Un gran ciclista y artesano nazareno: José Vicente González Cabrera

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José Vicente González

Las dos grandes aficiones que ha cultivado son el ciclismo y las manualidades

Es evidente que no soy un gran historiador del Deporte. No es mi especialidad. Pero lo considero tan importante para la vida de una república –entendida como la ‘cosa pública’, la ‘res publica’ latina- que considero mi deber escribir en esta, espero que variopinta página, sobre el Deporte nazareno y sus deportistas.

Y hoy voy a escribir sobre un nazareno que me ha maravillado por sus muchos méritos. Aún a riesgo de parecer halagador hablaré de un hijo de nuestro ilustre pueblo que ha destacado sobre todo en dos mundos: el deporte –muy especialmente el ciclismo- y la artesanía. Se trata de José Vicente González Cabrera. Nace nuestro biografiado el 22 de noviembre de 1943, hijo del nazareno Francisco González Ruiz –conocido como ‘El Parné’- y de la morisca, o sea natural de La Puebla de Cazalla, Carmen Cabrera Pinto. Su padre era tapador y su madre rellenadora, es decir, formaban un típico matrimonio de obreros nazarenos. Trabajaban ambos en el almacén de aceitunas León y Cos. El matrimonio tuvo siete hijos: José –que fue encargado del mismo almacén-, Francisco, María del Carmen, Julio, Patrocinio, Fernando y Gustavo.

Nuestro hombre vivió primeramente en la casa de vecinos de la calle Real Utrera que se levantaba a la izquierda de la actual Capilla de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. Luego pasó al humilde barrio San José, uno de los más típicos, populares y populosos de Dos Hermanas, sito en el Camoncillo Real o calle Nuestra Señora del Carmen. Luego a los siete años, como otros vecinos del barrio, pasó a la Barriada de Nuestra Señora de Valme, las populares Casas Baratas. Por eso su barrio por antonomasia es éste. Entre sus muchos recuerdos de este barrio destaca uno muy curioso. En la laguna de sus cercanías cazaba ranas. Cuando habla de este entretenimiento me parece que retornó en su palabra a una Dos Hermanas ya desaparecida.

Estudió nuestro protagonista en el Colegio San Sebastián, que fue llamado también Calvo Sotelo y que es conocido familiarmente como ‘El Cementerio Viejo’, y en las escuelas del Ave María, fundación del benemérito y culto sacerdote y pedagogo burgalés don Andrés Manjón y Manjón. Pero no llegó a acabar sus estudios primarios. No obstante sacó el certificado de Estudios Primarios durante el servicio militar. Él, recuerda mucho esta etapa de su vida en la que estuvo en el Cerro del Muriano hasta que pasó al Cuartel de Ingenieros de la sevillana avenida de la Borbolla, en el cual fue asistente del comandante Dionisio Enrique Molina, del que nos dice que era un gran militar, afable y justo.

Sus primeros trabajos fueron en el campo pues escardó algodón en la carretera de Utrera, pasado el Colegio de San Hermenegildo, nuestros populares ‘Frailes’, limpió de hierbas campos de arroz de la zona de La Isla y segó garbanzos en la Corchuela. Ahora bien, ya a los catorce años entró de pinche en León y Cos. Su tarea era requerir los bocoyes y acercar los barriles al escogido y el relleno. A los dieciocho años pasó a ser faenero. Pero recuerda que otro faenero mayor le dijo que se buscara otro trabajo pues en la aceituna no había futuro. Siguiendo pues este consejo buscó otro oficio y entró en la albañilería. Tras muy poco tiempo de peón pasó a ser ayudante y luego oficial segunda y oficial primera. En su trabajo llegó a ser encargado con doscientos cincuenta hombres trabajando con unos contratistas en Sanlúcar la Mayor.

Pero daría un viraje a su vida cuando convirtió una de sus aficiones, el realizar bicicletas, en su trabajo pues dejó la albañilería y puso una tienda de bicicletas y repuestos en la calle Soria que después pasó a la calle Gómez Rivas. Tuvo la tienda durante dieciocho años hasta su jubilación con sesenta y siete años. Hoy en día sigue construyéndolas.

Lo cierto es que es un gran aficionado al ciclismo ya desde su infancia. Fue fundador en noviembre de 1970 de la Peña Ciclista Dos Hermanas Gómez del Moral y también recuerda al Club Ciclista Los Veteranos que se encontraba en los pisos de San Antonio. Hay que añadir que un recuerdo muy grato de su infancia son las carreras que el día de San José organizaba Manuel Valladares.

Si le preguntamos quiénes han sido para él los mejores ciclistas españoles nos cita a Federico Martín Bahamontes, Juan Ocaña –el español de Mont de Marsan-, José María ‘El Torango’ y Miguel Induráin.

Recuerda cuando con el Tarango corrió una vuelta a Sevilla. Porque nuestro biografiado ha sido un destacado corredor. Asombra el gran número de trofeos, unos cien, y medallas que atesora. Entre sus triunfos recuerda cuando quedó cuarto en el Campeonato de Andalucía de Fondo en carretera. También hay que decir que ha participado en la organización de la vuelta a Andalucía. Además, ha sido comentarista de ciclismo en Radio Realidad, Radio Utrera la Voz de la Campiña, Radio Estrella y Televisión Nazarena.

Ahora bien tiene otras aficiones como las manualidades y la jardinería. Sobre todo destaca en esta primera teniendo un auténtico museo de manualidades en madera o metal. Entre sus obras se encuentran el utillaje en miniatura de los almacenes de aceituna, mundo que conoció en su adolescencia como hemos visto, unos deliciosos cuadros en metal sobre personajes de Walt Disney, maquetas de bicicletas o de aviones y un largo etcétera. Por otra parte no queremos dejar de decir que es un aficionado a la lectura.

Nuestro hombre aparte de pertenecer a la peña ciclista es socio de la peña sevillista aunque es poco aficionado al fútbol. A su vez es tesorero de los Amigos Solidarios de Dos Hermanas, agrupación que se dedica a ayudar a los desfavorecidos.

Le preguntamos qué le gusta más de Dos Hermanas y contesta, como otros muchos vecinos y foráneos, que la organización y limpieza del pueblo. Pero, curiosamente, también le llama la atención el buen trato que le da la gente del pueblo a los forasteros. No es muy normal, por cierto, que nos digan lo anterior pero, tengo que reconocer que alguna vez lo hemos oído sobre todo referido a la capacidad de nuestros comerciantes para vender.

También le preguntamos sobre las fiestas del pueblo. Él, como no, nos dice que su fiesta preferida es el Día de la Bicicleta pero también hace hincapié en que le gusta la feria, donde, por cierto, la Peña Gómez del Moral abre una caseta.
También le inquirimos sobre sus ideales religiosas. Él se confiesa creyente pero no practicante. Además afirma que no está de acuerdo con algunos presupuestos de la Iglesia. Ello no quita para que haya colaborado con los sacerdotes, como por ejemplo con el pedagogo abulense don Juan Trujillano González, creador del gran colegio de Armenteros en la provincia de Salamanca, al que llevaron bicicletas, comida y ropa.

Nuestro personaje tiene dos hijas: María José, cuyo marido se llama Roberto, la cual trabaja en el laboratorio del Hospital San Agustín de nuestra ciudad, y Yolanda, casada con Antonio.

Nuestro hombre es un personaje muy entrañable volcado con nuestro pueblo y con sus aficiones. Sobre todo destaca como he dicho su amor al ciclismo y las manualidades que lo tienen perpetuamente ocupado. Sirva este pequeño artículo como homenaje a tantos y tantos aficionados al ciclismo como existen en nuestra Dos Hermanas.