Los periódicos de hace 130 años informan de sangrientos asesinatos, atracos a caminantes, robos en las casas, hipnotizadores y toros sueltos por las calles
Que Dos Hermanas era una apacible villa a finales del siglo XIX no es lo que creería el lector de la prensa sevillana, a tenor de algunos sucesos de los que informaban en sus páginas.Traemos hoy aquí algunos de los más curiosos.
El 14 de mayo 1894 fue detenido el nazareno Manuel Terrero Díaz por asaltar, con otros cuatro compinches enmascarados, la Hacienda del Cuzco, en término de Utrera, que hoy podemos admirar en el margen derecho de la autopista a Cádiz. Los asaltantes supieron que, a la muerte del capataz de la finca, su viuda había gestionado en Sevilla el cobro de 50.000 duros de su herencia. De madrugada, los ladrones asaltaron el caserío por una tapia, “penetraron en la casa sigilosamente y sorprendieron a sus moradores, dejándolos aterrados al amenazarles con puñales y pistolas”.
Pero, o bien falló la información, o bien el dinero fue previamente puesto a buen recaudo; el caso es que, tras el registro de los muebles de la casa, “solo se llevaron 667 pesetas y alguna plata, una pistola de dos cañones, un reloj de plata con cadena de acero y 24 libras de morcillas y chorizos”. Lo más sorprendente del caso fue que la Guardia Civil no pudo rescatar nada de lo sustraído: “No se les ha encontrado rastro del dinero”, concluye la crónica, “ni de la chacina robada, que se han comido tranquilamente. La chacina era de un tal Nicolás, que la tenía allí en depósito”.
Crueles asesinatos
Otro periódico, La Crónica Meridional, recoge dos sangrientos casos ocurridos en los alrededores de Dos Hermanas. El primero acaeció en el verano de 1881, cuando una venta salió ardiendo sin causa aparente. Al acercarse varias personas que vieron el humo y las llamas, contemplaron “la escena más desgarradora y que mejor prueban los instintos de fiera de algunos hombres”. El ventero yacía en el suelo muerto de un tiro, y esparcidos por la venta aparecieron los cadáveres apuñalados de tres de sus hijos, siendo el mayor de 10 años. Según el cronista, las sospechas de la autoría de los crímenes recaían sobre “un hombre de Los Palacios que en días anteriores había tenido una polémica algo acalorada con el referido ventero.”
Unos años más tarde, el 22 de febrero de 1899, el mismo diario refiere la aparición de dos mujeres “gravemente ensangrentadas” tendidas en el camino de Dos Hermanas a Los Palacios. Las mujeres, madre e hija, que dijeron a la Guardia Civil que se llamaban Ana Díaz González (de 50 años, viuda) y Isabel García Díaz (de 18), acusaron del vil apuñalamiento a José Rivas, que había huido a Dos Hermanas.
Así lo contaba este periódico hace 126 años: “La Ana había hecho vida marital con el Rivas desde hacía algún tiempo, habiéndose terminado estas relaciones. Al encontrarla el día del crimen, el criminal la reconvino por su desvío, instándola a que volvieran a reanudar aquellas. El Rivas, al ser despreciado por la su antigua amante, la acometió con un cuchillo”. La hija, al defender a su madre, también fue acuchillada. José Rivas fue finamente detenido en Dos Hermanas.
Un disparo en Real Utrera
En noviembre de 1895, un nazareno llamado Antonio Valera Domínguez, que se encontraba en la calle Real Utrera “examinando una escopeta, tuvo la desgracia de disparársele el arma, causando heridas a los jóvenes Antonio Parra Muñoz, Natividad y Remedios Pérez Rodríguez. El Valera ingresó en la cárcel”.
Más intrigante resultó, en agosto de 1894, el robo de prendas de vestir en una casa de Dos Hermanas. Según relata El Noticero Sevillano, “la autora del delito es una mujer llamada Dolores Martín González, que lo realizó valiéndose de llaves falsas. Después entregó las prendas para que las empeñase a una convecina suya llamada Ana Monge Barbero, quien no pudiendo venir a Sevilla para realizar el empeño dio el encargo al cosario del pueblo, el cual trajo las prendas al Monte de Piedad”.
Guardia Civil misericordioso
Seleccionamos, por último, en estas crónicas de finales del siglo XIX, un suceso que nos descubre a un personaje virtuoso de misericordia y compasión: un Guardia Civil que cuidó en su propia cama a un herido de muerte. Advertimos antes que el término “traficante” se refiere a un vendedor que se desplaza entre los pueblos. Este es el relato de El Noticiero Sevillano el 28 de noviembre de 1893: “Los traficantes que fueron acometidos anteanoche a la salida de Dos-Hermanas por varios hombres enmascarados y armados de escopetas y navajas, nos han manifestado que uno de aquellos, al querer resistir, recibió un disparo en un hombro, que se lo destrozó, y que en ninguna posada del pueblo quisieron admitir al herido, que anduvo desangrándose, hasta que el Comandante del puesto de la Guardia Civil lo llevó a su casa y lo acostó en su propia cama, atendiéndolo con suma solicitud en unión del facultativo Sr. Caro”.
Otras jugosas noticias de estos años fueron la huida de un toro de nombre “Dinerito” en el encierro de la feria de abril de 1893, que llevó a sus perseguidores hasta las calles de Dos Hermanas, donde fue encajonado, un hipnotizador que actuó con gran éxito en el Círculo Mercantil en 1894 o la aplaudida prohibición, por parte del alcalde, de un juego de naipes llamado “julepe y monte”, que daba “grandes disgustos”.