Julio Gimeno afirma que la música es su vida, estudió en el Conservatorio como alumno y regresó posteriormente como profesor, ahora se acaba de jubilar
Julio Gimeno García nació en Sevilla en 1960, aunque desde 1967 reside en Dos Hermanas, en la barriada San Hermenegildo o barrio Pachico, en la calle Reverte.
Su padre, ya fallecido, se llamaba Julio y era natural de Albal (Valencia). Su madre, Benalup, nació en Alcalá de Guadaíra.
En Dos Hermanas cursó Educación Primaria en el Colegio de La Oliva, junto a la Iglesia del mismo nombre. En el Instituto Virgen de Valme estudió Bachillerato y COU.
En Sevilla, comenzó la carrera de Ingeniería Técnica en la especialidad de electrónica. Cuando estaba en segundo -la carrera duraba tres años- le llamaron para el Servicio Militar en la Marina, estuvo en San Fernando y en Rota.
Tras el Servicio Militar se matriculó en la recién creada Aula de Música de Dos Hermanas, dependiente, en un principio, del Conservatorio Superior de Sevilla, abandonando los estudios de Ingeniería.
«Mi primer profesor de solfeo fue D. Antonio Carrión, sacerdote que daba clases gratuitas de música en el edificio de Cáritas, junto a la Iglesia de Santa María Magdalena. Muchos músicos nazarenos de esa época y de años anteriores, pasaron por sus manos. Con D. Antonio solo estuve el mes de permiso de la mili, en el verano de 1981», explica Julio Gimeno.
«Me matriculé en el Aula de Música de Dos Hermanas y tras finalizar la mili a finales de 1981, entré con el curso ya comenzado a estudiar con D. Fulgencio Morón, director de la banda municipal. El AMPA del conservatorio lleva ahora su nombre. Mi primera profesora de guitarra fue Maribel Álvarez», recuerda.
«Cuando acabé en Dos Hermanas, seguí los estudios de música en Sevilla, en el Conservatorio Superior Manuel Castillo, con José Lázaro, América Martínez y Serafín Arriaza. Allí obtuve el título de Profesor de Guitarra que ahora está equiparado a una Licenciatura universitaria», indica.
«Desde ese momento mi vida ha sido la música: dando clases particulares o en colegios, aulas de música… Luego como profesor de guitarra, desde 1990, en los conservatorios de Écija (un curso) y Dos Hermanas, lo que he combinado con mi afición por la musicología escribiendo artículos, dando cursos, conferencias, etc.», nos cuenta Julio Gimeno.
Ha publicado artículos en diversas revistas como «Soundboard», «Scherzo» o en el «Boletín del Instituto de Estudios Giennenses».
Ha impartido cursos y ponencias en varias universidades, conservatorios, en el Festival de la Guitarra de Córdoba, en el Festival Internacional de Guitarra de Sevilla, Festival Internacional de Guitarra José Tomás de Petrer, Jornadas Internacionales de la Guitarra de Valencia, XIII Jornadas Histórico-Artísticas de las Cuatro Villas (Jaén), en Ponte in Valtellina (Italia), etc.
«Durante varios años fui profesor de Historia de la Guitarra en un máster que organizó la Universidad de Cáceres», añade.
Ha colaborado con las editoriales Schott y Bèrben, con esta última en la publicación en el año 2011 de la nueva edición de la «Fantasía-Sonata» de Joan Manén. Junto a Leopoldo Neri de Caso, ha coordinado el número especial de la revista «Roseta», dedicado a Andrés Segovia. Ha colaborado en los documentales «La española. La de Torres», de Fran López Montoro y Raúl Enrique Navarro (estrenado, en 2019, en la 64 Semana Internacional de Cine de Valladolid), y «Antonio de Torres, el genio guitarrero» de Pedro Callejas (emitido en 2021 por Canal Sur).
Durante el servicio militar le condecoraron con la Cruz del Mérito Naval. En 2012 le otorgaron la medalla de la Fundación Andrés Segovia de Linares.
Julio Gimeno, tras décadas impartiendo clases en el Conservatorio de Dos Hermanas, se ha jubilado. El profesor atiende a nuestras preguntas:
¿Cuándo comienza su afición por la música?
De niño, con ocho años o así, me regalaron un xilófono de juguete. Con él tocaba melodías de canciones de la época que sacaba de oído. Lamentablemente mi familia no se dio cuenta de ese gusto mío por la música y no fue hasta los 16 años que comencé con la guitarra, al principio de forma autodidacta. En el Conservatorio comencé muy tarde, cuando acabé el servicio militar.
¿En qué momento pasa a ser una profesión?
Durante mi formación como guitarrista, comencé a dar clases particulares para poder ganarme la vida. Entonces me di cuenta que la enseñanza era mi vocación. Faltándome una asignatura para que me dieran el título, ya me contrataron para dar clases en el Aula de Música de Morón de la Frontera. Como no tenía aún la titulación me tuvo que dar un permiso especial la Inspección Educativa de la Delegación de Educación de Sevilla. Al año siguiente obtuve el título y entré como funcionario interino en el Conservatorio de Écija. Al siguiente curso, 1991-92, ya trabajé en el Conservatorio de Dos Hermanas. En el verano de 1992 aprobé las oposiciones y tras el año de prácticas me nombraron Funcionario de Carrera.
Como curiosidad diré que Francisco Javier Alonso -clarinetista, su padre es Federico Alonso Pernía- y yo fuimos la primera promoción de músicos que estudiamos en el Conservatorio de Dos Hermanas como alumnos y volvimos allí como profesores.
¿Qué formación ha recibido?
Tras el Bachillerato y el COU, en el Instituto Virgen de Valme, comencé la Ingeniería Técnica que cursé en la Escuela de Peritos de Sevilla. Luego ya estudié en el Conservatorio hasta obtener el título de Profesor de Guitarra. También he asistido a multitud de cursos de perfeccionamiento relacionados con la guitarra y otras especialidades musicales: armonía, análisis, lenguaje musical…
¿Qué instrumentos toca?
Solo toco la guitarra y desde que padezco artrosis en las manos, cada vez lo hago peor.
¿Cuál es su instrumento favorito?
Para escuchar me gusta la voz -fui tenor en el Coro Manuel de Falla, de Sevilla- y muchos instrumentos, pero solo soy capaz de tocar la guitarra e instrumentos afines como el bajo eléctrico y similares.
¿Cuándo llegó al Conservatorio de Dos Hermanas?
Como he explicado, estudié como alumno en el Aula de Música de Dos Hermanas. Como profesor llegué al Conservatorio de mi ciudad en el curso 1991-92. Y me he jubilado en el curso 2021-22, en concreto en enero de 2022.
¿Cuántos años ha estado aquí?
De 1991 a 2022, con un paréntesis de dos cursos en los que me desplazaron a Coria del Río.
¿Qué materias ha impartido?
Básicamente guitarra, aunque en un par de cursos también completé mi horario con clases de Lenguaje Musical. Bueno, ahora hay una asignatura que se llama Agrupaciones Musicales, donde, como se deduce de su nombre, los alumnos tocan con los compañeros de guitarra o de otras especialidades instrumentales. Esa asignatura también la llevo impartiendo desde que se creó y me ha dado muchas alegrías.
¿Cuántos alumnos han podido pasar por sus manos en todos estos años?
En el conservatorio más de 1.000. Pero si añado el periodo anterior, cuando trabajé en colegios, asociaciones de vecinos, aulas de música, clases particulares, y contabilizo también mis alumnos de máster en la Universidad de Cáceres, mis cursos de preparación de opositores, clases que he impartido también de armonía, análisis musical… la cifra, como mínimo, se dobla.
¿Algún alumno o alumna ha destacado por sus cualidades o capacidades?
Muchos. He tenido alumnos magníficos que me han sorprendido por sus cualidades. Tuve una alumna a la que le toqué la pieza que iba a enseñarle y la repitió al instante de memoria, sin leer la partitura. Otras veces en lugar de corregirlos yo, me han corregido ellos a mí alguna nota que estaba equivocada. A una alumna de flauta le expliqué, en la clase de agrupaciones musicales, cómo se improvisaba y para ver si lo había entendido toqué con la guitarra unos acordes y ella improvisó sobre ellos incluyendo notas «blue», que están fuera de la tonalidad. Me quedé asombrado, llamé a su profesora para que la escuchase y ella no daba crédito.
Lo que ocurre en música es que no basta con tener muchas cualidades, se necesita también mucha perseverancia y a veces alumnos de gran capacidad se quedan por el camino. Esa es una de las razones de que el porcentaje de estudiantes que acaba la carrera de música es tan pequeño, en relación con los que la empiezan.
¿Alguno de sus alumnos ha conseguido hacer de la música su profesión?
Sí. Sin ir más lejos uno de los dos profesores de guitarra actuales del Conservatorio de Dos Hermanas, Carlos León, fue alumno mío en sus inicios y ahora ha vuelto al Conservatorio como profesor con destino definitivo en el centro.
El profesor de la Academia «Idioma Universal», que está en la Avenida de Los Pirralos, José Naranjo, también fue mi alumno. Domingo «Mingui» Muñoz, uno de mis primeros alumnos, es profesor en el Ateneo de Dos Hermanas y está muy cotizado como intérprete de guitarra eléctrica.
Recientemente, contactaron conmigo para que diese una conferencia en el Festival Internacional de la Guitarra de Granada. Resulta que la persona con la que hablé, Pedro Ordoñez, había sido alumno mío en mis primeros años como profesor en el Conservatorio. Pedro trabaja ahora en el Departamento de Historia y Ciencias de la Música de la Universidad de Granada.
¿Alguno es famoso?
Jaime Estévez, cantautor, que hace unos años hizo un papel excelente en el concurso «Yo soy del Sur» de Canal Sur, fue alumno mío de guitarra. De hecho, en mi canal de YouTube puede verse algún vídeo suyo de cuando era un niño. Ahora ha grabado varios discos y es una figura en alza en un mundo tan complicado como el de la música.
Lola Avilés, que junto a su hermana Rocío llegaron a la final de la última edición de «La Voz Kids», de Antena3, fue también mi alumna. Su hermana estudia piano, pero conmigo estuvo como cantante en clases de Agrupación Musical. De todos modos, colaborando con ellas he aprendido yo más de ellas que ellas de mí, ya que las dos hermanas Avilés tienen un enorme talento natural.
¿Cómo ha vivido la evolución del Conservatorio nazareno?
El Aula de música, que luego sería Conservatorio de Dos Hermanas, fue la primera en crearse en la provincia de Sevilla. Se ubicó en el edificio Torrevalme y dependía del Conservatorio de Sevilla. A los que allí estudiábamos venían a examinarnos profesores de ese centro para que los estudios fueran oficiales. En esa época, el «conservatorio» de Dos Hermanas tenía un nivel de excelencia.
El primer curso de funcionamiento, 1981-82, se matricularon músicos de la banda, de las orquestas y grupos de música pop, aficionados con algún conocimiento previo, etc. Muchas de esas personas no estaban estudiando música, de manera reglada, por falta de un centro en Dos Hermanas donde hacerlo. Así que mi clase tenía un nivel altísimo, aunque yo no fui consciente de ello hasta que no llegué a Sevilla y vi que mucho de lo que allí me enseñaban, ya lo había trabajado yo en los primeros cursos en Dos Hermanas. A partir del curso 1987-88 ya pasó a ser Conservatorio Elemental.
Desde siempre, nuestro Conservatorio ha sido de los que más alumnos tenía matriculados, hasta el punto de que por falta de espacio, a partir del curso 1994-95, cuando yo era Director, se tuvo que desdoblar en dos edificios, uno en la Huerta de San Rafael y otro en el antiguo colegio San Hermenegildo.
Hay que tener en cuenta que a Dos Hermanas venían a estudiar alumnos de otros pueblos, como un importante número de ellos proveniente de Los Palacios. Luego ya crearon allí un centro y además la Junta de Andalucía empezó a limitar las personas que podían matricularse y el número de alumnos se redujo considerablemente.
Por cierto, a los interesados en la historia de nuestro centro, les remito a dos excelentes artículos que publicó mi amigo y compañero de guitarra, Miguel Acosta, en la «Revista de Feria».
¿Cuáles son sus virtudes?
Por destacar solo un aspecto, desde 1997-98, el Conservatorio se trasladó a Las Portadas, a un edificio con mejor equipación que los anteriores. Yo he conocido en Dos Hermanas y otros lugares, edificios a veces muy pintorescos donde se impartían clases de música, pero con graves deficiencias en cuanto a calefacción, insonorización, Salón de Actos (imprescindible en un conservatorio para los conciertos), etc. El de Las Portadas era entonces un lujo, comparado con otros centros. Ahora ya hay muchos conservatorios, de nueva construcción, que aventajan al nuestro.
¿Y sus deficiencias?
Gracias al buen hacer de los diferentes equipos directivos, quien estudie ahora en el Conservatorio de Dos Hermanas no notará mucha diferencia con otros centros en lo relativo a calidad del profesorado, clases, instalaciones… bueno, el Auditorio-Salón de Actos que tenemos se nos queda pequeño para según qué cosas.
Cuando llegamos a Las Portadas, no había Auditorio para los conciertos y se nos ocurrió «fabricarnos» uno uniendo dos clases y construyendo una tarima para el escenario. Ese recinto es totalmente insuficiente y los conciertos de más aforo tenemos que llevarlos a cabo en otros espacios que nos ceden en Dos Hermanas.
Otro inconveniente lo tenemos con la insonorización del mencionado auditorio y de las clases.
Pero el principal problema, en mi opinión, es que todos los años se quedan muchos alumnos fuera que no pueden estudiar en nuestro centro por lo limitado del número de plazas que oferta la Administración.
¿Necesita Dos Hermanas un Conservatorio Profesional?
La reivindicación de un Conservatorio Profesional en Dos Hermanas, viene de lejos. Cuando yo llegué al centro, en 1991, su director Miguel Acosta ya estaba luchando por ello.
En el acto de homenaje que me hicieron por mi jubilación, el pasado 29 de marzo, la actual directora, Carmen Fernández, mencionó una entrevista que me hicieron como director del Conservatorio, en «El Correo de Andalucía» de 16 de junio de 1995, donde también hablo de ello. Los posteriores directores, han seguido solicitando lo mismo. Ha habido manifestaciones de los padres, reuniones en el Ayuntamiento y en la Delegación de Educación y otras medidas de presión, pero, por ahora, todo ha sido infructuoso.
La falta de un Conservatorio de Grado Profesional en Dos Hermanas, tiene la nefasta consecuencia de que muchos alumnos, muy preparados, abandonen sus estudios al finalizar el grado elemental en nuestro centro, ante la dificultad de los padres para acompañar a sus hijos hasta uno de los dos centros de ese nivel que ahora hay en Sevilla.
¿La asignatura de Música debería tener más peso en la formación Infantil, Primaria y Secundaria?
Claro, y no lo digo yo, que como guitarrista soy parte interesada. Recuerdo un artículo de una revista -lo colgamos inmediatamente en un tablón de anuncios del Conservatorio- que hablaba de un estudio que demostraba que las personas que se dedican a la música tenían un mejor rendimiento escolar.
¿Es la música un elemento vital?
La música es una parte importante de las vivencias de la mayoría de las personas. ¿Quién no asocia algún momento significativo de su vida a una canción o a una melodía?
¿Qué significa para usted la música?
Para mí ha sido algo más que una profesión. Toda mi vida gira y ha girado alrededor de la música.
¿Cuál o cuáles son sus músicos preferidos?
Los compositores clásicos son mis héroes: Bach, Mozart, Debussy… Pero también me gusta mucho el flamenco, con Paco de Lucía como mi guitarrista de referencia. Los alumnos me pedían también arreglos de otras músicas que suelen englobarse con términos casi despectivos como «música ligera» y similares, pero que a veces están muy bien elaboradas y tienen una gran profundidad expresiva.
¿Cuál sería su play-list ideal?
Pues muchas obras de guitarra, instrumento al que se lo debo todo, pero también ópera, lied, cuartetos de cuerda, música orquestal. Sin olvidar otros estilos de música. Las interpretaciones de Mayte Martín, Camarón o Nina Simone me ponen la piel de gallina.
¿Qué estilo de música le gusta más?
Mi formación ha sido principalmente como músico «clásico» y esa es la música que más me llega. Pero el otro día escuchaba una entrevista que hicieron a Pepe de Lucía, hermano del gran Paco de Lucía, en la que afirmaba que Camarón hacía grande todo lo que cantaba, aunque fuese el «quinto levanta estira de la manta». Estoy de acuerdo, los buenos músicos hacen grande cualquier estilo musical, así que estoy abierto a todo tipo de música.
¿A qué va a dedicarse ahora que se ha jubilado?
Estoy disfrutando al máximo de la dulzura y tranquilidad de la vida de jubilado. Estoy saboreando el placer de cosas sencillas para las que antes tenía un tiempo limitado, como pasear al perro o colaborar más con mi esposa en las tareas domésticas. Si la guerra y la pandemia nos dejan, quiero hacer turismo con mi mujer y visitar lugares que tenemos apuntados en un «cuaderno de jubilación» que hemos estado organizando estos últimos meses.
¿Le ha dado ya tiempo a echar de menos a sus alumnos?
Los echo muchísimo de menos. Gracias a las redes sociales y a la información que me facilitan mis compañeros del Conservatorio -a los que también echo de menos, claro- estoy al tanto de las numerosas actividades musicales que llevan a cabo. Cuando vi que estaban organizando el concierto del día de Santa Cecilia (patrona de los músicos), el de Navidad o el del Día de Andalucía, en los que yo he participado activamente con mis alumnos en los últimos treinta años, se me puso un nudo en la garganta.
Al jubilarme les envié una carta todos mis alumnos. A algunos solo les dio tiempo a dar unas pocas clases conmigo al ser el 2021-22 su primer curso en el Conservatorio, pero incluso en esos casos, las cosas tan hermosas que me escribieron los padres me hicieron temblar de emoción.
Los alumnos con esas edades son muy vulnerables. Los profesores ejercemos sobre ellos una influencia de la que no somos del todo conscientes. Recuerdo un alumno de ocho años al que le pregunté qué quería ser de mayor y me contestó que «fontanero, como mi padre». Al cabo de unos meses de darle clases volví a preguntarle y me dijo que quería ser «fontanero y profesor de guitarra».
¿Cómo ha vivido el homenaje que le han hecho sus compañeros y alumnos?
Ha sido la sorpresa de mi vida. Llevaban preparando el acto desde hacía meses, contando con la complicidad de mi hija, y yo era totalmente ajeno a ello.
Esperaba un concierto de alumnos y que en el intermedio me hiciesen subir al escenario y dijesen algunas palabras sobre mí trayectoria…
Para nada, todo el concierto se elaboró a partir de los arreglos que yo he preparado para tocar con los alumnos en las clases de Agrupaciones Musicales.
Quién preparó la parte musical del homenaje fue mi antiguo alumno y actual profesor de guitarra del Conservatorio, Carlos León Carret. Su hijo, Carlitos, fue también alumno mío y participó en el concierto. El cantante solista en las actuaciones fue Víctor Ortega. Tanto él, como su hijo del mismo nombre, fueron alumnos míos y los dos actuaron en el homenaje, junto a otro hijo de Víctor que toca el saxofón. Colaboraron todos los profesores y llamaron a muchos antiguos alumnos míos que actuaron también, a algunos hacía años que no los veía.
Las hermanas Lola y Rocío Avilés interpretaron una versión escalofriante de «Hoy tengo ganas de ti» de Miguel Gallardo. Una de las piezas que yo había arreglado para ellas hace un tiempo y cuya interpretación en 2018 es el vídeo más visto de mi canal de YouTube.
Invitaron al evento a colegas musicólogos que vinieron desde diferentes lugares de España, subiendo al escenario para dedicarme unas amables palabras Javier Suárez-Pajares, Catedrático de Musicología de la Universidad Complutense de Madrid.
Algunos que no pudieron venir, enviaron su testimonio con el que elaboró un vídeo el profesor de violín, pero también actor y director de cine, Álvaro Climent. El acto lo presentó la profesora de piano, Carmen Villalba.
¿Cómo ha vivido la pandemia?
Como todos sabemos, la pandemia ha sido una tragedia mundial. Cuando se retomaron las clases presenciales en el conservatorio, estábamos expectantes. Hay que tener en cuenta que hay instrumentos como la flauta, el clarinete y el saxofón, que hay que tocar sin mascarilla. Pero, afortunadamente, los protocolos y sistemas de protección, como mamparas, gel hidroalcohólico y otras medidas de seguridad, funcionaron bien y evitaron en gran medida los contagios en nuestro centro.
¿Ha sido difícil dar clase con todas las restricciones?
Muy difícil. En mi asignatura, guitarra, estamos muy próximos a los alumnos. Tenemos que afinarles las guitarras a los más pequeños. Colocarles bien las manos… Todo esto es complicado de compaginar con las restricciones impuestas por el COVID.
Otro inconveniente es que era muy difícil hablar directamente con los padres. A veces lo hacíamos al aire libre, en el aparcamiento del centro y guardando la distancia de seguridad. Pero lo habitual ha sido la comunicación telemática, un medio muy frío y propenso a los malentendidos.
¿Qué cualidades debe tener un niño para poder tocar un instrumento o cantar?
A un nivel no profesional, para estudiar en el Conservatorio no son necesarias grandes cualidades musicales. Eso sí, se precisa mucha perseverancia.
¿Tiene que tener una capacidad innata o alguien sin cualidades puede aprender?
Es raro encontrar a alguien al que le sea totalmente imposible estudiar música. Para entrar en el Conservatorio se lleva a cabo una prueba de aptitud que supera la gran mayoría. Esa prueba sirve, sobre todo, para dar una nota a cada aspirante y crear una lista ordenada para repartir las pocas plazas que nos dan y para elegir luego por turno el instrumento que se va a estudiar.
¿Algún consejo para aquellos jóvenes que deseen dedicarse a la música?
Un músico necesita practicar a diario. En eso la música se parece a un deporte que necesita que entrenemos y si dejamos de hacerlo el rendimiento baja de inmediato. Si alguien no puede comprometerse a dedicar un rato cada día a la música, mejor que no se matricule en un conservatorio.
Por supuesto, no todo aquel al que le guste la música busca estudiarla de forma profesional. Para alcanzar simplemente un nivel que nos permita divertirnos interpretando canciones y piezas sencillas, el grado de exigencia es mucho menor y se puede obtener de maneras alternativas al conservatorio.
¿Cómo ha vivido la evolución de Dos Hermanas?
Ha sido un avance espectacular. La Dos Hermanas de ahora se parece muy poco a la de mi niñez y mi juventud. Los equipamientos, infraestructuras, los comercios de todo tipo, las actividades culturales… todo ha ido a mejor. Claro que también se han perdido algunas cosas que echo de menos. Por ejemplo, antes se veía a muchos más niños jugando en las calles de mi barrio o los vecinos hablaban más entre ellos.
¿Cree que Dos Hermanas es una buena ciudad para vivir?
En Dos Hermanas tenemos las ventajas y los medios de una moderna ciudad, pero aún se puede disfrutar de la vida tranquila de un pueblo. Yo esto no lo cambio por nada. Mi hija vivía en Triana y hace poco se ha comprado una casa aquí. Lo primero que hizo fue enviarme, sorprendida, la foto de un aparcamiento al lado de su casa, algo muy difícil de encontrar en Triana.
¿Algún proyecto de futuro o sueño por cumplir?
En el Conservatorio he pasado los mejores años de mi vida, haciendo lo que más me gusta. Tengo una esposa, una hija y una familia maravillosa. ¿Qué más puedo pedir?
Sí tengo pendiente potenciar mi faceta como musicólogo. Las clases en el Conservatorio no me han permitido investigar en archivos con horarios incompatibles con mi trabajo. Ahora estaré más libre para todo eso.
Julio Gimeno seguirá ligado a la música de por vida.