Brillaron las procesiones de Santa María Magdalena y de Nuestra Señora del Amparo y San Fernando
En este pueblo donde se celebran tantas fiestas –como por ejemplo, en Sevilla, la capital de nuestra provincia- brillan, y nos gusta usar esta expresión, especialmente las religiosas. Y hoy vamos a seguir hablando de la festividad del Corpus Christi, muy especialmente de la procesión de su día que este año ha caído en 18 de junio y que salió de nuestra iglesia mayor, de Santa María Magdalena, parroquia más antigua entre las de la ciudad. Y este año ha destacado la procesión por salir en ella un nuevo paso el del Beato Bienvenido de Dos Hermanas, en el mundo José Miguel Arahal, terciario capuchino de Nuestra Señora de los Dolores y general de su Congregación fundada por el capuchino Monseñor Luis Amigó y Ferrer (1854-1934). El beato, primer santo natural de Dos Hermanas, murió mártir en la persecución religiosa de nuestra Guerra Civil. La escultura es obra del imaginero contemporáneo José Antonio Navarro Arteaga. Su paso se adornaba con claveles rojos, color muy apropiado por representar el martirio del que fue objeto. Acompañaba este paso la Agrupación Musical Nuestra Señora de Valme. Luego iba el paso de la Divina Pastora, bellísima efigie del imaginero barroco del XVIII José Montes de Oca, que iba bellamente ataviada con sombrero, manto y saya antiguos y que se adornaba con liliums rosas. Acompañaba la Banda de Cornetas y Tambores de Presentación al Pueblo. Seguía el paso del Niño Jesús del Sagrario de Santa María Magdalena, preciosa imagen montañesina. El paso se adornaba con liliums blancos. Por último iba la custodia, obra del orfebre Nicolás de Cárdenas, que este año estrenaba peana, regalo de un devoto. El Santísimo iba en nuevo paso mientras que el antiguo de él había pasado a la Pastora. Se ha dejado así de utilizar el paso de Santa Ana en el cual hasta el día de la fecha ha procesionado el Señor. Llevaba rosas rojas, color como hemos dicho inapropiado pues debe usarse flor blanca en el paso de Jesús Sacramentado.
Acompañaban al Señor los niños carráncanos, las hermandades, agrupaciones parroquiales y asociaciones religiosas –Cofradía del Santo Rosario de la Orden de Santo Domingo, Asociación de la Medalla Milagrosa, etc- de la ciudad, una parte del clero, las congregaciones religiosas, destacando este año el acompañamiento de los Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores al paso de su hermano de hábito el Beato Bienvenido, la corporación municipal y el pueblo fiel.. Era muy de destacar la presencia de numerosos acólitos y servidores de librea en los cuatro pasos del cortejo. En resumen, la procesión resultó muy devota y lucida, sobre todo por el número de confraternidades que acompañaban al Señor.
Al paso de tan bella procesión se montaron muchos altares. La hermandad de la Borriquita colocó uno con una custodia en la embocadura de la calle Melliza. La del Gran Poder otro con una Virgen de Fátima de la Parroquia en la calle Santa María Magdalena. La de Valme uno con otra custodia en la Plazoleta. La de la Oración en el Huerto uno con su Ángel, vestido con la túnica del de la Hermandad sevillana de Montesión, en la calle Aníbal González, vulgo Patomás. La del Rocío uno con el San José roldanesco de la Parroquia en la misma calle. La de la Cena el ya nombrado en el artículo anterior con su Cristo de la Cena en la calle Botica. El particular Antonio Ortega Fernández uno con una bella y muy parecida imagen de la Virgen de Valme, obra del escultor nazareno Vicente Mallofret Cebolla en la calle Real. La Obra de la Iglesia otro con motivos eucarísticos en su casa en la misma calle. La hermandad del Santo Entierro uno con la Virgen de las Virtudes de la parroquia en la misma calle –imagen que se tuvo que tocar con un aro de estrellas por haber perdido su corona, la de su Niño y su cetro en lamentables y oscuras circunstancias que a todos nos gustaría aclarar- y la de Santa Ana uno con el San José de la capilla de Santa Ana. Destacaron prácticamente todos pero si quisiéramos mencionar alguno nos quedaríamos con el del Santo Entierro, el de la Cena y, por supuesto, el de la Oración en el Huerto. A la vez se montaron pequeños altares, digamos que infantiles, con pequeñas dolorosas, se adornaron muchos balcones con colgaduras, sobre todo en la calle Aníbal González –destacando el repostero bordado de la familia Ocaña Montero- y, en general, el centro de la ciudad apareció engalanado para el Señor que pasaba por sus calles.
Por último nos gustaría citar que este año ha cambiado el recorrido de la procesión. Antes iba por la Plaza de la Constitución -los Jardines-, Santa María Magdalena, Botica, Arenal, calle Nuestra Señora de Valme –Real Sevilla- y de nuevo Jardines. Este año ha continuado por los Jardines, Santa María Magdalena, Plaza de Menéndez y Pelayo –Plazoleta- Aníbal González –Patomás-, Lope de Vega –la que llamamos ahora Cañada-, Botica, Arenal, Nuestra Señora de Valme y Jardines. Se ha alargado así el itinerario. Nos parece muy bien desde el punto de vista que la calle Aníbal González destaca por su rectitud, sus buenas y bellas casas, la presencia de la casa de hermandad de la Oración en el Huerto, etc., es decir, que en ella se luce muchísimo la procesión pero, por otra parte, nos da lástima la pérdida del recorrido tradicional dejando de pasar por un tramo de la calle Botica. De todas formas, son apreciaciones muy particulares del que escribe estas líneas y hay que convenir en que la procesión quedaba muy bella y resplandeciente por el nuevo itinerario.
Ese mismo día, coincidiendo con el Corpus oficial del pueblo –que no debe coincidir en absoluto pues su barrio es una parte más de Dos Hermanas- salió la bella procesión de la Parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles y San José de Calasanz de Montequinto. En la procesión salieron cuatro andas: la de Santa Ángela de la Cruz, la de San Judas Tadeo, la de la Virgen Inmaculada de Caacupé, patrona de Paraguay, y la de la Virgen del Pilar, patrona de Zaragoza y Reina de la Hispanidad. Seguía el Santísimo bajo palio al que acompañaban el simpecado de Nuestra Señora de los Ángeles, patrona actual del barrio, el estandarte de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío y los grupos parroquiales. El pueblo fiel acompañaba a Su Divina Majestad.
Y llegamos ya a la semana de la octava de la fiesta del Cuerpo Cristo. Y el miércoles, jueves y viernes -21, 22 y 23 de junio- se celebró solemne triduo en la Parroquia del Ave María y San Luis predicando el párroco don Manuel García Valero que se refirió, en sus breves pero profundas homilías, al obispo del Sagrario Abandonado, don Manuel González García, obispo de Málaga y Palencia y a su amor al Corazón de Jesús, cuya fiesta cayó el día 23. Y el 24 fue la función y procesión del Santísimo por la tarde, que preside como Sacramental de la Parroquia la Cofradía de la Santa Vera-Cruz. El Santísimo salió bajo palio acompañado de un lucido cortejo que recorrió varias calles del viejo San Sebastián. Es de destacar que eran más los integrantes del cortejo que los que contemplaron la procesión. A la hermandad, como es sabido, le gustaría recuperar la procesión en paso.
Y también esos mismos días se ha celebrado el triduo y procesión del Señor de la Parroquia de Nuestra Señora del Amparo y San Fernando organizada por su párroco y su Hermandad Sacramental de la Santa Cena. El sábado a los nueve salió la procesión. Este año no salió San Fernando yendo Jesús Sacramentado en la custodia de la Hermandad de la Santa Vera-Cruz de Villaverde del Río –localidad natal del párroco don Manuel Chaparro Vera- y en el paso de Jesús Humillado. El Santísimo –muy oportunamente como se colige de todo nuestro discurso- se adornaba con liliums blancos. Acompañaba la Agrupación Musical de Nuestra Señora de Valme. Fue una gran procesión, del estilo de la que saca la Parroquia de Nuestra Señora de la Oliva, conservando la salida del Santísimo Sacramento en paso.
Y sólo me resta acabar que en Santa María Magdalena se celebró triduo en honor del Sagrado Corazón de Jesús presidiendo la imagen en sencillo y bello altar de cultos el presbiterio del templo. El día 23, día de la festividad, fue también la solemne función con la que la Hermandad de Nuestra Señora de Valme Coronada recuerda la coronación de nuestra protectora. La Virgen, que se colocó bajo la imagen de su Hijo, el Sagrado Corazón, vestía el manto blanco bordado que llevó en tan fantástica y recordada ocasión, uno de los días más grandes de la historia de Dos Hermanas sino el más. Predicó el distinguido mariólogo don Álvaro Román Villalón, párroco de Santa María Magdalena de Arahal y profesor del Marianum, facultad de Mariología de los Padres Servitas de Roma, aparte de ferviente pastoreño de Cantillana, su pueblo natal.
Y así acabamos la crónica de las Cruces y el Corpus Christi al que hemos añadido la salida de Nuestra Señora de las Angustias, el triduo al Sagrado Corazón de Jesús y la solemnísima función a la Virgen de Valme.