Juanini: “Bambino y Fernanda de Utrera paraban mucho en mi bar de la calle Melliza”

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Juanini
En su salón de calle Beethoven, Juanini posa delante de la Virgen de Valme, una de las muchas imágenes religiosas que decoran su casa.

Discreto pero libre. Sus apellidos no pueden ser más nazarenos: Cotán y Rivas. Ha sido yesero, abrió un bar en los 80 y es un cotizado modista

Ya hace años que Juan Cotán Rivas (“Juanini”) y sus amigos no desfilan en los carnavales de Dos Hermanas. Y se nota. Daban un extraordinario color al pasacalles con sus exóticos trajes, paridos por la desbordante imaginación de Juanini. Para la confección de su disfraz y los de su pandilla, invertía meses de su vida. “En 1995 salí con uno de lentejuelas que me llevé un año haciéndolo, lentejuela a lentejuela. Los tengo todos en un baúl, no sé qué hacer con ellos”, nos dice.

Juanini es uno de los modistas más cotizados de Dos Hermanas, aunque desde 2017 ya no cose para la calle: solo acepta algún compromiso que otro. Sobre su mesa de trabajo tiene a medio hacer un traje para una boda, que ya no corre prisa porque la ceremonia se ha aplazado por el coronavirus.

Juanini
Foto de juventud de Juanini.

Desde que en 1990 estudió en Sevilla dos años de Corte y Confección, de su taller (ubicado en su propia casa) han salido cientos de trajes de novia, de comunión, de flamenca (los terminaba en un día o dos como máximo) y disfraces de chirigota. Su máquina de coser echaba humo en los días previos a la Feria, al Rocío o al Valme, sus temporadas de más alta demanda. ”Los arreglos no me convenían. Hago antes un traje que un arreglo”, afirma convencido.

Juanini
En el Cine Español con Marife de Triana, gran amiga suya.

De lo que más orgulloso se siente, sin duda, es del manto que le hizo a la Virgen del Pilar, el mismo con que han vestido a la patrona de Zaragoza y la Guardia Civil siete veces ya este año. “Tardé un año en terminarlo. El mismo párroco me pasó las medidas, que son las mismas del que le regaló a la Virgen la Duquesa de Alba”. El manto, que él mismo llevó a Zaragoza, es uno de los preferidos del párroco de la Basílica del Pilar. “Lleva cosida una imagen de la Virgen de Valme”.

Durante diez años salimos en el pasacalles del carnaval.Tengo todos los trajes metidos en un baúl, no sé qué hacer con ellos

Juanini
Durante el carnaval de Dos Hermanas con un llamativo traje que el mismo confeccionó.

Le gustaba más coser que leer

Juan nació en 1946 en la Vereda del Garage (donde hoy se alzan los pisos de Los Potros) y desde los cuatro años se crió en el barrio de “La Fábrica”. Era el más pequeño de ocho hermanos. Su padre, Manuel Cotán, oficiaba de yesero, y su madre, María Rivas, era obrera de la aceituna. Como los dos trabajaban, dejaban a los más pequeños al cuidado de Ana, la hija mayor, que tenía doce años más que Juanini.

“Mi hermana cosía para la calle, tenía una máquina de coser de pedal y a mí me encantaba fijarme en lo que hacía. Cuando ella salía a la calle, yo cogía la máquina, enredaba todos los hilos y la liaba”.

No sería incorrecto decir que aprendió a coser antes que a leer. Sus padres, como era común en la época, no consideraban la formación escolar una obligación, y aunque el pequeño estaba matriculado en el “Colegio del Cementerio”, solo iba por temporadas cortas. “Yo aprendí a leer más con los anuncios del Cine Español que en la escuela”, reconoce. “Era un asiduo del Cine Rocío, del Ideal, del Español de Invierno y de Verano.”

Juanini
Juanini, con un traje de lentejuelas que tardó un año en terminar, en el pasacalles de carnaval de Dos Hermanas el 21 de febrero de 1998.

Un bar bohemio en los 80

La vida de Juanini esconde otras sorpresas. A la costura se dedicó desde 1990, pero buena parte de su vida trabajó en el yeso: entre 1958 y 1979. “Con 12 años empecé a trabajar de yesero con mis hermanos. Viajábamos por media España, se construía mucho entonces. No había coche, íbamos en tren y nos alojábamos en pensiones dos o tres meses seguidos.”

Juanini
De caballista en el Valme.

Con 33 años le pueden sus ganas de Dos Hermanas y decide montar un bar. Encontró el lugar perfecto en la antigua carbonería de Laureano, en la calle Melliza. Alquiló el local, lo decoró a la andaluza, con buen gusto (puso un pozo, una chimenea…) y ofreció buen tapeo: caracoles, montaditos, chipirones, adobo, boquerones en vinagre y papas aliñás, de las que todos los días sacaba una fuente. En el nombre del local no desbordó su ingenio: lo llamó “Bar Juanini”. Pero con su atractiva personalidad y su carácter amable y conversador, no sorprende la buena acogida que recibió el local en aquella Dos Hermanas ochentera.

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Celebración del cumpleaños de su amigo Frasco en el Bar Juanini (calle Melliza). Desde la derecha aparecen Juanini, Frasco (soplando las velas), Alonso, Paco Reina, Manolo Claravot, Luis “el del Konica” y Juan “el Maera”.

“Tuvo mucho éxito los once años que estuvo abierto. Se pasaba por allí toda la juventud. Ponía muchas sevillanas, y la gente bailaba. Estaba abierto todo el día”… Y toda la noche. Raro era cuando cerraba antes de las cuatro de la madrugada. “Venían mucho por allí Bambino, Fernanda y Bernarda de Utrera, Agustín el Talega… comían , bebían y canturreaban”. Como vivía en el barrio de La Fábrica, bastante alejado, a veces se quedaba a dormir en el bar, donde había una pequeña habitación. Finalmente se compró un piso en la barriada de San Antonio, para estar más cerca del negocio. El bar echó el cierre en 1990. “Mucho trabajo, muchos jornales que pagar y mucha Seguridad Social”, resume Juanini.”Entonces me dediqué a cuidar a mi madre, que estaba enferma, y comencé los cursos de costura”.

Juan es persona discreta, generosa, muy querida por sus amigos. Preside el salón un retrato de su madre. Mientras hablamos, llegan desde el otro cuarto, en el que cose, canciones de José Luis Perales. “Después pondré a Gracia Montes”. Reproduce los discos en el mismo orden en que los tiene puestos en la estantería hace años: Roberto Carlos, Macarena del Río, Pastora Soler, Rocío Jurado, Marifé de Triana… “Marife era muy amiga mía. Ibamos a verla cuando cantaba aquí”.

Ahora, con 74 años, tira con su pensión y prefiere la tranquilidad al bullicio. Gracias por abrirnos tus puertas, Juan.