José López, un destacado prócer de la Dos Hermanas de los siglos XX y XXI (y II)

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José López González

Fue hermano mayor de Santa Ana y de la Sacramental de la parroquia Santa María Magdalena

Voy hoy a seguir con la biografía de José López González, este importante prócer nazareno de los siglos XX y XXI.

Hay que resaltar, porque es de justicia, que, en los últimos años, su hermano Agustín lo visitaba casi a diario. Ha sido un apoyo en los últimos años de su vida. También su sobrino, Francisco López Guijarro, hijo del anterior, que trabaja de transportista, lo llamaba por teléfono a diario desde el sitio donde se encontrase de España, lo cual agradecía mucho. A su vez eran frecuentes las visitas de su hermana Gracia y del hijo de ésta el sacerdote, párroco de San Lorenzo de Sevilla, don Francisco de los Reyes Rodríguez López. Con éste tenía una relación entrañable. También, don Lorenzo Nieto Frutos, párroco emérito de Santa María Magdalena, iba todos los domingos para darle la comunión y charlar un rato con él.

Igualmente ha tenido una gran relación con los primos Manuel Zamudio González y María Zamudio González.

Me gustaría decir unas palabras sobre sus tíos ‘Quitos’. Fueron tres: Trini, directora de Cáritas, competentísima; mi tía Ana María Alonso Muñoz, miembro también de Cáritas y, competente también donde las hubiera, alababa y no paraba sobre lo competente y eficaz que era Trini en el servicio de los pobres. Por eso, quiero dejar constancia temiendo que al no escribirse se pierda constancia de la valía y todo lo que hicieron por la Iglesia estas personas. Su hermana Lola también vivió dedicada a la Iglesia. Con una manda suya se hicieron los bancos de la capilla del Sagrario; y, por último, Agustín, el exótico de la familia pues era rociero en una familia que no era lo normal.

También, hay otros personajes que, sin ser de la familia, tienen influencia en José. Es el caso de Dolores la del Tobalo y Carmen la del Caque, que vivía en la calle Botica. Ésta última vendía leche y todavía los de mi generación tenemos la imagen de verla pasar con las cántaras, en una imagen bucólica imborrable.

Después habría que hablar de sus grandes amigos que eran: el abogado y alcalde Antonio Muñoz Rivero; el profesor y labrador José Díaz Núñez; el almacenista Alonso López Gómez; el almacenista Rafael Gómez Carballido; el juez José Jurado Saldaña; el almacenista Antonio León Gómez; el médico José Antonio Estefanía Gallardo; el médico Casto Estefanía Gallardo, etc. Puede verse que se trata de un plantel de la vieja burguesía agraria, relacionados muchos de ellos con el mundo de la aceituna.

Entre sus amigas se encontraban Paquita Hernández Solano, mujer de Juan Pons Soler, presidenta de la Cofradía del Santo Rosario de la Orden de Santo Domingo y miembro de Cáritas y la Camarera del Santísimo Adela Campo Varela, mujer de Antonio León Gómez.

Metiéndome más en su faceta religiosa que es, junto con la política y la laboral, la más importante de mi vida, hay que contar que fue fundador de la Amargura, perteneciendo a la primera junta; hermano de Valme, siendo teniente de hermano mayor y teniente de alcalde del Excelentísimo Ayuntamiento el año de la coronación (1973); hermano del Gran Poder en cuyo paso de Cristo salió de maniguetero; hermano de la Sacramental en la cual estuvo trece años de hermano mayor y hermano mayor de Santa Ana entre 1964 y 1977, al igual que su padre Francisco López Gómez.

Y es de resaltar, ya que es de justicia, que, en la Sacramental, con permiso especial del Arzobispado metió a los jóvenes de dieciséis años de mi grupo de catequesis en la junta de gobierno donde permanecieron, no sólo un mandato de cuatro años, sino que éste se alargó a ocho. Esta fue la salvación de la Sacramental pues entraron muchos jóvenes que casaron estupendamente con José y otras personas de respeto como: Antonio Claraco Roig, Arturo Carrasco, Antonio León Gómez, Rafael y Antonio López Sánchez. Fue como pudimos poner a la Pastora en la calle, rescatar el culto a las Ánimas y darle un mayor esplendor al culto eucarístico hasta nuestros días.

Hay que decir además que las grandes devociones de José eran la Virgen de Valme y la Virgen de los Reyes. A ver a la segunda el 15 de agosto iba andado desde que era un chiquillo hasta los sesenta y siete años. Se suma así a la amplia corriente asuncionista que, en Dos Hermanas, pone sus amores en la patrona de la ciudad y la archidiócesis.

Por otra parte, la gran santa a la que tenía devoción, de la que dio muestra toda su vida, era Nuestra Señora Santa Ana. Ya he dicho que su padre fue hermano mayor. Su esposa Antonia Jurado Alfonsín fue camarera. Él terminó la obra de la escalera que comunicaba la capilla con la parroquia, la cual había comenzado su padre. Además, por el bautizo de sus nietos Francisco López Pérez y Antonio José Rivero López regaló la vidriera que cierra la escalera de Santa Ana.

Pero dejamos para lo último su faceta eucarística. Era adorador nocturno perpetuo y constante y esta faceta cristocéntrica de su existencia hay que dejarla bien clara pues forma parte, muy importante, de su personalidad. Yo lo recuerdo perfectamente en los descansos de los turnos de vela de la adoración nocturna conversando. Es muy importante dejar claro que era un conversador interesante y brillante con el que gustaba hablar y que era enemigo de todo aburrimiento.

Debemos al Quito también la salvación de las rejas y el púlpito de Santa Ana. En mala hora fue vendido. José lo rescató de un anticuario y hoy se encuentran las rejas en la Ermita de Nuestra Señora de Valme y el púlpito ha vuelto a Santa Ana.

José también fue socio fundador de Anidi junto con don Salvador Andrade Hogado. Y puede nombrarse aquí un tema muy interesante y que siempre nuestro protagonista tuvo presente, como sabemos todos los que lo conocimos y lo tratamos asiduamente. José, moralmente, tenía una deuda con la Virgen de Valme porque no se había hecho nada de obra social por su Coronación Canónica, lo más fastuoso que se ha visto en Dos Hermanas, uno de los días más grandes que se han vivido en Dos Hermanas y, para muchos, como yo, el día más grande de su vida.

José en Anidi intenta canalizar sus inquietudes sociales lo que ciertamente logró pues esta obra es, sin duda, una de las mejores que se han puesto en marcha en Dos Hermanas en orden a la promoción de nuestros ciudadanos.

Y quiero hablar ahora de otras aficiones digamos laicas de José. Coincidiendo conmigo en varias cofradías -Valme, Santa Ana, Sacramental- también coincide en estos gustos. Le gustaban los toros. Era ‘torista’, como dicen sus hijas, y le gustaban más las ganaderías que los toreros. Entre éstos admiraba a dos grandes espadas: Pepe Luis Vázquez y Manolete. También le gustaba leer, siendo sus lecturas preferidas temas de Iglesia, de toros y biografías. Y le gustaba ver películas del Oeste. De todas formas su película favorita era ‘Ben Hur’. También hay que decir que era un gran caballista.

Fue Rey Mago en el año 1966. Siguió en la Comisión hasta que se creó la Asociación Nazarena Pro-Cabalgata de Reyes Magos ‘Estrella de la Ilusión’.

Otros dos detalles que no quiero dejar de escribir es que en su casa se hacen las flores de la carreta de la Virgen de Valme, lo que supone un gran trabajo pero también un alto honor para tan valmista y nazarena casa. Empezaron a hacerse en tiempos del hermano mayor Diego Luis Justiniano Arquellada.

También decir que José en su línea caritativa era un gran admirador de Miguel de Mañara y Vicentelo de Leca, renovador de la Hermandad de la Santa Caridad de Sevilla. Siempre que iba a la catedral el día de la Virgen de los Reyes se acercaba a la mesa petitoria de la cofradía.

En fin, he procurado dar un repaso a la vida de este importantísimo prócer nazareno de los siglos XX y XXI. En mí y en una generación posterior a la mía pero que estaba bajo mi cuidado dejó una huella imborrable y por ello y por sus méritos, he hecho este pequeño trabajo.