Los hermanos José y Antonio Palomo abren su taller de joyería en Santa Mª Magdalena

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Joyería Palomo
Los Palomo, al completo (1957). De pie, de izquierda a derecha, los seis hermanos: Mariano, Paco, Juan, María Dolores, José y Antonio. Sentados, los padres, María Rodríguez y Francisco Palomo. La profesión de este último, ferroviario, les obligó a una vida itinerante: de Espeluy (Jaén) se trasladaron a Campo Real, Bobadilla y, en 1935, a Utrera. En 1948, cuando el padre es destinado a la sevillana estación de San Bernardo, deciden establecerse en Dos Hermanas. Será Paco, el mayor de los hermanos, quien, tras aprender en un taller de joyería en Utrera, monta el suyo propio en la calle Botica, debajo de la casa. Con él se inician en el arte de la joyería sus hermanos Antonio y José.

1973

Hace rato que la joyería cerró sus puertas. Los últimos clientes se han marchado y la noche se ha echado sobre Dos Hermanas; pero dentro, en el taller, la jornada de trabajo aún no ha concluido. Quien a esta hora camine por la acera de la calle Santa María Magdalena, puede escuchar los rítmicos golpes de un martillo, percutiendo en una lastra y un taco de madera para moldear una lámina de oro. A José Palomo se le ha acumulado el trabajo y todavía tendrá que echar una hora más en el taller, rodeado de sus inseparables alicates, seguetas, limatones y sopletes de gasolina, para finalizar un encargo (un sello de caballero) que se ha comprometido a entregar mañana. Más al fondo, Antonio (su hermano, su socio, 36 años), siempre tan perfeccionista, se afana en su último invento: con el motor viejo de una moto está construyendo un artilugio para pulir piezas de plata.

José golpea una lastra con un martillo; entretanto, Antonio trastea con un motor viejo para convertirlo en un pulidor de plata

Hay confianza con el pago de los clientes. Basta con abrir una cuenta e ir abonando pequeñas cantidades a plazos. Relojes, gargantillas de oro, cadenas, arreglos de piezas antiguas… todo se puede comprar o transformar en la joyería que estos dos hermanos abrieron el pasado verano de 1972 y que es ya una institución en Dos Hermanas. Aunque existían algunas joyerías en el pueblo, fueron los Palomo los primeros que, en 1949, instalaron aquí el primer taller artesano. Entonces, el gramo de oro sólo costaba 40 pesetas. Los tiempos han cambiado, los precios también, pero los Palomo no. Siguen trabajando con la profesionalidad y el tesón del primer día.

Tú en Botica… y yo en Aníbal González

Joyería Palomo
Antonio y José Palomo, montados en su moto junto al taller de calle Botica. Al fondo se intuye El Arenal y, a la izquierda, los barriles del almacén de aceitunas de Fernando León.

Casi a la par, Antonio (que estudiaba en Los Frailes) y José (que era mozo de estación en Renfe) entran de aprendices en el taller de su hermano Paco.
Allí, en la calle Botica, José conoce en 1953 a Josefa Chacón, con quien contrae matrimonio en 1959. Al regresar de la luna de miel, instala su propio taller en calle “Patomás” (Aníbal González), mientras que Antonio se queda con el de Botica, aprovechando que su hermano Paco se había instalado en Alcalá. Pactan no hacerse la competencia: Antonio vendía artículos de joyería (pulseras, pendientes, sortijas) y José, medallitas y cadenas. Se las intercambiaban si algún cliente solicitaba productos que no tenían.

En Navidad, hasta dos personas atendiendo

Joyería Palomo
Visión nocturna de la calle Santa María Magdalena, con el escaparate de la joyería-platería iluminado, a la derecha.

Tras 13 años trabajando por separado, los dos hermanos deciden fusionarse y el 19 de julio de 1972 inauguran la “Joyería-Platería Palomo” en Santa María Magdalena. La calle, de doble sentido al tráfico, no dejaba espacio para aparcar, y provocó algunas quejas de los clientes, aunque ahora la vía ya es de sentido único.
El negocio ha arrancado con mucha fuerza. En las fechas de mayores ventas, como Navidad y Reyes, hay siempre dos personas atendiendo en el mostrador. Los aprendices son Manolín (sobrino de los Palomo) y Federico Caro.