José García Cebador, un hijo castizo y típico de Dos Hermanas (y II)

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José García

Fue un gran hermano de varias cofradías de Dos Hermanas: El Rocío, Valme, Gran Poder, Cautivo, Santo Entierro…

Continuamos hoy con la vida de José del Bar El Niño.

Hablemos de sus aficiones que retratan a un hombre. Sobre todo y ante todo, le gustaban los caballos. Su familia es familia de grandes caballistas –y grandes caballeros- que han destacado en el Valme y en el Rocío, nuestra gran romería comunal y nuestra gran romería supracomunal, la cual compartimos con sus dueños, los almonteños, que nos reciben con los brazos abiertos y las puertas abiertas de par en par y con tantos y tantos pueblos y naciones. Los caballos y los coches de caballos de mis primos hacen raya en el Rocío y el Valme y, no tengo que decir mucho de ellos. Es público y notorio. Todo el pueblo lo sabe. Pero, aparte, a José le gustaba leer y leía con fruición el periódico y se enteraba de las noticias de todo tipo. Le gustaba estar enterado de las cosas. Sin embargo, por ejemplo, no le gustaba el cine.

Mas quiero entrar en su mundo interior y, como siempre, me dan las claves o las llaves para abrirlo el mundo de sus devociones, camino seguro para saber por dónde anda una persona y camino seguro para llevar al cielo.

José era muy devoto de nuestra singular y simpar protectora y patrona de nuestro Ayuntamiento, de la Virgen de Valme. No menos se podía esperar de un nazareno tan profundo y castizo. Pero también lo era de la Virgen del Rocío, esa Reina de las Marismas, Blanca Paloma, y singular Patrona de Almonte que reina desde la lejanía sobre sus hijos de Dos Hermanas. Y me voy a poner un poco científico. Es muy probable que, en la zona de Villanueva del Pítamo, alrededor de la venta de mi tatarabuela María de los Dolores Peñalver Gómez, conocida como ‘La Pata’, ya citada -que es la retatarabuela de José- cercana a la también venta de su nuera, mi bisabuela Ana Madueño Caro ‘La Pelá’- mujer de su hijo, mi bisabuelo, Juan Miguel Alonso Peñalver- naciera la devoción a la Madre de los almonteños entre los de Dios –los ‘Caques’-, la familia del capataz de Villanueva, sus parientes los Jiménez –los ‘Cocoreras’-,y nosotros, los Caro –los ‘Pelaos’. Las dos primeras De Dios y Jiménez iban con Triana, nosotros los Caro con Coria del Río. En este núcleo y en Bucaré en la Isla –zona en que se juntaban los Caro, repito los ‘Pelaos’ con la gente de Coria del Río- surgió seguramente la devoción. Después vinieron como estrellas en el mar o como cuentas del Santo Rosario las demás familias.

Pero, volvamos a José. También, tenía singular devoción al Jesús de sus mayores del Gran Poder y al Cautivo, Jesús Sufriente del Domingo de Ramos. Pertenecía, nada más y nada menos que a siete hermandades: a Valme, al Rocío, al Gran Poder, al Cautivo, al Santo Entierro –devotísima hermandad que espero que recupere todas sus tradiciones olvidadas, lo que para mí es una auténtica cruz- y a dos sevillanas; la del Cristo de la Corona que reside en el Sagrario de la Santa Iglesia Catedral –Parroquia de San Clemente I- y que sale el Viernes de Dolores, en religiosísima, devotísima y solemne procesión por los alrededores de la catedral, y rinde también culto a la Virgen del gloria del Rosario, y a la de la Virgen del Carmen Doloroso, que da culto a la Virgen de gloria de las Maravillas y el dulcísimo Cristo de la Paz y que sale el Miércoles Santo de la Parroquia del Omnium Sanctorum. Se trata de dos hermandades muy dispares, una muy seria y otra muy alegre, dos caras de la misma moneda, el amor y devoción de la católica Sevilla a Cristo paciente en su Pasión y a los Dolores de su Bendita Madre. Y José demostró su cristianismo venerando a Cristo y a María de tan diversas maneras.

Pero José era singularmente valmista y rociero. Vivía el mes previo al Valme con esos nervios con que lo vive gran parte del pueblo y, por otra parte, el Rocío lo era todo para él. Arreglaba el carro un mes antes. Yo desde luego me veo reflejado en su historia aunque hace muchos años que no hago el camino.

Mas, también José, ha sido hombre de juntas, de mesas como se diría en Dos Hermanas. Ha ocupado el cargo de alcalde de carretas en el mandato de José –Pepe- Torres Salguero y de Manuel –Manolo- Japón Jurado y ha sido prioste junto con Fernando Jiménez Díaz en el mandato de Alonso López García. Con los tres, un ‘Pelao’, nieto de la ‘Primita’, un ‘Colorao’ y un ‘Chamorro’ brilló la hermandad en el Rocío, muy singularmente con el tercero por no ser, en principio, que ya lo son, de familia antigua de la hermandad.

Pero debemos hablar un poco de su familia. Sus hermanos son Juan, casado con Trinidad Lozano Pérez, de antiguas familias del pueblo siendo los Lozanos una estirpe que siempre se distinguió por su distinción y elegancia, lo cual han demostrado cumplidamente. Otro hermano es Manuel cuya mujer se llama Eva Carrero y el otro Jesús que se encuentra con Ana Ordóñez. José, por su parte, estaba casado con Mercedes Fernández Rodríguez, natural de nuestra entonces villa, nacida en la calle Rosario, hija de Jesús Fernández Herrera, natural de Sevilla, del barrio de Santa Cruz –que reza a la Virgen de los Reyes- pero criado en Carmona, a los pies de la Virgen de Gracia. La madre por su parte, todavía entre nosotros se llama Francisca Rodríguez García y es hija de Espera, de donde tantos vinieron a Dos Hermanas buscando el pan y la sal y otros, entre los acaudalados, como don José Juan Fernández Luceño, casado con Paulina Muñoz Caro, también se establecieron entre nosotros y que está bajo el patrocinio del Cristo Moreno, el Santísimo Cristo de la Antigua. En cuanto a los hijos, José Manuel está casado con Valme Sánchez Peinado, hija del primo de mi madre Antonio Sánchez Madueño, hijo de Francisco Sánchez y de la nombrada Valme Madueño Alcocer, Valme la del Plantinar –prima muy querida de mi abuelo Antonio-. Por otra parte, la madre de Valme es Librada Peinado Serrano hija de Pepe Peinado y Antoñita Serrano, familia de Castillo de Locubín pero muy integrada en Dos Hermanas donde destacan por muchos méritos pero, sobre todo y ante todo, por ser fervientes veracrucistas. Son padres de Manuel y Antonio. El segundo Jesús es pareja de Rocío Salinas y tiene un hijo Silvio. El tercero, Juan, vive con su madre. La cuarta, Mercedes, es pareja de un almonteño, César Faraco Domínguez, y es madre de Nicolás e Inés. Por último la quinta es Carmen que tiene un hijo bautizado Pablo y apellidado Navarro García. Esta es grosso modo la familia de nuestro biografiado. Pero tengo que concluir. Sólo me queda decir que José fue un hombre sencillo, católico, valmista y rociero a machamartillo, que supo venerar a Cristo en sus momentos de gloria y dolor y, sobre todo y ante todo, en la Eucaristía. Fue hermano de la cofradía del Rocío. La princesa Esperanza, mujer del príncipe don Pedro, y vinculada a las hermandades de Almonte, Villamanrique y Triana me decía un día que su madre, la Infanta Luisa, mujer del infante don Carlos, quería mucho a Dos Hermanas. No era para menos. La hermandad le pasaba por su puerta en La Palmera y ella, su augusto esposo y toda la familia estaba presta a recibirla con un ramo de flores. Grandes fueron los detalles de la hermandad con esta señora y de ella con la hermandad de la Reina de las Marismas. También fueron grandes, muy grandes los detalles de la familia, sea la infanta Dolores, la infanta Esperanza, la infanta Isabel Alfonsa, la misma Doña María –abuela del rey Felipe a quién Dios guarde en estos difíciles momentos para España y el mundo-, de los varones, con la hermandad de Valme o con Vera-Cruz –la hermandad del Adán, como todavía lo llaman los muchos que lo conocieron fuera de títulos y prebendas-. Fue la familia de nuestros reyes una más y no, precisamente, de las más ricas, al contrario. Y José, fue un cofrade de Dos Hermanas, de muchas de sus hermandades, pero no un cofrade más sino un hermano destacado por lo que lucho por ellas. Yo espero, como historiador de este bendito pueblo, que goce del sueño de los justos y participe con todos del banquete de bodas del Cordero.