimos fue «Los tontos más tontos de todos los tontos», que fue también muy buena chirigota, lo pasamos muy bien con ella. El Alcalá, en un tablao, estábamos cantando y se movía más que un flan y por una esquina se vino aquello abajo. Uno se agarró a la guirnalda del alumbrado y dejamos la caseta a oscuras. Que batacazo metimos.
Otra más «Los butaneros», íbamos vestidos de botella de bombona de butano y los que tocábamos instrumentos, yo llevaba una guitarra, íbamos de repartidores, con un mono.
Yo era el Director de las agrupaciones.
La última que hicimos fue «La heroína y los que llevan el mono encima». En la presentación llevábamos un cañón que se llenaba de polvo del tóner de las impresoras, todo negro. La heroína, Agustina de Aragón, iba con una antorcha, que era una escobilla del wc, con la que metía fuego al cañón. Yo me ponía detrás del cañón, con un cúter, tenía un muelle amarrado con una cuerda, al cortar la cuerda disparaba y salía el polvo que era el humo. Con los nervios y las carreras, era en el Teatro Andalucía, en el concurso de Cádiz, no disparaba. Agustina viendo que no disparaba metió la cabeza y en ese momento hacía aquello pom, y aguantaba la respiración. Pero cogí el cúter al revés y no cortaba, por lo que tardé más, cuando atiné a que lo tenía al revés y corté Agustina estaba respirando y se tragó todo el polvo (risas), no pudo ni cantar, no podíamos aguantar la risa. En Carmona también nos pasó algo parecido y pedía agua, agua… en un bidón metió la cabeza.
¿Cuál era el tipo?
Ahí está. Todo el mundo se creía que íbamos a ir de grifotas. Pues no. Uno iba de Agustina de Aragón, que era la heroína, y el resto vestidos de Tarzán con un mono.
¿Ha pisado las tablas del Falla?
Hemos participado varias veces en el concurso, con diferentes agrupaciones.
José Carrasco explica que ya se ha retirado de todo esto aunque reconoce que le han ido a buscar en varias ocasiones. Ahora dedica su tiempo libre a leer, a pintar y a hacer trabajos de marquetería como barcos o las Giraldas y la Torre del Oro que presiden la entrada a su casa.