La comunidad de Compasionistas siempre ha estado en la avanzadilla en el mundo de la enseñanza
Hoy voy a traer a estas páginas a una hermana de la congregación de Religiosas de Nuestra Señora de la Compasión, fundada por un sacerdote el venerable Mauricio Garriguou y la Madre Juana María Desclaux. Esta familia religiosa nace oficialmente el 2 de noviembre de 1817 en Toulouse –la Tolosa española-que me gusta decir que vive bajo el patrocinio de Notre-Dame la Noire, Nuestra Señora la Negra, imagen que es muy venerada por el pueblo tolosano. Pero tras esta digresión, es notorio y se trata del ideal de esta institución que ha seguido al pie de la letra a lo largo de los años y de los siglos, que el fundador, quería crear una obra para la enseñanza de las clases desfavorecidas de la sociedad, aunque apoyándose en las favorecidas. Esto se ha cumplido al pie de la letra y en el caso de la hermana María Esperanza y del colegio nazareno, del que voy a hablar hoy, también.
Centrándome en la vida de esta hermana, diré que se llamaba en religión María Esperanza Martínez Agüero y que nació en Potes, en Cantabria, en la Montaña, concretamente en la comarca de Liébana. Estuvo destinada en varias casas como Villasana de Mena –Burgos-, un preventorio de niños tuberculosos en Santander, un colegio en Herrera del Pisuerga –Palencia-, y Aranjuez en Madrid donde murió. Esta última casa es una residencia de personas mayores en la que vive una comunidad de hermanas mayores. Se trata de una experiencia nueva, muy original. Allí nuestra desaparecida maestra se encontró muy bien hasta su fallecimiento. En ella coincidió con la hermana Inmaculada Beunza Urtasun, natural de Olazauntía en Navarra que había sido su superiora y directora en Dos Hermanas, la cual hoy reside en la casa de Beloso Alto en la ciudad de Pamplona, donde las anima la hermana Inmaculada Berzosa Martín que también estuvo en Dos Hermanas y que reside en la casa de Marcelo Celayeta de la misma Pamplona.
Pero hay que situarla ya en Dos Hermanas. Hay que decir primero que el colegio fue fundado entre 1955 y 1956 en la antigua hacienda de los Rivas. Luego pasó a su ubicación actual. La comunidad conserva un interesante archivo y por un libro de ‘Memorias (13-IX-1961 a 1971-1972) pag. 40)’ se sabe lo siguiente “Octubre 1967 Día 3 De nuevo hemos empezado las clases y nos disponemos a seguir la obra comenzada años atrás. Saludos con los alumnos y gentes simpatizantes del colegio que han vendió a conocer a las M.M. recién llegadas que son la M. Mª del Dulce Nombre Superiora Hna. Mª Paz González, Hna. María del Carmen Azteta, Hna. Mª del Carmen Abad, Hª María del Pilar Gómez y Hna. Mª Esperanza que reemplaza a Hna. María Blanca mientras atiende a su padre en la última etapa de su vida. Con las siete hermanas que han quedado del curso anterior formamos el total de la comunidad”.
Pero pueden verse varios puntos. En primer lugar, que desde este momento componían la comunidad trece hermanas, las seis de ahora y las siete de antes. En segundo lugar que existía la diferencia entre madres y hermanas. Las primeras eran las de velo negro, que tenían obligación de rezar el oficio divino, y las segundas, las de velo blanco que se ocupaban de tareas más humildes. En las órdenes de vida contemplativa se las llamaba coristas y legas. Luego se acabó con esta división que hoy no existe. Yo siempre le dije a la hermana María Esperanza madre.
Y hay que hablar de su pedagogía. Era una persona lo mismo amable que recta. Trataba con mucho cuidado y mimo a los alumnos pero también como se hacía en aquellos lejanos tiempos los castigaba. Me impartió clases en párvulos, primero de Educación General Básica –curso que tuve que repetir por no tener edad para pasar a segundo- y segundo del mismo nivel. Yo creo que de ella he heredado la constancia que suelo poner en todo lo que hago y que muchas veces, no siempre, me hace llegar a mi objetivo.
Por otra parte, no se distinguen precisamente los niños de Dos Hermanas por su buen comportamiento y hacía falta para controlarlos mucho temple, el que tenía esta ejemplar religiosa y maestra.
También, me gustaría anotar que los niños tanto en nuestro colegio como en el de la Sagrada Familia de Hijas de la Caridad de San Vicente –sociedad de vida apostólica a la que han pertenecido cuatro mujeres de mi familia contando una que se salió- los varones sólo permanecíamos en aquella época –los años sesenta- hasta segundo de primaria. Además estudiábamos en clases separadas. Pero las Compasionistas, adelantadas a los tiempos, nos juntaban en los recreos a los alumnos de ambos sexos. Recuerdo entre mis compañeros a Clemente Manuel López Jiménez, Juan Francisco Barea Castillo, Francisco Muñoz Jiménez, Cecilia García Gónzález, Rocío Vázquez Ruiz, Carlos Blanco Lozano, Carlos García Muñoz, etc., etc. Lo que llevaban a cabo las Compasionistas, contrasta con lo que vi después en el colegio estatal en el que estudié, Nuestra Señora del Amparo, donde los niños estábamos rigurosamente separados de las niñas, separados por paredes.
Pero, siguiendo con nuestro personaje, diré que coincidió como directora con la ya citada hermana Inmaculada Beunza Urtasun, mujer rectísima y de mayor espíritu con la que luego volvió a coincidir, como he dicho, en Aranjuez.
Recuerdo también a la hermana María Esperanza no con el hábito antiguo sino con el segundo con la llamada tablilla –que era similar a la que llevaban las Hijas de la Caridad de San Vicente cuando se quitaron la paloma y la corneta- o con la toca. Tengo que decir por otra parte que era una mujer muy guapa, que llamaba por ello mucho la atención.
Pero, sobre todo me interesa resaltar que en un tiempo en que las diferencias sociales eran más acusadas aún que las de hoy –siendo hoy muchas y a la vista está- la hermana, siguiendo el espíritu de su fundador y su fundadora no hacía distingos ningunos. Los niños ya, en nuestros cortos años, muchas veces nos dábamos cuentas de las diferencias sociales y, puedo asegurar, que esta ejemplar maestra que fue nuestra protagonista no hacía diferencias y los niños aparecían en el cuadro de honor por sus propios méritos. En la Compasión todos éramos iguales. No existían las distinciones de otros colegios de la Iglesia. Al menos no en mis tiempos.
Pasando a otro tema, no quiero dejar de decir que la comunidad ha hecho una excelente labor en la Vereda del Garaje –similar a la realizada por las Hijas de la Caridad en el Cerro Blanco- y, sobre todo, en la Parroquia de Nuestra Señora del Amparo y San Fernando, especialmente durante el curato de don Antonio Borrego Cobos, al que el ayuntamiento de Dos Hermanas ha dedicado una calle en el lateral del colegio.
Hoy el colegio destaca por su formación musical, seguramente la más avanzada de los colegios de Dos Hermanas y por proyectos innovadores como la medioteca.
Muchas religiosas han formado la comunidad a lo largo de su historia como: la hermanas Begoña Urquiaga Aramburu, natural de Erandio –Vizcaya-, María Jesús Ramos Merino, de Castillo del Río Pisuerga –Burgos-, María Jesús Fernández Gutiérrez, de Canduela –Palencia-, Isabel Idazabal –gran maestra de Música-, de Hernani –Guipuzcoa-, Inmaculada Berzosa Martín, de un pueblo de Salamanca aunque estudió en el colegio de Herrera del Pisuerga, etc.etc. La comunidad actual la componen las hermanas María Cruz Salinas San Martín de Pamplona –Navarra-, María Jesús Fernández de Cossío de Barrio de San Pedro –Palencia- y María Natividad Hortelano Pastor de Villa Umbrales –Palencia- aunque pasó pronto a vivir en Herrera del Pisuerga.
También hay que decir que dos hijas de Dos Hermanas han entrado en la congregación las hermanas Rosa Ballesteros Martínez, hija del zamorano José María Ballesteros Sotillo, ejemplar amanuense de la parroquia donde asentaba los sacramentos que trabajó en el famoso Bar Esperanza y María Fernanda Muñoz Díaz, perteneciente a dos antiguas familias del centro de Dos Hermanas.
Hoy la congregación se extiende por Argentina, Camerún, España, Francia, Perú y Venezuela. La primera casa de España se abrió en Desierto-Erandio –hoy Erandio- en Vizcaya. La general es la hermana Elena Carrera Oliveira natural del mismo Erandio y que reside en la casa madre en Toulouse.
Y acabo ya tras este recorrido por la vida y obras de mi querida primera maestra- que ha dejado en mi y otros alumnos una huella imborrable- y por la historia de su colegio y su familia religiosa, que ha destacado siempre por estar en la avanzadilla de la vida religiosa y cultural nazarena.