Fallecido en 1987, José Gómez se adelantó a su tiempo: supo ver el negocio de las bebidas, con el que hizo prosperar a su familia
En 1987, de un fulminante infarto sufrido en la discoteca “Las Palmeras”, regentada por sus hijos, falleció un peculiar personaje nazareno al que hoy dedicamos nuestro recuerdo. Tenía solo 65 años y probablemente su existencia habría sido más longeva si no hubiera contaminado sus pulmones de nicotina de los Winston. Se llamaba José Gómez Durán, aunque en Dos Hermanas todos lo conocían por “Joselito el del vino”. Fue un comerciante avezado, con olfato para el negocio y no exento de gran generosidad. Pero empecemos por el principio.
Una tienda en La Pólvora
Su padre, José “El Moreno”, tenía una tienda de comestibles en La Pólvora. Desde pequeño, Joselito ayudaba en el comercio paterno hasta que su tío, Rafalito “el del vino”, que tenía un almacén de bebidas en Santa María Magdalena, lo reclutó para ayudarle a repartir bebidas por los bares de Dos Hermanas. Primero en una bici, y más tarde en un triciclo, se veía a Joselito y a su hermano Antonio repartiendo por los bares garrafas de una arroba (16 litros) de mosto de Los Palacios, manzanilla de Sanlúcar o vinos de Bollullos.
En una Dos Hermanas en continuo crecimiento, ambos hermanos vislumbran pronto que hay negocio para todos y aciertan a independizarse, convirtiéndose incluso en competencia de su tío. Crean su propia empresa, “Hermanos Gómez Durán”, y montan un almacén en la calle San Alberto (esquina con Lope de Vega), una nave con techo de uralita que les compra el padre y que ellos convierten en bodega. No mucho después, los dos hermanos separan sus caminos. Antonio se establece en una tienda de comestibles en la calle El Pinar y Joselito inicia en solitario su pequeño imperio de bebidas. Se ganó a fuego su apodo de “Joselito el del vino”. Era su especialidad. Introdujo en Dos Hermanas marcas de vino tinto como “Bodegas Espinosa”, además de los Vinos Valdepeñas. “Aguas de Lanjarón” y “Batidos Puleva” se unieron también a su oferta. El negocio prosperó, Joselito compró un camioncito Avia para los repartos, contrató a varios empleados y se convirtió en un destacado autónomo de Dos Hermanas.
Y de regalo, una Singer
Habrá quien conserve entre sus recuerdos una foto con Joselito entregándole una máquina de coser “Singer”. Uno de sus proveedores, Bodegas Espinosa, escondía ese regalo bajo los tapones de sus envases, así que Joselito se hizo popular haciendo entrega de las Singer a los agraciados en lugares como el Bar Chapín, en la barriada de El Amparo
En bebidas de mayor graduación vendió grandes cantidades de coñac “501” a Hiper Valme y al supermercado Ecoín de la calle El Ejido. En los años 70, cuando se puso de moda la ginebra, suministró a su amigo Pepe Asencio miles de botellas de ginebra “Rollings” para la Discoteca “Molíbar”. El 28 de diciembre de 1978, día en que se inauguraba la “2001”, Joselito Gómez envió cuatro trailers de ginebra “Rives”, y otros cuatro la semana posterior. Números gigantes. Grandes beneficios.
Detrás del Sevilla F.C.
“Joselito el del vino” se casó con Dolores Márquez, con quien tuvo tres hijos: Juan Manuel (que falleció joven), Miki y José María. Le gustaba pasear a los tres pequeños en su Ducati, cuyos motores y engranajes montaba y desmontaba con pasmosa facilidad, ya que era un enamorado de las motos.
También con su familia al completo. al volante de su Seat 124 recorrió España siguiendo los partidos que el Sevilla F.C. jugaba por toda la península. En uno de esos viajes, estando en la capital para ver un Atlético de Madrid-Sevilla, se produjo una anécdota que refleja el carácter desprendido de Joselito. Iba caminando hacia el estadio Vicente Calderón cuando se encontró en la boca de metro a dos paisanos de Dos Hermanas que, al verlo, le abrazaron y le dijeron: “¡José, que nos acaban de robar las entradas para el partido y no tenemos dinero ni para volver a Dos Hermanas!”. Y él les contestó: “¡No preocuparos, vamos al fútbol!” Y les pagó las entradas para el partido y el autobús de vuelta a Sevilla.
Muy amigo de sus amigos, ayudó a muchas personas a realizar sus sueños. Raro era el día que no le visitaba en su casa algún dueño de un bar para que le prestara dinero.
Las Palmeras
En 1982 José María y Miki Gómez, hijos de Joselito, se embarcan, sin predecir su posterior éxito, en la apertura de “Las Palmeras”, terraza de verano ubicada en calle Botica que se convirtió durante años en el centro de la movida juvenil nazarena. Cuando Joselito, que prestó apoyo económico a este proyecto, comprendió que sus hijos no iban a continuar con su negocio de proveedor de bebidas, no dudó en dar cerrojazo al suyo y dedicarse a ayudar a sus hijos, siendo hasta su muerte el alma mater de “Las Palmeras”.