Julián Paniagua: «los animales son mi fuente de vida y mi gran afición»

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Julián Paniagua

Julián Paniagua lleva más de 30 años como veterinario en Dos Hermanas

Por circunstancias de la vida Julián Paniagua nació en un pueblecito de Cáceres, Barrado. Su padre era maestro de escuela y estaba destinado en Olvera pero «antes las mujeres parían en casa de sus madres por lo que nací en Barrado».

Con tan sólo cuatro años llegó a Dos Hermanas. Pasó su infancia y adolescencia en la barriada de El Rocío. Con 17 años se mudó a Las Infantas.

Estudió en el antiguo colegio Juan Ramón Jiménez, que estaba situado junto a los pisos de Quintillo. Posteriormente pasó al colegio de Las Portadas y al instituto Virgen de Valme.

Julián Paniagua está casado con Mª del Mar y tiene dos hijos: Julio y Daniel. Ninguno de ellos va a ser veterinario porque, según su padre, «han vivido que es una profesión muy sacrificada. Me han visto que he trabajado siempre mucho y con muchas preocupaciones».

Le gusta la música, leer y hacer senderismo y, por supuesto, pasear con Panchita, su perrita.

Lleva más de 30 años como veterinario en Dos Hermanas.

¿Cuándo y por qué decide estudiar Veterinaria? 

Pues estando en COU, con un amigo, decidimos que queríamos hacer Veterinaria. Recuerdo que fue sobre 1981, con el golpe de Estado de Tejero. En esos momentos había ocho o nueve carreras, no había más. Me gustaban los animales y decidí estudiar Veterinaria. Al principio no sabía que era en Córdoba. Pero al final me fui, en 1982 comencé la carrera, y estuve cinco años allí.

¿Cuándo abre la clínica en Dos Hermanas?

Cuando terminé la carrera y me volví a Dos Hermanas comencé a trabajar en una clínica en el Aljarafe. Hice una campaña para la Junta de Andalucía de saneamiento ganadero con caballos, cuando la peste equina, y pude sacar algo de dinero para abrir mi propia clínica en Dos Hermanas. Anteriormente, ya había hecho algunos trabajos a domicilio. Fue en 1989.

¿En su actual ubicación?

No. Al principio estuve en la calle Antonia Díaz, después en Aníbal González, hasta que ya nos establecimos aquí.

¿De dónde viene el nombre?

Realmente no sabía qué nombre ponerle. Y me decidí por Orippo, que está muy vinculado a Dos Hermanas. Orippo, así se llamaba Dos Hermanas y así le puse. Igualmente si se lo tuviera que poner ahora le pondría algo más relacionado con los animales quizás.

¿Cómo era la Dos Hermanas de esos momentos?

Dos Hermanas era más pueblo, todo más antiguo, no había servicios, los bares eran tradicionales, no había muchos comercios, sólo había una calle de comercios que era Santa María Magdalena, nos conocíamos todos o casi todos, era una ciudad más pequeñita, más a la mano.

Bajo su punto de vista, ¿cómo ha evolucionado la ciudad?

Un montón. Si cuando me fui a Córdoba y volví ya había cambiado y fueron cinco años, imáginate el que se haya ido 10 o 15 años sin estar aquí en Dos Hermanas alucina, porque la circulación, las grandes superficies, el comercio, aunque el centro esté muerto, se ha ramificado por otras partes, la zona de Reyes Católicos y Los Pirralos, por ejemplo. Antes era más una ciudad dormitorio y ahora parece que se está estabilizando ya como una ciudad en sí.  

En general, cuando comenzó a ejercer en la localidad, ¿la gente estaba concienciada sobre la necesidad de vacunar y realizar un seguimiento ‘médico’ de sus mascotas?

Para nada. Cuando yo empecé en Dos Hermanas no había conciencia, casi ninguna. Había muy poca gente que cuidara de sus animales. La vacuna que había era la de la rabia y porque era obligatoria pero no tenía concepto de pagar por un servicio veterinario para una mascota.

¿Ha cambiado esta conciencia?

Mucho y desde la pandemia más. La gente se ha concienciado del tema de las vacunas preventivas, de las cirugías,… Ha subido mucho la concienciación, sobre todo en estos dos últimos años, antes estaba pero menos.

A lo largo de su trayectoria profesional, ¿nos puede contar alguna anécdota, algún caso concreto por ser una situación difícil…?

Te voy a contar un caso chungo que al final se resolvió bien. Fue un perro. Me llamaron que estaba en el almacén, en el garaje de Los Amarillos. Cuando llegué había un perro que tenía una correa de metal apretada, tan apretada que le había desollado la piel en el cuello y le había crecido la piel por encima del collar. Llegué con mi maletín y no tenía nada para poder quitar eso. Los trabajadores me consiguieron un cortafrío. Después tuvimos que coger al perro, que fue difícil, sedarlo, y ya después con el cortafrío se lo quitamos, le curamos la herida y lo adoptaron allí en Los Amarillos. Fue una anécdota chunga con final feliz.

¿Y la más simpática?

Pues, lo que más me gusta, hacer una cesárea. Son alucinantes. Cuando los sacas, que están casi sin vida, cuando los empiezas a limpiar y empiezan a chillar… cesáreas hemos tenido aquí de hasta 23 cachorros, así que imagínate.

Después de tantos años al frente de la clínica veterinaria, ¿qué relación se establece con los dueños de mascotas?

Al final, con la mayoría, de amistad. Tengo clientes de 30 años. Es más, conozco a hijos de estos clientes que ya son adultos y traen sus perros, y los he conocido recién nacidos. Me conocen de toda la vida.

¿Cuáles son los animales domésticos más comunes en Dos Hermanas? 

Los más comunes los perros y los gatos.

¿Y los más singulares?

Los más raros, desde coatís, que me han traído, son unos mamíferos sudamericanos, son un poco raros, me han traído serpientes y exóticos también nos han traído. Antes nos traían de todo. Como las especies no estaban protegidas traían de todo. Monos por ejemplo, titís, eran alucinantes, un mono de un kilo y medio. Lo que pasa que ya no se puede. Afortunadamente está todo más regulado.

¿La formación para atender a todo tipo de animales tiene que ser continua?

Sí, aunque antiguamente hacíamos todos de todo, pero ahora cada uno se intenta especializar en una parcela. Tenemos a una compañera que está especializada en animales exóticos.

¿Es importante la existencia de una ordenanza de tenencia de animales?

Sí, muchísimo, hay que regular todo. Hay que regular la tenencia, la gente no tiene conciencia. Creo que es importante la existencia, que existe, y un cumplimiento más exhaustivo. Por ejemplo, si el microchip es obligatorio, que la Policía pida el microchip que luego se pierden los perros y no hay cómo identificarlos. O, por ejemplo, una pandemia como ahora, imagínate que los perros fueran transmisores del COVID, si no tenemos un listado de perros de Dos Hermanas como vamos a saber dónde están esos perros. Ya pasó, cuando yo empecé con la peste equina. Localizar a todos los caballos costó. Lo de los perros debería ser una cosa igual.

¿Qué mensaje le transmitiría a aquellas personas que deseen incorporar a una mascota a su familia?

Una mascota les va a dar mucha compañía, mucha alegría en su vida, pero que los animales son una responsabilidad tenerlos. Los perros hay que sacarlos a pasear, hay que darles de comer, tienen una serie de gastos, entre ellos veterinario, alimentación, etc. y el que no pueda hacerse cargo de esos gastos y responsabilidades mejor que se lo piense antes de tenerlo.

¿Compra o adopción?

Por elegir la adopción, en principio, aunque si en los centros no hay perros que se adapten a las necesidades y características que una persona quiere no veo mal comprarlos.

Ante una urgencia con nuestra mascota, ¿qué debemos hacer?

Lo primero contactar con una clínica veterinaria que el veterinario que le atienda le irá diciendo los pasos que hay que seguir. Aquí nosotros tenemos urgencias 24 horas. Las compartimos cinco clínicas, siempre hay una de guardia las 24 horas del día. Es importante llamar. Imagínate que un perro se ha tomado veneno y tarda media hora en llegar a la clínica, nosotros, por teléfono, le vamos dando indicaciones, darle algo para que vomite y te vienes. Casi siempre las actuaciones de urgencia las tenemos que hacer en la clínica que es donde tenemos todos los medios.

Si encontramos a un animal abandonado, ¿cómo tenemos que actuar?

Ahora, va a salir una nueva ley en la que los ayuntamientos van a tener un servicio de recogida de animales, en la que estará prohibido el sacrificio. Entonces, lo primero será llamar a los servicios municipales, a la Policía Local, y ellos llamarán a quien se haga cargo del animal. O bien, llamar a una protectora, aunque estas asociaciones no tienen ni tiempo ni medios para recoger a todos los perros del mundo. No dan abasto. Debemos concienciar primero a la gente y después a las administraciones.

¿Trabaja habitualmente con asociaciones protectoras de animales?

He trabajado toda la vida con asociaciones protectoras. Ahora mismo no porque con la última que trabajábamos se ha trasladado a Carmona. Sólo hacemos cosas puntuales de trauma.

¿Qué significan para usted los animales?

Los animales son mi vida. Llevo toda la vida dedicados a ellos. Son mi fuente de vida y mi afición.

¿Desde pequeño está en contacto con animales?

Sí. Como te he dicho era de un pueblo pequeñito de Cáceres y aquello era naturaleza pura. Así que, desde pequeñito.

¿Tiene mascotas en la actualidad?

Sí, tengo una perrita, Panchita.