1984
En su intención de recuperar las tradiciones de Dos Hermanas, esta edición está dedicada a la tonelería de la aceituna
Ciudad Blanca no es un barrio cualquiera de Dos Hermanas. El sorprendente espectáculo de sus Cruces de Mayo es solo la flor más vistosa del calendario de actividades que lleva a cabo durante todo el año la Asociación de Vecinos García Lorca, verdadero aglutinador de las inquietudes culturales del barrio. Pasear por sus 24 bloques es una delicia para los ojos: jardines engalanados, macetas cuajadas de gitanillas colgando de las paredes, cruces floreadas en cada fachada, árboles con troncos encalados.
En la plaza interior luce un escenario donde no cesan las actuaciones de jueves a domingo. Este año de 1984, en que se cumple la tercera edición de las Cruces, se van a entregar 120 trofeos. Hay una intensa programación con campeonatos de futbito y balonmano, juegos tradicionales como las carreras de cintas y de sacos, la cuchara y el huevo, cucañas, concursos de sevillanas, de tortillas. Está siendo un éxito de recaudación, esencial para sufragar el resto de actividades del año. La asociación ha conseguido implicar a los 1.500 vecinos de tal forma que en estos cuatro días Ciudad Blanca es, sin duda, el corazón de Dos Hermanas.
Presupuesto cero
Aún hay algo más sorprendente en el milagro de este barrio obrero: no hay fondo ni presupuesto, todo se hace con el esfuerzo de cada vecino. La ayuda municipal asciende a cero, el Ayuntamiento solo costea la banda de música y la actuación del Coro de Danzas. Los trofeos son donados por los comercios, las actuaciones no cobran. Las flores de papel salen gratis: al acabar la Feria de Sevilla, varios miembros de la directiva se trajeron (con permiso, claro) las flores blancas de la Caseta del Mercantil y los farolillos de otras casetas.
El éxito de público está siendo tal que concejales del nuevo Ayuntamiento de Toscano se han dejado ver por aquí, quizá para tomar nota de cómo se logra tal poder de convocatoria.
Recuperando tradiciones
Los organizadores forman parte de una nueva generación de nazarenos que irrumpe con fuerza: gente joven que sale de una dictadura, consciente de formar parte de una nueva era, que quiere recuperar las tradiciones del pueblo. “De niños veíamos las cruces en la Plazoleta, o en la calle Patomás”, nos dicen, “pero no se habían vuelto a celebrar desde la guerra. Era una fiesta identificativa de Dos Hermanas y, para nosotros, Dos Hermanas está por encima de todo. Las cruces son el pretexto para recuperar nuestras tradiciones”.
Ya es domingo. A las siete de la mañana la Banda de la Legión Nazarena recorre el barrio en una diana floreada. Una abuela en bata ha salido a verla. Más tarde pasará por la peluquería por primera vez en su vida. Le darán el “premio a la abuela de la fiesta”. Será emocionante ver a una mujer que solo ha trabajado en su vida recibir un ramo de flores y la ovación de sus vecinos .
Anotamos aquí los nombres de este puñado de directivos y colaboradores que lo hacen posible cada año. Son, entre otros: Miguel de Miguel, Juan Antonio Jiménez, Ricardo Osuna, Manuel Castillo, Joaquín Alcántara, Rafael Asencio, Juan M.Romero, Josele, Francisco Rey, Manuel Cortina y Rafael Freire.