José Luis Corzo hablará sobre la corriente milaniana en Educación en la que ningún niño o niña se queda atrás
José Luis Corzo Toral es Profesor emérito de la Universidad Pontificia de Salamanca, Pedagogo y doctor en Teología. Es escolapio y fundador en 1971 de la Casa Escuela Santiago Uno y en 1980 de la Escuela Agraria Lorenzo Milani, ambas en Salamanca, donde trabajó muchos años para que las niñas y niños más desfavorecidos de la zona tuvieran una oportunidad de estudio y profesión.
Participa esta tarde en la gala de celebración del XX Aniversario de la Fundación Ideas que se celebrará, a partir de las 19.30 horas, en el salón de actos del Centro Cultural La Almona.
En dicho acto se proyectará un vídeo titulado ‘20 años, 20 Iniciativas Solidarias’ en el que la Fundación Ideas expondrá todos los proyectos educativos y solidarios desarrollados en Dos Hermanas durante todo este tiempo.
A continuación habrá un turno de intervenciones a cargo de: Yolanda López, Delegada de la Fundación La Caixa en Sevilla; Luis Miguel Pons, Director de la Fundación MAS; y José Luis Corzo, Profesor Emérito de la Universidad Pontificia de Comillas.
José Luis Corzo conoce de primera mano el trabajo que realiza Fundación Ideas “tan solidaria, original e interesante para la Educación”.
José Luis Corzo atiende nuestras preguntas:
¿De dónde procede su vocación por ayudar en el estudio a los menores más desfavorecidos?
Me di cuenta ya con 27 años (1970) de que nuestra escuela obligatoria es selectiva y en ella fracasa un 30 % del alumnado, pobres en su mayoría. Yo mismo era muy selectivo en aquella época y, por echar a los chavales molestos en un apoyo escolar de un suburbio romano, otra voluntaria me echó a mí. Me dio a leer ‘Carta a una maestra’ (1967) escrita por Lorenzo Milani y sus alumnos (traducida enseguida a más de 60 lenguas) y fue un destello luminoso imborrable. Deben leerla todos los maestros.
¿Qué considera usted que aporta el pedagogo Lorenzo Milani a la educación actual?
Aporta la verdadera razón de que la escuela sea obligatoria: no seleccionar y ayudar a los mejores, sino que todos sean iguales y se compensen las carencias de los últimos.
Para ello aportó tres remedios simultáneos: prohibir la repetición de curso; reforzar el escaso tiempo escolar de los pobres; y sobre todo, estudiar en la escuela la vida misma -a través de la prensa, invitados y viajes, por ejemplo- y menos programas abstractos.
¿Qué es el Movimiento de Educadores Milanianos?
Somos un grupo abierto de gente de la enseñanza que estudiamos y difundimos este tesoro de Milani y de su escuela en la montaña de Barbiana, cerca de Florencia. Que todos los pedagogos y maestros lo conozcan y tengan a Milani entre los más grandes pedagogos del siglo XX.
¿Cómo ve usted la Educación hoy, en general?
Según los de Barbiana, el único problema de la escuela son los chicos que pierde. Y la cifra española es exagerada según los informes PISA de la OCDE y ya no podemos disimularlo más: es una cifra llena de los más pobres. No digamos de gitanos e inmigrantes.
¿Qué cree que habría que hacer para mejorar el sistema educativo actual?
Aparte de impedir el fracaso de tantos, y eso entre la escuela pública y la privada concertada, la escuela está para instruir, más que para educar, que es algo familiar y social; pero la instrucción también ayuda a la educación si enseña los desafíos que todos tenemos delante; es decir, la vida misma, sin irse por las ramas.
Este jueves interviene en la Facultad de Educación de Sevilla, ¿considera prioritaria la promoción educativa de los menores en riesgo o situación de exclusión social? ¿Por qué?
Por estricta justicia, y más en democracia. El Estado tiene que remover los obstáculos que impiden la igualdad básica de todos los ciudadanos, según nuestra Constitución (9,2).
Y para finalizar ¿Qué consejos puede dar, desde su dilatada experiencia, a los docentes de nuestra ciudad?
Que logren que los últimos se sientan los preferidos de la clase y se sentirán tan felices como los propios niños.
José Luis Corzo estará esta tarde en Dos Hermanas para inspirar a los educadores y a la sociedad, en general, para que ningún menor quede descartado por su condición económica o social.