Dos Hermanas como toda localidad populosa se ha caracterizado por la existencia de un gran número de cines. Conocimos siete en nuestra infancia, hace cincuenta años –vamos a cumplir cincuenta y tres- que formaban una corona que rodeaba al pueblo y que servían para el entretenimiento de todos sus vecinos. Eran éstos el Español de Invierno, el Español de Verano, el Rocío de Invierno, el Rocío de Verano, el Paz de Invierno, el Paz de Verano y el Terraza. Ya había cerrado sus puertas el viejo Cine Ideal, que todavía se conserva en la calle Real Utrera y el Cine España que se abría en el Paseo de Federico Caro, es decir, en el popular Arenal.
Eran tiempos en los que ya existía la televisión pero se acudía todavía, digamos que por inercia, mucho al cine, sobre todo y es lo que nos interesa por la fecha se iba mucho a los cines de verano.
Del viejo Español de Invierno, sito en la calle Real Sevilla, donde hoy se levanta el Teatro, se podría hablar mucho. Servía lo mismo para cines que para espectáculos teatrales y era un centro de primer orden y de gran significación en la vida de la vieja villa.
Cambiaba sus funciones con mucha frecuencia y traía un gran número de películas que, en los tiempos anteriores a los últimos años del Franquismo, celaba una férrea censura de la que cuidaba la Iglesia. ¿Quién diría que acabaría reservando algunos días para las malhadadas películas S que se presentaron también en este emblemático local en sus últimos tiempos?
Pero el Español de Invierno tenía su compañero en la calle Real Sevilla en el viejo Cine Español de Verano que funcionaba en los meses en que la canícula echaba a muchos de sus casas y los lanzaba a buscar por la noche los viejos cines de verano.
Recordamos perfectamente como, dada nuestra edad, no nos dejaban ir en absoluto al cine de verano que acababa muy tarde. Sin embargo, otros muchos niños iban solos sin parecer temerle sus padres a los peligros de la noche. Al autor de estas líneas, sólo le quedaba permanecer en su casa viendo pasar a la gente que, indudablemente marchaba al cine y ver volver a las mismas personas que retornaban después de haberlo pasado al fresco contemplando la función.
El comienzo de la hora de acostarse, la marcaban inexorablemente el paso de estos noctámbulos que volvían del cine Español por la calle San Alberto que servía de cordón umbilical y de unión entre los barrios y el centro de la villa y no mucho más tarde ya se oían el rum rum del paso de las aceituneras que marchaban a los almacenes que también pasaban por la calle San Alberto.
Eran tiempos de nuestra infancia que yo no echo en absoluto de menos pues el cambio ha supuesto dos cambios también en nuestra vida: por una parte, ya tenemos una edad más que curiosa como para llegar tarde a nuestra casa y segundo ya ni nos lo planteamos en Dos Hermanas pues raro es el día a no ser los que rodean a Santa Ana y el día de la Asunción que pasamos en la ciudad en verano, que se nos antoja lejana e incluso insoportable pues en esta época no estamos acostumbrados ni a la temperatura ni al ambiente. A muchos, sobre todo, los que suelen marchar les sucede exactamente lo mismo.
Pero no sólo existía el Español de Verano también existía en el centro otro mítico cine de verano en la esquina de la calle de la Mina y la calle San Francisco que era el Terraza donde también se proyectaron míticas películas.
Ignoramos cuando concretamente se cerró el Terraza, creemos recordar que antes que el Español, y hoy ya sabemos en que ha sido convertido en un bloque de pisos como toda la Mina Grande que al parecer ha ganado premios de arquitectura y que, ciertamente, no está nada de mal como arquitectura moderna si no nos hiciera recordar el viejo Corral de la Mina, abierto en la Hacienda de la Mina Grande, pasado como tanto, ¡Ay Dos Hermanas! a mejor vida.
A su vez existían sus correlatos en los barrios. En la barriada de Nuestra Señora del Rocío abrían sus puertas el Paz de Invierno y el Paz de Verano que recibían este ‘pacífico’ nombre por la familia Paz que era la dueña de los cines de la localidad. A ellos iban los vecinos de este populosísimo sector de la ciudad que así no se tenían que desplazar al centro.
Por su parte en la calle Santiago, esquina Etchegaray se alza todavía, mudo recuerdo de un pasado cercano que a muchos se le antoja lejanísimo –sobre todo a los que no lo conocieron- el cine Rocío de Invierno. Inolvidables son las soirées de este cine con programas para los niños y jóvenes los domingos o las series que recordamos se proyectaban en Navidad. Cuando había aún más costumbre que hoy de asistir al cine los niños nazarenos acudían en masa a las funciones del domingo por la tarde y las recordamos como un lugar de encuentro y socialización de primer orden, donde nos dábamos cita todos los amigos para disfrutar de un péplum –de malísima calidad y de serie más que B en numerosas ocasiones-, una película del Oeste o una buena superproducción. ¡Cuantos Macistes, buenas películas de indios y vaqueros o grandes superproducciones vimos en el Rocío! Se pierden en nuestra memoria.
Mas ya para acabar el número también existía el Cine Rocío de Verano, el famoso cine de las “Espelucás”, que yo nunca pise –tampoco lo hice en los de la barriada del Rocío, que me cogían lejanos e ignotos- y cuyo exacto lugar no podría situar en el mapa urbano. Sólo sé que de él se contaban fantásticas leyendas como que los vecinos se llevaban el cocido para comerlo en el cine al pleno fresco, los jaleos que se formaban, etc.
Lo cierto es que se habla del cine de las “Espelucás” en Dos Hermanas y siempre aparece la sonrisa en el que habla de él dado los acontecimientos peregrinos que en su aforo ocurrían.
Hoy los cines son muy distintos, el aséptico y superpráctico Cineápolis o el Multicines de Montequinto llenan el ansia de cine de una sociedad como la nazarena que, aparte de querer ver las películas de estreno, ansía verlas en pantalla grande lo que nunca será lo mismo que verlas en la pantalla pequeña del televisor por muy grande que este sea.
No queda duda de que las viejas salas son más frías, más cerradas que los viejos cines, pero no cabe duda de que siguen encerrando muchas vivencias, esas vivencias que crea en la persona que acude ya solo ya acompañado el Séptimo Arte con su acompañamiento de sentimientos, de tristezas, de alegrías, etc.
No creo que los jóvenes de hoy en día hayan vibrado menos con la saga ‘Crepúsculo’ de lo que vibraron sus padres con lo que estuviera de moda en aquellos tiempos.
El Cine sigue desplegando su magia en Dos Hermanas, ciudad de espectadores, donde el Cine y el Teatro y la Danza y el Cante tienen un lugar de honor en su vida de ocio y donde siempre siempre han existido lugares para representarlos.
Dos Hermanas recupera este verano en el Auditorio municipal Los del Río sesiones de cine estival. La primera sesión será el próximo día 12 de julio.
Vaya este artículo sin pretensiones como homenaje más mudo que otra cosa para los viejos cines nazarenos, donde nuestros padres y nosotros mismos consumimos tantas y tantas horas que se agazapan hoy en nuestra memoria.