José López, un destacado prócer de la Dos Hermanas de los siglos XX y XXI (I)

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José el del Quito

Fue un hombre que destacó en la vida religiosa de la ciudad pero también en la ‘res publica’

Hoy viene a nuestras páginas un nazareno que destacó en el mundo de la Economía, la Política, la Religiosidad, etc. Se trata de José López González, José el del Quito, llamado así por ser conocido su padre como ‘El Quito’.

Nació el 15 de agosto de 1932, día de la Asunción de Nuestra Señora, y también día en que se celebra a la Virgen de los Reyes, patrona de Sevilla y su archidiócesis y una de las más grandes devociones del finado. Es curioso que le dieron agua de socorro pues creían que se iba a morir. El médico que se la dio se llamaba Joaquín y le puso su nombre por lo que él, en verdad, se llamaba José Joaquín.

Sus padres eran Francisco López Gómez ‘El Quito’, famoso maestro cocedor de aceitunas y Ana González Díaz ‘la Morenita’.

De chico, vivió en diversos lugares de nuestro pueblo como la calle Aníbal González -Patomás-, la huerta de San Antonio, la Huerta Abaurre y, por último la calle Botica esquina Lope de Vega de donde salió para casarse. Fue a dos colegios de la villa. Primero a Santa Ana de las Dominicas del Santísimo Sacramento, donde han estudiado: su generación, la de sus padres y abuelos, la de sus hijos y sus nietos o sea, en total cinco generaciones. Ya se verá cómo de grande es la vinculación que tiene José con todo lo referente a Santa Ana.

En segundo lugar, el Colegio San Hermenegildo de Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores. Permaneció en él hasta Cuarto de Bachillerato. Se examinaba en el sevillano Instituto San Isidoro, prestigioso donde los haya, donde apareció durante muchos años en el cuadro de honor.

Pero, siguiendo la tónica de los tiempos, con catorce años, su padre se lo llevó para trabajar. Su padre era maestro de almacén de aceitunas, como ya se ha dicho, y lo fue del de Armando de Soto y de La Lagunilla. Y es muy importante en la trayectoria vital de nuestro personaje y, en general, de toda la familia la Argentina. Al abuelo le propone don Pedro Tierno y su cuñado don Jesús marchar a este bello país hispanoamericano a cocer aceitunas. Aceptó y marchó a la finca Olivares San Nicolás en la provincia de Córdoba de Argentina.

José fue por primera vez a los 17 años. También fueron sus hermanos Francisco y Agustín. El 2 de abril de 1964, día de su santo y cumpleaños, muere su padre en Cruz del Eje. José estaba lejos y cuando llega encuentra al padre difunto.

Hay que recalcar que la historia se repite ya que, cuando muere José, su hijo Curro está en Egipto en negocios de aceituna y cuando llega a Dos Hermanas es para ver el cuerpo yerto de su padre.

Es notorio que José no asiste al entierro de su padre en Dos Hermanas. Se queda en Argentina para que los capataces y peones no dejaran de trabajar, algo que éstos le agradecen enormemente.

Hay que dejar constancia de que, el importante bancario nazareno y gran cofrade veracrucista, Francisco Anquela Moriana, que residía en Argentina, tuvo que ver mucho en la repatriación de los restos de su padre a España.

Aparte de la repetición que se da en la familia en la muerte de Francisco López Gómez el ‘Quito’ y de José, se repitió la escena del agua de socorro con su hijo Francisco -Curro- . Le dieron las aguas y lo confirmaron porque cogió un tétano y lo llevaron al hospital de las Cinco Llagas. A la puerta del hospital se tornaban su tío José Rodríguez Gutiérrez –Pepe ‘Pachico’- Agustín, su primo Manolo Zamudio González, Domingo Fernández Panduro y dentro la tía Carmen y la tía Gracia -de las que hablaré- con la madre.

Y es curioso que Curro, ya mayor, vistió en su primera comunión el hábito de los Padres Blancos pues la tía Lola, hermana del abuelo le prometió llevaría su hábito al Padre Damián.

Pero voy a hablar un poco de la familia: José había casado con Antonia Jurado Alfonsín el miércoles 12 de noviembre de 1959 tras haber aplazado la boda tres veces porque no acababa la recolección. Después se tomó un café en un bar de los Jardines. Fueron de viaje de bodas a Madrid y Toledo pero se vinieron pronto para poder seguir trabajando en la recolección. Signos de los tiempos. Primeramente, el matrimonio vivió en la calle Melliza y después en la que fue llamada mansión -y los es- en la calle Real Utrera. El matrimonio ha tenido cuatro hijos: Ana, médico, pareja de Antonio Torreño Morales; Curro, aceitunero, casado con Amelia Pérez Rivas, auxiliar de clínica, padres de María Luisa que trabaja en la digitalización de una empresa y Curro que estudia ADE; Carmeli, dedicada a sus labores, casada con Javier Rivero Asencio, anticuario y padre de Curro y Antonio José, que ambos estudian medicina, y Encarni, que estudió farmacia y trabaja en la librería y tienda Azahar Vintage con su cuñado. La esposa de nuestra protagonista era de oficio costurera y, no sólo esta era su tarea, sino que también era su afición principal aparte le gustaban las plantas. Hay que decir que fue durante muchos años camarera de Santa Ana. Los suegros de José, padres de Antonia, eran Juan Jurado Lázaro, albañil, y Encarnación Alfonsín Bobillo, maestra en un almacén de aceitunas y natural de esa bellísima ciudad que es El Gran Puerto de Santa María, como decían los clásicos. También, hay que decir, que ha vivido con la familia la tía soltera Carmen Jurado Alfonsín la cual había tenido un taller de costura y luego trabajó en la lavandería del Colegio Juan de Mesa de Anidi.

Y quiero añadir de mi propia cosecha que si algo tiene el núcleo cercano de José, esta familia compuesta por José, su esposa, hijos, yernos, nuera, nietos y cuñada es la eficacia que han mostrado en la vida laboral. Ana, excelente médico, ha sido denominada mediática; Javier –el yerno- ha abierto una tienda de antigüedades que hacía falta en Dos Hermanas y donde te sumerges en el mundo del libro antiguo; Encarni es una competente librera; el nieto Antonio José ya ha venido a estas páginas por sus méritos académicos; su hermano Curro brillo cuando presentó el pregón de Semana Santa –transido de fervor- de su tía Ana, etc. etc. Es decir, es una familia que tiende a brillar, en parte, como herencia de un padre con fuerte personalidad.

Los hermanos de nuestro personaje son los siguientes: Gracia casada con el importante comerciante José Rodríguez Gutiérrez; Francisco, casado con Ana López Gutiérrez; Agustín, casado con Dolores Guijarro Ponce y Diego, casado con Josefa Jurado.

Tras este breve repaso por su vida familiar debo ir a su vida laboral de nuevo. En 1974 fue la última vez que fue a Argentina porque cayó malo. Sus hijas recuerdan la Semana Santa de este año como la primera que pasaron con su padre en nuestro pueblo. Además, ese año salió en representación del Ayuntamiento presidiendo el paso de la Estrella. Hay que apuntar que en hechos tan importantes como el nacimiento de su hijo Curro el 21 de mayo de 1965 no estuvo en nuestra entonces villa.

Instaló por último un almacén de aceitunas en Dos Hermanas que fue su último negocio. Fue un gran éxito. Le dieron un premio en Portugal por haber creado un almacén sostenible y moderno. Tuvo unos socios con los que se llevó muy bien al igual que la familia de estos socios pero, lo más duro, es que familia de él lo traicionaron. Ello siempre lo llevó como una cruz.

Él llego a tener una marca de aceitunas llamada “Las meninas”. Es de notar que exportaban a Francia y a América, en la línea de los grandes almacenes de aceituna nazarenos.

Y voy a hablar un poco de la vida política de nuestro hombre. Fue teniente de alcalde del Ayuntamiento de Dos Hermanas durante el mandato del General Franco y concejal por el tercio familiar. La primera caseta municipal abierta a todo el pueblo la abrió él en El Arenal. Fue concejal con los alcaldes Antonio Muñoz Rivero, Manuel Rivero Monterior y Manuel Contreras de Soto. Durante toda su vida permaneció fiel al Movimiento Nacional y se sentía orgulloso lo que no evitó que tuviera amistad con personas   de todo el espectro político.

Y acabo hoy. La semana que viene espero terminar este esbozo de biografía de este importantísimo prócer nazareno perteneciente a la que es, sin duda, una conocidísima familia del pueblo.