La Virgen de las Virtudes y el Atado a la columna de Santa María Magdalena (I)

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Virgen de las Virtudes

Se trata de dos de las imágenes más valiosas que atesora la parroquia mayor

No soy un experto en Historia del Arte. Aunque estudié en la carrera tres asignaturas de esta especialidad, la mía es Historia de América. Pero, lo cierto es que, las circunstancias me han llevado a escribir mucho sobre Historia del Arte sobre todo en mi opera prima ‘Apuntes histórico-artísticos sobre cuatro templos nazarenos y evolución de las devociones en Dos Hermanas’, hoy tan difícil de encontrar.

Y quiero escribir dos artículos de Arte puro y duro dedicados al gran Pedro Duque Cornejo y a su imagen atribuida de la Virgen de las Virtudes, y a Pedro Roldán y a su imagen, también atribuida, del Atado a la Columna, ambas de nuestra Parroquia Mayor de Santa María Magdalena.

Pedro Duque Cornejo había nacido en 1678. Era hijo del escultor José Felipe Duque Cornejo y de la pintora Francisca Roldán Villavicencio, nieto de Pedro Roldán y sobrino de Luisa Roldán, ‘La Roldana’. Formaba parte de una gran parentela de tíos, primos, etc. todos ellos artistas, mayormente escultores. Él mismo está considerado el epígono de la escuela sevillana.

José Hernández Díaz, ilustre catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y alcalde que fue de la misma ciudad, insiste mucho que, cuando nació nuestro escultor, su abuelo el gran Pedro Roldán y Onieva “contaba cincuenta y cuatro años, y estaba en el ápice de su madurez y justa fama”.

Hernández Díaz, a su vez, nos anota un dato interesante que “poco aprendería de su padre, tan solo discreto escultor; mucho de su madre, ilustre pintora, que junto al dibujo le introduciría en el arte de estofar y encarnar esculturas y dorar retablos, aspectos artesanales y artísticos de primera magnitud, en una escuela que cultivaba   importantemente las manifestaciones de madera”.

Igualmente tengo que decir que Pedro Duque Cornejo, a través de su familia paterna, tuvo relación con otra importante escuela andaluza escultórica que no era la sevillana: la granadina y nuestro escultor realizó trabajos para Andalucía Oriental. Podemos citar obras del artista fuera de Sevilla para las catedrales de Granada y Córdoba y las cartujas de Granada y del Paular.

Muchas son las obras de Pedro Duque Cornejo y el autor de estas líneas posiblemente haya visto la mayoría.

En 1716, por ejemplo, recibe el encargo del fastuosísimo retablo, que recomiendo contemplar, de Nuestra Señora de la Antigua de la Catedral de Granada o el retablo mayor de la Parroquia de Nuestra Señora de Consolación de Umbrete trazado por nuestro escultor y ejecutado por Felipe Fernández del Castillo en 1733.

Pero, pasemos ahora a la que es una de las mayores joyas escultóricas que atesora Dos Hermanas y, más concretamente, nuestra Parroquia de Santa María Magdalena. En el chaflán de la capilla del Sagrario de nuestra iglesia mayor se encuentra un retablo de un solo cuerpo con tres calles, estípites, decoración vegetal y cartelas que parece de la primera mitad del siglo XVIII. Lo cierto es que una nota de colecturía nos dice lo siguiente: “En 18 de febrero de 1748 se hizo una fiesta para la colocación de la Virgen de las Virtudes en su Altar -tocó a la fábrica siete reales y diez y ocho maravedíes de vellón” Ciertamente, la dificultad reside en que, dada la concisión de la nota del colector no sabemos si, en este año, se estrenó el altar -retablo-, la imagen de la titular o ambos elementos a la vez.

En los laterales del retablo veneramos a San José (0’86 cms.) y a Santa Bárbara, en madera estofada también del siglo XVIII. El primero, según los inventarios de 1898-1899, 1901 y 1921 tenía diadema y vara de plata. Hoy tiene una vara de metal y se le coloca la diadema de la pequeña dolorosa de la sacristía, regalo de la destacada feligresa María -Mariquita- Díaz Gómez. Presenta la habitual iconografía de San José portando el Niño. Santa Bárbara sostiene la torre en la que, según la leyenda, la encerró su padre antes de matarla por su fe cristiana. Se toca con una tosca diadema de metal regalada en 1987 y que no pega en absoluto ni con la imagen ni con el conjunto del retablo pero que, por el contrario, no cabe duda que es una muestra de devoción. El historiador iliturgitano Rafael Frías Marín, que ha estudiado ambas pequeñas imágenes, considera que ambos santos pueden ser del mismo Duque Cornejo o acaso de su taller.

En la hornacina central de este pequeño pero bello retablo damos culto a la imagen de la titular (1’23 mts.), obra atribuida a Pedro Duque Cornejo y Roldán, que la realizaría, según Hernández Díaz, hacia 1740. Podemos ver que esta fecha se aproxima mucho a la antedicha nota del colector. La atribución de don José Hernández Díaz aparece en el libro Pedro Duque Cornejo de la Colección Arte Hispalense. Edita Diputación Provincial de Sevilla 1983. P.89. De todas formas hay que decir que otro gran historiador del Arte, prematuramente desaparecido, José González Isidoro, tenía serias dudas de que la imagen fuera de Duque Cornejo aunque nunca me dijo a qué autor la atribuía. Por tanto, considero que debemos quedarnos con la atribución más extendida y defendida por don José Hernández Díaz.

La Señora se adornaba con corona cetro, rosa y media luna y el Divino Infante con corona y rosa. Todos estos aderezos son de plata repujada y cincelada. Parecen ser del siglo XVIII y es, sin duda, el más bello y costoso conjunto que atesora el templo, tanto por su antigüedad como por su valor intrínseco. El resplandor de la corona de la Virgen ha sido restaurado por el orfebre sevillano Fernando Marmolejo Camargo. Todo este bonito conjunto presenta un gran barroquismo compositivo y una decoración muy minuciosa, sobre todo en la espléndida media luna.

Lamentablemente tengo que decir se adornaba porque los amigos de lo ajeno le han sustraído a la Virgen de las Virtudes su corona y la de su Hijo y el cetro de la Madonna. Son una pequeña parte de lo mucho que se ha perdido como contaré en el próximo artículo. Por ahora, sólo me atrevo a pedir que si alguno quiere hacer una limosna para comprarles las tres preseas -ambas coronas y cetro- a la Virgen de las Virtudes lo entregue en la parroquia con este fin.

Pasando de nuevo a la imagen en sí, puede decirse que, considerándose obra de Duque Cornejo así fue expuesta en la exposición en honor de éste celebrada en la iglesia sevillana de San Luis de los Franceses -exnoviciado de la Compañía de Jesús- que atesora un importantísimo conjunto de retablos y esculturas obras de dicho artífice.

Igualmente, fue enseñada en la exposición mariana organizada con motivo de la exposición Iberoamericana (1929), donde consiguió galardones junto a otras tallas como la Virgen de la Oliva de Alonso Cano, procedente de la parroquia lebrijana de su nombre o la Virgen del Amor Hermoso de la Capilla del Palacio Arzobispal de Sevilla.

Muestra la efigie, a pesar de su corto tamaño, reminiscencias del estilo del abuelo de Duque Cornejo, Pedro Roldán, en su monumentalismo -que es evidente- y también en lo enfático de la composición. De la misma manera, destaca la miniaturización y minuciosidad de la bella policromía. De la misma forma, la composición muestra un gran dinamismo que logra una mayor expresividad. Caso de que la imagen sea del autor al que se atribuye este último dato, según don José Hernández Díaz, quizá revele el influjo del retablista Jerónimo Balbás, que ejecutó el desaparecido retablo mayor de la parroquia sevillana del Sagrario de la Catedral, también llamada de San Clemente. Esta obra, de negra fortuna, fue tachada de horrorosa por los neoclásicos y sustituida por un retablo procedente de la Capilla de Nuestra Señora de la Piedad de los Vizcaínos del desaparecido convento Casa-Grande de San Francisco de Padres Franciscanos Observantes. Este último retablo fue realizado por el abuelo de Duque Cornejo, por Pedro Roldán.

Aparte de los ya citados es muy probable que nuestro escultor bebiera en el monumentalismo y énfasis de José de Arce, unido a los conceptos implantados por su abuelo Roldán en la escultura sevillana de los siglos XVII y XVIII.

En fin, acabo por hoy este estudio de la Virgen de las Virtudes, una joya de las grandes de nuestra parroquia como nuestra protectora la Virgen de Valme, la Divina Pastora, la Virgen de la Soledad, el cuadro de las Benditas Ánimas o el Atado a la Columna -atribuido nada menos que al gran Pedro Roldán del que ya hablaré la semana que viene- u otras obras de fuera de la parroquia como nuestra patrona Santa Ana, nuestro patrón San Sebastián, el Cristo de Vera-Cruz, el Señor del Gran Poder, el Cristo de las Misericordias de la Parroquia del Ave María y San Luis, y un largo etc.